Nostalgia de 2003 (IV): Nadie teme a Virginia Woolf

por © Alberto Duque-NOTICINE.com
Julianne Moore y Stephen Daldry
Julianne Moore y Stephen Daldry
Nicole KidmanJulianne Moore y Stephen Daldry29-XII-03

Lo que parecía imposible se logró este año en la película "Las Horas", basada en la célebre novela de Michael Cunningham: contar las historias de tres mujeres en un mismo día de junio de distintas épocas: 1923, 1959 y 2001; unidas por la influencia de la obra de Virgia Woolf "La señora Dalloway" e interpretadas por Nicole Kidman, Julianne Moore y Meryl Streep. Fue otro de los grandes momentos de 2003 en Iberoamérica.

El 3 de abril de 1941 apareció en la sección de obituarios del New York Times esta noticia fechada en Londres: "La señora Virginia Woolf, novelista y ensayista, desaparecida de su hogar desde el pasado viernes, aparentemente se ahogó en Rodwell, cerca de Lews donde ella y su marido, Leonard Sydney Woolf, tenían una casa campestre. El señor Woolf declaró: Se presume que la señora Woolf está muerta. Salió a caminar el viernes, dejando una carta y se piensa que pudo ahogarse. Su cuerpo, de todos modos, no ha sido recuperado. Las circunstancias que rodean la desaparición de la novelista no han sido revelados. Las autoridades de Lews dijeron no tener información alguna sobre la supuesta muerte de la señora Woolf. Se informó que su bastón y su sombrero fueron encontrados en la orilla del río Ouse. La señora Woolf llevaba enferma largo tiempo. Había nacido en 1882".

Seis días antes, el 28 de marzo, al regresar de la calle, Leonard Woolf encontró esta carta dejada por su esposa antes de dirigirse al río donde se ahogó voluntariamente con los bolsillos llenos de piedras:

"Siento con absoluta seguridad que me estoy volviendo loca de nuevo; siento que no puedo volver a pasar por esos momentos terribles. Y no podré recuperar este momento. He empezado a oír voces y no me puedo concentrar. Así que voy a hacer lo que creo mejor. Me has dado toda la felicidad posible. Lo has sido todo para mí. No creo que haya habido dos personas más felices que nosotros, hasta que llegó esta terrible enfermedad. No puedo luchar más, sé que estoy arruinando tu vida, que sin mí podrías trabajar. Y lo harás lo sé. Como verás ni siquiera puedo escribir esto bien. No puedo leer. Lo que quiero decirte es que te debo toda la felicidad que ha habido en mi vida. Has sido completamente paciente conmigo e increíblemente bueno. Quiero decirte que....todo el mundo lo sabe. Si alguien hubiera podido salvarme, ese habrías sido tú. Todo se aleja de mí excepto la certeza de tu bondad. No puedo seguir arruinando tu vida. No creo que haya habido dos personas más felices que nosotros".

En 1998 el escritor norteamericano Michael Cunningham publicó su novela "Las Horas" (Norma, traducida por Margarita Valencia) y describió así la escena de ese 28 de marzo: "Se detiene, con el agua fría a la altura de las rodillas. Piensa en Leonard. Piensa en sus manos y en su barba, en las líneas profundas que rodean su boca. Piensa en Vanesa, en los niños, en Vita y en Ethel: son tantos. Todos fracasaron, ¿verdad?. De pronto siente una inmensa pena por ellos. Se imagina dando la vuelta, sacando la piedra del bolsillo, regresando a casa. Probablemente llegaría a tiempo para destruir las notas. Podría seguir viviendo: podría llevar a cabo ese último acto de bondad. De pie, con el agua que le llega hasta las rodillas remolineando a su alrededor, resuelve no hacerlo".

