La feliz pareja

Una boda vaquera de cuento de hadas, para Kevin Costner

30-XII-03

Kevin Costner y su prometida, la diseñadora de bolsos Christine Baumgartner, tendrán una boda digna de cualquier superproducción hollywoodiense, con 500 invitados y una celebración que se prolongará tres días, en septiembre del año próximo, según la nueva edición de la revista InStyle Weddings.

Aunque falten nueve meses, Costner tiene las cosas claras: será su segundo enlace (el primero duró 16 años, con Cindy Silva) un evento de estilo vaquero, en su rancho de 65 hectáreas situado en Aspen (Colorado), con actuaciones musicales y deportivas para entretener a los cientos de invitados en un largo fin de semana. "Tendremos entre 15 y 20 caballos en un rodeo; para el concurso de pesca habrá canoas en dos lagos y dos ríos", adelanta el actor, de 48 años, 19 más que su novia.

Por su parte, Baumgarnter ha dicho que la petición de mano, que su compañero llevó a cabo el pasado junio, tras cuatro años de noviazgo, no fue menos comparable con un romántico cuento de hadas: Costner extendió por toda la habitación pétalos de rosas, encendió velas y le obsequió un anillo de diamantes fabricado hace más de un siglo. Ambos tienen en común que estudiaron en la California State University de Fullerton, aunque obviamente en cursos diferentes. Costner tiene cuatro hijos, tres con Cindy Silva y un cuarto con una bailarina, Bridget Rooney, a la que conoció en el rodaje de "Waterworld".
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Julianne Moore y Stephen Daldry

Nostalgia de 2003 (IV): Nadie teme a Virginia Woolf

29-XII-03

Lo que parecía imposible se logró este año en la película "Las Horas", basada en la célebre novela de Michael Cunningham: contar las historias de tres mujeres en un mismo día de junio de distintas épocas: 1923, 1959 y 2001; unidas por la influencia de la obra de Virgia Woolf "La señora Dalloway" e interpretadas por Nicole Kidman, Julianne Moore y Meryl Streep. Fue otro de los grandes momentos de 2003 en Iberoamérica.

El 3 de abril de 1941 apareció en la sección de obituarios del New York Times esta noticia fechada en Londres: "La señora Virginia Woolf, novelista y ensayista, desaparecida de su hogar desde el pasado viernes, aparentemente se ahogó en Rodwell, cerca de Lews donde ella y su marido, Leonard Sydney Woolf, tenían una casa campestre. El señor Woolf declaró: Se presume que la señora Woolf está muerta. Salió a caminar el viernes, dejando una carta y se piensa que pudo ahogarse. Su cuerpo, de todos modos, no ha sido recuperado. Las circunstancias que rodean la desaparición de la novelista no han sido revelados. Las autoridades de Lews dijeron no tener información alguna sobre la supuesta muerte de la señora Woolf. Se informó que su bastón y su sombrero fueron encontrados en la orilla del río Ouse. La señora Woolf llevaba enferma largo tiempo. Había nacido en 1882".

Seis días antes, el 28 de marzo, al regresar de la calle, Leonard Woolf encontró esta carta dejada por su esposa antes de dirigirse al río donde se ahogó voluntariamente con los bolsillos llenos de piedras:

"Siento con absoluta seguridad que me estoy volviendo loca de nuevo; siento que no puedo volver a pasar por esos momentos terribles. Y no podré recuperar este momento. He empezado a oír voces y no me puedo concentrar. Así que voy a hacer lo que creo mejor. Me has dado toda la felicidad posible. Lo has sido todo para mí. No creo que haya habido dos personas más felices que nosotros, hasta que llegó esta terrible enfermedad. No puedo luchar más, sé que estoy arruinando tu vida, que sin mí podrías trabajar. Y lo harás lo sé. Como verás ni siquiera puedo escribir esto bien. No puedo leer. Lo que quiero decirte es que te debo toda la felicidad que ha habido en mi vida. Has sido completamente paciente conmigo e increíblemente bueno. Quiero decirte que....todo el mundo lo sabe. Si alguien hubiera podido salvarme, ese habrías sido tú. Todo se aleja de mí excepto la certeza de tu bondad. No puedo seguir arruinando tu vida. No creo que haya habido dos personas más felices que nosotros".

