Crónicas
Colaboración: Casablanca de los olvidados
Por Sergio Berrocal
Encogidos por la falta de comunicación, el abandono, el me importa un carajo y no se detenga que no tengo nada que darle. El lugar es un bar-café situado en un pueblo de la costa sur de España, la más próxima a África, continente al que se podría llegar desde la playa con unas brazadas. Última parada antes del final de nada. Al bar Esperanza llega gente de toda España pero también de toda Europa o al menos de la Europa septentrional preferentemente. Finlandeses, noruegos, ingleses, alemanes, irlandeses, algún belga, un francés y medio. El personal conoce la dirección antes de llegar. En sus países saben que aquí tendrán buena acogida, café y bebidas a precios imbatibles, una copa por un euro cuando en cualquier otro lugar cobran por lo menos cincuenta por ciento más.
Encogidos por la falta de comunicación, el abandono, el me importa un carajo y no se detenga que no tengo nada que darle. El lugar es un bar-café situado en un pueblo de la costa sur de España, la más próxima a África, continente al que se podría llegar desde la playa con unas brazadas. Última parada antes del final de nada. Al bar Esperanza llega gente de toda España pero también de toda Europa o al menos de la Europa septentrional preferentemente. Finlandeses, noruegos, ingleses, alemanes, irlandeses, algún belga, un francés y medio. El personal conoce la dirección antes de llegar. En sus países saben que aquí tendrán buena acogida, café y bebidas a precios imbatibles, una copa por un euro cuando en cualquier otro lugar cobran por lo menos cincuenta por ciento más.
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Colaboración: Las cigüeñas socialistas ya no vuelan
Por Sergio Berrocal
Eran tiempos de creer en cualquier cosa, lo pedía el ambiente. Quien no tenía una guerra a cuestas, las mundiales, que sonaban como a olimpiadas, Vietnam, antes Indochina, no parecía ser nadie. Aunque el mundo anduviese haciendo equilibrios de circo pobre donde no hay más remedio que jugarse el tipo si quieres que la gente venga al espectáculo. Ni buenos payasos, ni caballos sabios, estaban muy de moda en las mejores carnicerías de París. No había ni elefantes caducados.
Eran tiempos de creer en cualquier cosa, lo pedía el ambiente. Quien no tenía una guerra a cuestas, las mundiales, que sonaban como a olimpiadas, Vietnam, antes Indochina, no parecía ser nadie. Aunque el mundo anduviese haciendo equilibrios de circo pobre donde no hay más remedio que jugarse el tipo si quieres que la gente venga al espectáculo. Ni buenos payasos, ni caballos sabios, estaban muy de moda en las mejores carnicerías de París. No había ni elefantes caducados.
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Colaboración: De Los Angeles a La Habana
Por Sergio Berrocal
Levantarse una mañana por aciaga que pueda anunciarse es fácil. Lo difícil es mantenerse erguido todo el día, que es largo y a veces se hace infinito hasta que en la noche entrada, con el sueño y una cierta tranquilidad –podía haber sido peor, te dices—vuelves a sentir los mismos resquemores para el inevitable próximo amanecer.
Levantarse una mañana por aciaga que pueda anunciarse es fácil. Lo difícil es mantenerse erguido todo el día, que es largo y a veces se hace infinito hasta que en la noche entrada, con el sueño y una cierta tranquilidad –podía haber sido peor, te dices—vuelves a sentir los mismos resquemores para el inevitable próximo amanecer.
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Colaboración: Los genios del cine no mueren
Por Sergio Berrocal
Leer para creer. A la Vuelta a España, una de las pruebas ciclistas más famosa del mundo, están a punto de descafeinarla. Cada vez que gana algo uno de esos titanes de piernecillas ridículas vestidos con trajecillos de payaso pero capaces de escalar una montaña y bajarla a toda velocidad con el solo esfuerzo de sus músculos, se le invita a subir a un podio que preparan a la llegada de la etapa.
Leer para creer. A la Vuelta a España, una de las pruebas ciclistas más famosa del mundo, están a punto de descafeinarla. Cada vez que gana algo uno de esos titanes de piernecillas ridículas vestidos con trajecillos de payaso pero capaces de escalar una montaña y bajarla a toda velocidad con el solo esfuerzo de sus músculos, se le invita a subir a un podio que preparan a la llegada de la etapa.
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Murió Martin Landau, el ganador del Oscar con dos carreras... que pudieron ser tres
La carrera como actor del estadounidense Martin Landau, fallecido en Los Angeles a los 89 años este pasado sábado, perfectamente podría ser paradigmática de lo cíclico de la vida. Vivió un primer momento de fama de algo más de 25 años entre finales de los 50 y mediados de los 70, aunque no dejó de trabajar sus papeles en los años siguientes no fueron relevantes, y volvió a brillar con tanta fuerza como para ganar un Oscar a partir de finales de los 80. A ello podríamos añadir que su hacer profesional pudo alcanzar un camino diferente si hubiera aceptado un papel que le ofrecieron, el del Sr. Spock en "Star Trek".
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