"Las Horas" es la indagación dolorosa, cruel, nostálgica y tierna de ese mundo oscuro, íntimo y desconcertante de Virginia Woolf, como mujer, como escritora; novela construida con tres personajes, en un mismo día de junio cuando transcurre uno de sus libros claves, "La señora Dalloway" (originalmente lamado "Las Horas"), pero en distintas épocas: en 1923 en un suburbio de Londres donde Woolf redacta ese manuscrito observada por el marido; en 1949, en Los Angeles, donde Laura Brown angustiada con la vida perfecta que lleva con el marido que cumple años y un hijo pequeño, inicia sin salir de su cama, la lectura reveladora de "La señora Dalloway" mientras la posibilidad del suicidio comienza a devorarla; en 2001, en Nueva York, donde Clarissa Vaugham a quien un amigo poeta que se muere de SIDA llama señora Dalloway, sale a comprar flores y preparar una fiesta para celebrar el premio literario de quien fue su amante muchos años atrás.

Gracias al talento del guionista David Hare, la imaginación del director Stephen Daldry (el mismo de "Billy Elliot") y el concurso de actores como Nicole Kidman (Woolf), Meryl Streep (Clarissa), Julianne Moore (Laura) y Ed Harris (el poeta), se logró lo que parecía totalmente imposible: hacer una película con un libro tan intrincado, tan literario y tan emocional e íntimo como "Las Horas". El resultado es una película exquisita que comienza con Woolf entrando al agua con los bolsillos llenos de piedras mientras la corriente la arrastra, y alterna de manera muy inteligente el drama de la escritora con la crisis de las otras dos mujeres, unidas por esa novela que el mismo Cunningham ubica a la altura del "Ulises" de Joyce.

Pocas veces el cine y la literatura habían coincidido de una manera tan perfecta como en "Las Horas". Woolf, quien puso fin a su vida a los 59 años, refleja en sus libros y especialmente en "La señora Dalloway" todo el significado de la vida, todo el goce de la existencia partiendo de situaciones domésticas y comunes, y esa sensación se halla en cada escena de las tres historias paralelas de la película, en cada gesto, en cada palabra, en la forma cómo Kidman, Streep y Moore secundadas por los demás actores, comparten sus vidas aunque la angustia las despedace en silencio. Vidas que son iguales a las de miles de espectadores que ahora se conmueven con esta obra maestra, conmoción que Cunningham tuvo la oportunidad de compartir con su madre, dos semanas antes de su muerte, cuando miraron en video las escenas correspondientes a esa Laura Brown que no hubiera existido sin el personaje real de la madre del escritor.

Lo curioso, como lo confiesa el director Stephen Daldry, es que leyó primero el guión de Hare que la novela de Cunningham y quedó golpeado: "Fue una sensación extraña esa primera lectura que más tarde enriquecí con el libro, comprobé cómo ambos se asoman a la vida y la muerte, las madres y los hijos, arte y locura, recuerdos y reproches. Entendí que tanto la novela como su adaptación analizan en detalle el precio que cualquier persona debe asumir cuando toma una decisión en su vida, sea matarse o desaparecer o darle dignidad a la agonía de otra persona o luchar contra la insania que afecta a un artista".

¿Qué le atrajo de esta historia? Daldry confiesa que "sentí que en ese único día, en distintas épocas, podíamos contemplar la lucha, el heroísmo, la decisión, el coraje de tres mujeres que no vacilan en sacrificarse para defender sus sentimientos e ideales. Desde un principio Cunningham nos dejó en completa libertad y así lo entendimos e hicimos, pero no como una adaptación forzosa, sino como una forma verídica y honesta de aproximarnos al universo de Virginia Woolf, con todo ese magnetismo animal que la caracterizaba, siempre alerta, siempre acechando el peligro, peligro que las otras dos mujeres también saben identificar".

Sobre el lenguaje, el tono y la atmósfera de estas tres películas dentro de una, Daldry comenta que "lo más difícil durante la producción, el rodaje y la edición era que cada una conservara su sello, pero con elementos comunes que ayudaran a la unidad de la película total. La música de Philip Glass, los actores, Hare, todos ayudaron a que así pudiera ser".