En 1998 el escritor norteamericano Michael Cunningham publicó su novela "Las Horas" (Norma, traducida por Margarita Valencia) y describió así la escena de ese 28 de marzo: "Se detiene, con el agua fría a la altura de las rodillas. Piensa en Leonard. Piensa en sus manos y en su barba, en las líneas profundas que rodean su boca. Piensa en Vanesa, en los niños, en Vita y en Ethel: son tantos. Todos fracasaron, ¿verdad?. De pronto siente una inmensa pena por ellos. Se imagina dando la vuelta, sacando la piedra del bolsillo, regresando a casa. Probablemente llegaría a tiempo para destruir las notas. Podría seguir viviendo: podría llevar a cabo ese último acto de bondad. De pie, con el agua que le llega hasta las rodillas remolineando a su alrededor, resuelve no hacerlo".

"Las Horas" es la indagación dolorosa, cruel, nostálgica y tierna de ese mundo oscuro, íntimo y desconcertante de Virginia Woolf, como mujer, como escritora; novela construida con tres personajes, en un mismo día de junio cuando transcurre uno de sus libros claves, "La señora Dalloway" (originalmente lamado "Las Horas"), pero en distintas épocas: en 1923 en un suburbio de Londres donde Woolf redacta ese manuscrito observada por el marido; en 1949, en Los Angeles, donde Laura Brown angustiada con la vida perfecta que lleva con el marido que cumple años y un hijo pequeño, inicia sin salir de su cama, la lectura reveladora de "La señora Dalloway" mientras la posibilidad del suicidio comienza a devorarla; en 2001, en Nueva York, donde Clarissa Vaugham a quien un amigo poeta que se muere de SIDA llama señora Dalloway, sale a comprar flores y preparar una fiesta para celebrar el premio literario de quien fue su amante muchos años atrás.

Gracias al talento del guionista David Hare, la imaginación del director Stephen Daldry (el mismo de "Billy Elliot") y el concurso de actores como Nicole Kidman (Woolf), Meryl Streep (Clarissa), Julianne Moore (Laura) y Ed Harris (el poeta), se logró lo que parecía totalmente imposible: hacer una película con un libro tan intrincado, tan literario y tan emocional e íntimo como "Las Horas". El resultado es una película exquisita que comienza con Woolf entrando al agua con los bolsillos llenos de piedras mientras la corriente la arrastra, y alterna de manera muy inteligente el drama de la escritora con la crisis de las otras dos mujeres, unidas por esa novela que el mismo Cunningham ubica a la altura del "Ulises" de Joyce.

Pocas veces el cine y la literatura habían coincidido de una manera tan perfecta como en "Las Horas". Woolf, quien puso fin a su vida a los 59 años, refleja en sus libros y especialmente en "La señora Dalloway" todo el significado de la vida, todo el goce de la existencia partiendo de situaciones domésticas y comunes, y esa sensación se halla en cada escena de las tres historias paralelas de la película, en cada gesto, en cada palabra, en la forma cómo Kidman, Streep y Moore secundadas por los demás actores, comparten sus vidas aunque la angustia las despedace en silencio. Vidas que son iguales a las de miles de espectadores que ahora se conmueven con esta obra maestra, conmoción que Cunningham tuvo la oportunidad de compartir con su madre, dos semanas antes de su muerte, cuando miraron en video las escenas correspondientes a esa Laura Brown que no hubiera existido sin el personaje real de la madre del escritor.

