Crónicas
Colaboración: Los terroristas no bailan
Por Sergio Berrocal
Imaginen a los padres que han acudido a la salida de la sala de conciertos Arena de Manchester donde la cantante Ariana Grande da un concierto. Son apenas las once o poco más del lunes 22 de mayo de 2017. Una hora decente para recoger a los chiquillos, que saldrían llenos de historias y de músicas. Se ha oído un estruendo. Es una explosión (¡Dios mío! Se exclama una muchacha que huye despavorida). Pero Dios, el de los niños no está allí. Está únicamente el dios de los malos.
Imaginen a los padres que han acudido a la salida de la sala de conciertos Arena de Manchester donde la cantante Ariana Grande da un concierto. Son apenas las once o poco más del lunes 22 de mayo de 2017. Una hora decente para recoger a los chiquillos, que saldrían llenos de historias y de músicas. Se ha oído un estruendo. Es una explosión (¡Dios mío! Se exclama una muchacha que huye despavorida). Pero Dios, el de los niños no está allí. Está únicamente el dios de los malos.
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Colaboración: El mensaje del ángel caído
Por Sergio Berrocal
"Black Hawk derribado / La caída del Halcón Negro / Black Hawk Down" (2001) va más allá de las películas de guerra. Ridley Scott, ahora en los cines con "Alien: Covenant", es un gran artesano y un enorme manejador de cámaras, situaciones y actores, pero sobre todo un quizá ignorado predicador de catástrofes.
"Black Hawk derribado / La caída del Halcón Negro / Black Hawk Down" (2001) va más allá de las películas de guerra. Ridley Scott, ahora en los cines con "Alien: Covenant", es un gran artesano y un enorme manejador de cámaras, situaciones y actores, pero sobre todo un quizá ignorado predicador de catástrofes.
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Colaboración: Salomé, la gitana sin película
Por Sergio Berrocal
Bob, andaluz acostumbrado a los travestidos extranjeros que minaban la costa frente a Africa de donde casi todos los días se escapaban subsaharianos desesperados, era triste. Su rostro podría haber salido de una nave espacial y sus ojos globulosos daban la impresión de haber visto cosas, muchas cosas, de las que no parecía guardar un recuerdo agradable. Su único amigo visible e identificable era el cigarrillo que le había casi incinerados los dedos de la mano derecha. Los empalmaba y de vez en cuando los mojaba en una copa de coñac español.
Bob, andaluz acostumbrado a los travestidos extranjeros que minaban la costa frente a Africa de donde casi todos los días se escapaban subsaharianos desesperados, era triste. Su rostro podría haber salido de una nave espacial y sus ojos globulosos daban la impresión de haber visto cosas, muchas cosas, de las que no parecía guardar un recuerdo agradable. Su único amigo visible e identificable era el cigarrillo que le había casi incinerados los dedos de la mano derecha. Los empalmaba y de vez en cuando los mojaba en una copa de coñac español.
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Colaboración: Céline en la playa
Por Sergio Berrocal
Nunca conocí a Pauline, la heroína de un cine de autor a la que Eric Rohmer, culto e intelectual cineasta, mandó a la playa, a una extensión de arena frente al mar, playa de Normandie, en una película más de hombres y mujeres, de amor y desengaño. Sí conocí a una Céline que lucía su palmito en una playa arenosa al infinito de Le Tourquet, en el Pas de Calais, en el norte de Francia, donde en otros tiempos hubo muchas batallas y ese heroísmo forzoso y forzado de la guerra.
Nunca conocí a Pauline, la heroína de un cine de autor a la que Eric Rohmer, culto e intelectual cineasta, mandó a la playa, a una extensión de arena frente al mar, playa de Normandie, en una película más de hombres y mujeres, de amor y desengaño. Sí conocí a una Céline que lucía su palmito en una playa arenosa al infinito de Le Tourquet, en el Pas de Calais, en el norte de Francia, donde en otros tiempos hubo muchas batallas y ese heroísmo forzoso y forzado de la guerra.
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Colaboración: Plumas blancas
Por Sergio Berrocal
Hay momentos, tantos momentos, miles de horas de vuelo, de aterrizajes fallidos, de desencantos múltiples, de todos los colores, de todas las tallas, en que te gustaría perderte en uno de esos desiertos que tan bien ha fotografiado el cine, ya sea buscando un tesoro del fabuloso Salomón o luciendo casco blanco y guerrera roja con fulgor de heroísmo orgulloso.
Hay momentos, tantos momentos, miles de horas de vuelo, de aterrizajes fallidos, de desencantos múltiples, de todos los colores, de todas las tallas, en que te gustaría perderte en uno de esos desiertos que tan bien ha fotografiado el cine, ya sea buscando un tesoro del fabuloso Salomón o luciendo casco blanco y guerrera roja con fulgor de heroísmo orgulloso.
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