Lo curioso, como lo confiesa el director Stephen Daldry, es que leyó primero el guión de Hare que la novela de Cunningham y quedó golpeado: "Fue una sensación extraña esa primera lectura que más tarde enriquecí con el libro, comprobé cómo ambos se asoman a la vida y la muerte, las madres y los hijos, arte y locura, recuerdos y reproches. Entendí que tanto la novela como su adaptación analizan en detalle el precio que cualquier persona debe asumir cuando toma una decisión en su vida, sea matarse o desaparecer o darle dignidad a la agonía de otra persona o luchar contra la insania que afecta a un artista".

¿Qué le atrajo de esta historia? Daldry confiesa que "sentí que en ese único día, en distintas épocas, podíamos contemplar la lucha, el heroísmo, la decisión, el coraje de tres mujeres que no vacilan en sacrificarse para defender sus sentimientos e ideales. Desde un principio Cunningham nos dejó en completa libertad y así lo entendimos e hicimos, pero no como una adaptación forzosa, sino como una forma verídica y honesta de aproximarnos al universo de Virginia Woolf, con todo ese magnetismo animal que la caracterizaba, siempre alerta, siempre acechando el peligro, peligro que las otras dos mujeres también saben identificar".

Sobre el lenguaje, el tono y la atmósfera de estas tres películas dentro de una, Daldry comenta que "lo más difícil durante la producción, el rodaje y la edición era que cada una conservara su sello, pero con elementos comunes que ayudaran a la unidad de la película total. La música de Philip Glass, los actores, Hare, todos ayudaron a que así pudiera ser".
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Scorsese, en el rodaje

Nostalgia de 2003 (III): "Gangs of New York", las violentas raíces de Estados Unidos

26-XII-03

Durante 32 años el director Martín Scorsese preparó y realizó por fín un proyecto que -estrenado en 2003- revela episodios desconocidos de una zona de Manhattan en 1843, convertida en sangriento campo de batalla entre nativos e inmigrantes extranjeros. Una batalla parecida a la que sostuvo con los productores que no lo comprendieron. Fue otro de los grandes momentos del cine en Iberoamérica durante el año que acaba.

En una de las escenas más crudas e impresionantes de "Gangs of New York", William Cutting, apodado Bill el Carnicero (Daniel Day Lewis), enseña a su protegido, el callado Ámsterdam Vallon (Leonardo DiCaprio), cómo matar a un hombre con un cuchillo, utilizando un cerdo descomunal, abierto y sangrante. Con calma y sevicia explica al muchacho dónde debe hundir la hoja para cercenar órganos vitales, mientras éste que lo quiere asesinar para vengar la muerte del padre 16 años atrás, se aferra a uno de los cuchillos más grandes para no perder el control.

En las películas de Martín Scorsese la muerte y la violencia no son casuales ni gratuitas, corresponden a una moral, una concepción religiosa de la salvación y la vida, a una desesperada búsqueda de la redención, aunque sea derramando sangre ajena o propia en "Uno de los nuestros" (Goodfellas), "Taxi Driver", "Casino", "El cabo del miedo" o "Malas calles". Por eso los mayores enseñan a los novatos su arte de matar, les quitan el miedo a la muerte y les inculcan los valores que son claves en el cine de Scorsese: la familia, la amistad, la palabra, la religión, la comida y el dinero.

Y Nueva York, por supuesto, indispensable en sus películas, como esta que recrea la atmósfera salvaje que incubó los sangrientos motines ocurridos en una ciudad que no lo era todavía en 1843, provocados por los nativos encabezados por Cutting contra la banda de los Dead Rabbits, católicos irlandeses dirigidos por el cura Vallon (Liam Neeson), despedazado ante los ojos asustados de un niño, su hijo. De ahí en adelante la zona conocida como Five Points (el Lower East Side de Manhattan) queda en manos de Cutting, hasta cuando el muchacho, liberado del correccional, reaparece para vengarse. El trío de personajes es embellecido y envilecido con Jenny Everdeane, ramera y ladrona interpretada con rabia por Cameron Díaz.

"Gangs..." es la obra maestra de un director obsesionado con esas calles y esos personajes. La película nació durante el Año Nuevo de 1970: "Estaba en casa de unos amigos y descubrí el libro de Herbert Asbury publicado en 1928, con el relato de esos combates salvajes. Lo leí durante la madrugada y decidí que si alguna vez tenía los medios, filmaría la película. Dos años después me encontré con Paul Schrader y compartió mi entusiasmo. En 1977 con el crítico Jay Cocks hicimos un borrador y comenzamos la ronda ante los ejecutivos de los estudios que rechazaron la historia por costosa y violenta".

32 años atrás Scorsese ya sabía qué película quería hacer: "Una historia épica muy norteamericana, muy tradicional, con los conflictos clásicos, con los detalles minuciosos que hicieran más real la reconstrucción de ese pasado, mostrando cómo funcionaban los bares entonces y qué licores servían; cómo los mendigos y hampones usaban falsos brazos para robar, con la historia girando alrededor del villano, el héroe y el ingenuo".

Sorprenden la perfección, la sabiduría y la visión de Scorsese para preparar esta película: "Nada fue dejado al azar y hasta los diálogos que ustedes escuchan, fueron pensados muchos años atrás, como ese momento en que el padre se afeita, observado por el hijo mientras se prepara para la batalla sangrienta de los primeros minutos, se corta, le entrega la barbera al chico, éste la quiere limpiar y el otro le dice que la sangre debe permanecer en la hoja".

Cuando llevaba 19 años de investigaciones, borradores de guiones y contactos con posibles inversionistas, Scorsese tomó la decisión que alteró profundamente la historia: "Durante un viaje al Japón descubrí que los dos protagonistas, el asesino y el hijo de la víctima debían compartir una relación más profunda, como la de un padre adoptivo y su protegido. En ese momento Cocks y yo sentimos que la historia había alcanzado un vuelo tremendo, pero el dinero no aparecía y cada uno seguía trabajando en otros proyectos".

Como siempre ocurre en Hollywood, en 1999 apareció un superagente, Mike Ovitz, quien le contó que una estrella, Leonardo DiCaprio, estaba interesado en filmar con él: "Ya todos saben que el proceso de negociación con los actores, con los estudios, con los productores, con los agentes lo llevan a uno al infierno y ahí lo encierran. Esta película no fue la excepción. El dinero es el que impone las reglas y eso no cambiará jamás. Los detalles del rodaje en Roma fueron exagerados por la prensa, las diferencias con los productores también, el dinero se acabó, DiCaprio y yo pagamos los últimos gastos, la película ha sido menos corta de lo que yo hubiera deseado, su estreno fue pospuesto varias veces por distintas razones pero al final se estrenó para la fecha prevista. Si la película es buena o mala o regular, es mi responsabilidad".

Scorsese se sorprende con las reacciones que su violenta, inteligente, espectacular y hermosa película provoca en críticos y espectadores, pero lo que más lo conmueve es que mirándola, encuentren las raíces de la locura y la intolerancia que hicieron posible el atentado de las Torres Gemelas: "Pueden tener razón porque la violencia y el terror desatados por los grupos tribales siempre han sido auténticos rituales, preparados con inteligencia y odio sin dejar nada al azar. Las batallas de mi película así lo confirman".

El maestro resume su película como "la historia de una ciudad que es también la historia de este país, la historia de mis abuelos que eran sicilianos y mis padres que eran italianos y yo que soy ítalo-americano y mis hijos que son americanos, la historia de episodios poco conocidos y que no figuraban en la Historia Oficial, episodios que hablan de la intolerancia y el racismo y el odio hacia los extraños, mientras Lincoln peleaba contra la esclavitud. Es una película narrada como si fuera un western porque sigue los pasos de un hijo que busca vengar el asesinato de su padre, pero con una diferencia: el asesino y el hijo comparten respeto y amistad".
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Imágenes de Chicago

Nostalgia de 2003 (II): "Chicago", o la resurección del musical

24-XII-03

“Chicago”, ganadora de seis Oscars y hermoso pretexto para el regreso vital del musical en todo el mundo, fue otro de los grandes momentos del cine en 2003, de la mano de Catherine Zeta-Jones, Renée Zellwegger, Richard Gere y Queen Lartifah. La primera imagen de esta comedia musical basada en una obra de Broadway: los ojos muy azules de Roxie, la muchacha rubia que quiere ser corista y mira embelesada los saltos, contorsiones, gritos, murmullos, jadeos, gestos lascivos y movimientos provocadores de una bailarina y cantante morena, Velma, que interpreta “All That Jazz”, tema que resume muy bien las intenciones de esta película que renueva absolutamente el género del musical en Hollywood, a la manera de “Moulin Rouge” y muchos años atrás, “Cabaret” y “All that Jazz-Empieza el espectáculo”. No es simple casualidad que estas dos últimas fueran realizadas por un mismo genio, Bob Fosse. Para no mencionar, por supuesto, las películas de Gene Kelly, Fred Astaire, Ginger Rogers, Frank Sinatra, John Travolta y todos los demás.

Afirmar que “Chicago” es un musical, sería reducir el alcance de una película alegre, llena de vida, sexo, amor, celos, muerte, corrupción y ambición en una ciudad estremecida por la Depresión, la Ley Seca, los manejos de los políticos y funcionarios, el dominio de las bandas de hampones que trafican con el juego, la prostitución y el alcohol mientras los personajes de esta historia tratan de sobrevivir con lo único que saben hacer bien, cantar y bailar. En medio de ese caos lujurioso el Jazz se alza como alma de una época que siempre estará relacionada con la música, el baile, la sensualidad de las mujeres, la agresividad de los hombres y sobre todo, la relajación de las costumbres.

El musical es un género que, como el cine de vaqueros, había sido dejado a un lado por un Hollywood preocupado más por otros temas y personajes supuestamente más accesibles, con la tesis equívoca de que las nuevas generaciones de espectadores no soportan que los actores canten y bailen. Quien haya compartido alguna vez la delicia de películas como “Un americano en París”, “Un día en Nueva York”, “Bye Bye Birdie”, “Carrusel”, “Siete Novias para Siete Hermanos”, “A Chorus Line”, "Sonrisas y lágrimas", “Cotton Club”, “Danzón”, “Dirty Dancing”, “Fama”, “Grease”, “Fiebre del Sábado Noche”, “Footloose”, “Amor sin Barreras”, “Guys and Dolls”, “Hello Dolly”, “Las Zapatillas Rojas”, las películas musicales de Carlos Saura, “Strictly Ballroom” y por encima de todas “Cantando bajo la lluvia”, con esa escena de Gene Kelly chapoteando con su paraguas ante la mirada severa de un policía... Quien haya compartido alguna de estas películas espléndidas, sabrá por qué “Chicago” es importante para el género y el cine en general.

Este es un drama pasional a varias bandas. Roxie (Renée Zellweger), la muchacha casada que engaña al marido (John C. Reilly, el mismo de “Pandillas de Nueva York”) con un idiota que supuestamente la convertirá en estrella del vodevil y a quien mata a tiros cuando descubre su impostura, es el eje de la trama con su inocente perversión, su belleza angelical y su sensibilidad que le permite imaginar los más espléndidos números musicales, con una coreografía que no establece barreras entre la realidad y la ficción, integrando el asesinato, el encierro en la cárcel y el juicio de Roxie con esas maravillas coreográficas y esas canciones que resumen bien el infierno que comparte la mayoría de los personajes. A diferencia de otros musicales donde los bailes y las canciones van por un lado y la trama por otro, aquí desde el principio se establece que esos números solo existen a través de los ojos de una mujer apasionada. Para los puristas, el lenguaje utilizado por el joven director Rob Marshall en su primera película, es un homenaje expreso a Bob Fosse y su técnica.

Un abogado cínico (Richard Gere), elegante, apuesto y mujeriego se encarga de la defensa de Roxie, manipulando los medios, acosando a los jueces, mintiendo a los jurados y convirtiendo a la asesina en símbolo de la inocencia ultrajada en una ciudad pecaminosa como Chicago. Otra de sus defendidas, una bailarina hermosa y sensual (Catherine Zeta-Jones) está en la cárcel por los asesinatos del marido y la hermana infieles, y Roxie descubre que quiere ser como ella. Ambas buscan la fama a través de sus tragedias, quieren convertirse en celebridades al finalizar los juicios y rivalizan en atraer la mirada de los reporteros hasta cuando aparece otra asesina.

En el presidio domina la escena una mujer negra y gorda que dispensa favores y acepta sobornos de abogados y detenidas, interpretada con humor y cinismo por la mítica Queen Latifah. Todos ellos bailan y cantan y corren y se cansan en la imaginación de Roxie mientras la decadencia de Chicago afecta sus vidas. Cada uno tiene su propio lenguaje corporal pero el espectador siente que una carga eléctrica lo sacude cuando Zeta-Jones canta y baila, abre las piernas, es cargada y lanzada por los bailarines y sobre todo, cuando mira a la cámara y fija sus ojos de gitana en ese espectador indefenso que entiende por qué Michael Douglas enloquece con ella.

Uno se siente atrapado por la agresividad y belleza de números como “Cell Block Tango” (con las piernas de las reclusas asomando entre las rejas mientras cuentan sus desgracias); “All That Jazz” que abre la película; “We Both Reached for the Gun” con Roxie como una marioneta que repite las mentiras que el abogado le ordena; “I Can´t do it Alone” con Zeta Jones contorsionándose pavorosamente; “When You Are Good to Mama” el número solitario de Queen Latifah, y por supuesto, ese número final de las dos actrices, bailando y cantando con el fondo de luces que luego acribillan a balazos como un resumen de esa tragedia que se digiere mejor porque tiene los ingredientes que solo dos mujeres tan hermosas y sensuales y talentosas como Zellweger y Zeta-Jones son capaces de utilizar para que los espectadores se convenzan de algo: el cine musical ha renacido otra vez.
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La dificultad de crear

Nostalgia de 2003 (I): "Adaptation" y la soledad del guionista de fondo

23-XII-03

Seguramente pocos recuerdan el nombre de Charlie Kaufman, así a secas y con razón, porque en épocas pasadas los guionistas (William Goldman, Waldo Salt, Truman Capote, William Faulkner, Julius Epstein...) eran tan importantes como los directores y las estrellas, y se sentaban tranquilamente a comer en la opulenta mesa de los magnates de Hollywood. A medida que el oficio de escribir guiones fue tecnificándose, se convirtieron en sombras, se hicieron más discretos y en ocasiones hasta desaparecieron para que divas y galanes, directores y dueños de los estudios pudieran brillar más.

Charlie Kaufman: la mejor referencia a este hombre delgado, de pelo áspero y poca estatura es que a finales de 2000 y comienzos de 2001 fue uno de los personajes más populares de Hollywood, porque su guión de "Cómo ser John Malkovich" fue nominado al Globo de Oro y el Oscar, y recibió innumerables premios de las asociaciones de críticos dentro y fuera de Estados Unidos, además de todos los galardones que el director Spike Jonze y algunos de los actores compartieron. Dos años después de esa fama repentina e incómoda, Kaufman (Massapequa, Nueva York, 1958) vuelve a convertirse en estrella, gracias a otro guión original más divertido, más absurdo, más atravesado, más surrealista, más personal y más agresivo para una película que no podía llamarse de otra forma, "Adaptation" y por supuesto, dirigida por Spike Jonze.

Autor y actor de piezas de teatro y cortos estudiantiles estudió cine en la universidad de Nueva York, trabajó en el Star Tribune en Minneapolis y en 1991 se mudó a Los Angeles para escribir episodios de la serie "Get a Life". En las madrugadas adelantaba el borrador de "...Malkovich" hasta cuando otro desenfrenado, Jonze, lo convirtió en una de las películas más audaces, cómicas, tiernas, sinceras y provocadoras. Después vendría su asociación con George Clooney, convertido en actor, para "Confesiones de una mente peligrosa".

Cualquier referencia al tema de "El ladrón de orquídeas" es inútil porque la película se va desenrollando, avanzando, estirando, encogiendo, apresurando, retardando y enriqueciéndose a medida que ese personaje del guionista entiende que sin la complicidad del público, la película no puede existir, lo cual es un tremendo pero necesario lugar común.

En la vida real: aparece un libro, "El ladrón de orquídeas", basado en un artículo de la periodista Susan Orlean en The New Yorker sobre un personaje singular, John Laroche, cazador furtivo en los pantanos de la Florida que desafía todas las leyes y autoridades de recursos naturales. Un productor contrata a Charles Kaufman para que escriba el guión sobre ese libro, con el mismo título. Hasta ahí, nada raro.

En la vida real: Kaufman se encierra durante varios meses a escribir y no puede. Lee todos los libros existentes sobre las orquídeas, aprende que existen 40.000 especies en el mundo, descubre que la polinización de las flores o sea, la cópula con los insectos en plena primavera no es una casualidad y que cada flor, tiene su insecto determinado. No puede dormir. Tiene pesadillas con las orquídeas que invaden su vida. No responde el teléfono. Deja de salir. No se baña, no come, se complace solitariamente, vaga de un lado al otro como un sonámbulo.

En la vida real: Una madrugada Kaufman descubre que una salida al bloqueo creativo puede ser escribir un guión sobre un escritor contratado para adaptar un libro sobre un ladrón de orquídeas, pero también se siente bloqueado. Con ese borrador se presentó al productor quien se escondió durante varios días hasta cuando Kaufman, en un almuerzo con el productor y la autora del libro, supo que les había encantado la idea.

En la película: Charlie Kaufman (Nicolas Cage) atraviesa toda clase de laberintos emocionales, creativos y físicos mientras descubre la fórmula salvadora, y en ese doloroso proceso es acompañado por su hermano gemelo, Donald (Nicolas Cage), quien tiene más suerte y vende su primer guión en cerca de un millón de dólares. Kaufman se obsesiona sexualmente con la escritora, Susan Orlean (interpretada por Meryl Streep), quien a su vez se apasiona con el ladrón de orquídeas (un estupendo Chris Cooper). Streep y Cooper ganaron Globos de Oro secundarios por sus personajes que no son tan secundarios.

Esta es una película muy inteligente que gira alrededor de ese misterio que nadie ha podido explicar jamás: el proceso de la creación artística, cómo hacen los artistas para lograr sus obras, de dónde las toman, qué recursos emplean, hasta dónde la disciplina es tan importante como la sabiduría y el buen humor y la sensualidad y la irresponsabilidad.

Por supuesto, como ocurre con "Mulholland Drive" o "Memento" o "Amnesia" o "El hombre sin pasado" cada espectador se arma su propia película y en este caso, algunos dirán que no, que el gemelo no existe y que las salvajes escenas en los pantanos forman parte de un sueño, y que Kaufman (¿el verdadero? ¿el de la película?) nunca sale de su bloqueo porque el cine no existe, está formado por sombras que aparecen y desaparecen por un efecto óptico.

Sátira feroz a un Hollywood que tiene la decencia de reírse de quienes lo atacan; película sobre la película que trata sobre otra película; mirada a esas obsesiones tan necesarias cuando se quiere lograr algo, le deja al espectador la incómoda pero divertida y masoquista sensación de no saber distinguir dónde comienzan y acaban la realidad y la ficción, si es que hay alguna separación entre ambos niveles.

Una frase para memorizar de los diálogos de los dos hermanos: "Tú eres lo que amas, no lo que te ama a ti".
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