El personaje: Sam Raimi, el triunfo de la timidez

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Tobey y Kristen en Spider-Man
Tobey y Kristen en Spider-Man
Evil deadTobey y Kristen en Spider-Man21-VI-02

Por Angel L. Esteban

Aunque aparentemente quede poco del joven espabilado y algo gamberro que se dio a conocer con largometrajes de zombies de serie B, en el fondo Sam Raimi (Michigan, 1959) sigue siendo el mismo tipo inquieto, muy tímido, y obsesionado con mostrar la parte más oscura del ser humano para entretenimiento del resto de la Humanidad.

Porque no hay que sacarle al cine de Raimi más moraleja que el "diviértete y disfruta mientras te dejen", que es un poco lo que resume el personaje de Spiderman que ahora le lanzado a la primera división de la superproducciones. Parece increíble que haya conseguido batir todos los récords imaginables de taquilla el mismo director que comenzó reclutando a sus amigos para que se hicieran pasar por muertos vivientes en sus primeras películas, un tipo tímido e inseguro que sin embargo ha sabido con el tiempo aprovechar lo mejor de sí mismo y convertirse en figura indispensable en el cine contemporáneo.

Si algo ha caracterizado la filmografía de Sam Raimi es esa afición por lo descaradamente cutre, con efectos especiales de segunda y decorados de cartón piedra que provocan la carcajada más que asustan. Con las tres entregas de la saga "Evil Dead", seguida por el más oscuro y decrépito de todos los superhéroes, "Darkman", se erigió como uno de los cabecillas de una nueva generación de maestros del fantástico, que rinde constante homenaje a los primeros maestros del género, a su escasez de recursos y a sus monstruosas pero débiles criaturas.

Desde "El ejército de las tinieblas" comenzó además a trasladar sus historias a un mundo clásico muy personal, donde los hombre conviven con dioses, cíclopes y demás criaturas mitológicas, sin respetar -ni falta que hace- un mínimo rigor histórico pero recuperando el esplendor de aquellas películas de Ray Harryhausen. De ahí a dar el salto a la pequeña pantalla sólo hubo un paso y pronto "Hércules" y más tarde "Xena: princesa guerrera" fueron realidad catódica de gran éxito a pesar de su irregular pero entrañable calidad.

Pero todo el que sube en la escala de poder de Hollywood se deja tentar por las malas influencias de los directivos de los estudios, y Raimi no fue menos. No se entienden sino largometrajes para el lucimiento de estrellas como "Rápida y mortal", original pero frustrado intento de revivir el western -una vez más- con Gene Hackman, Leonardo DiCaprio, Sharon Stone y Russell Crowe, o "Premonición", thriller esotérico y aburrido con Cate Blanchet, Keanu Reeves y Hillary Swank.

Se salva, eso sí, uno de los thrillers más sesudos, interesantes y divertidos de los últimos años, "Un plan sencillo", donde el cambio de registro sirvió para demostrar que Sam Raimi es sobre todo un buen narrador de historias y que sabe mostrar cómo sus personajes -igualmente algo monstruosos, aunque sean humanos- se manejan en un ambiente de tensión extrema.

Ahora, aunque el precio que ha tenido que pagar a priori por dirigir la película de sus sueños ha sido descomunal - nada menos que dirigir a Kevin Costner en "Entre el amor y el juego" (que alguien me lo explique) -, la espera ha merecido la pena. Por que con todo lo que ha aprendido en el camino Sam Raimi ha podido dar a luz, mezclando dosis de humor negro, personajes inseguros, situaciones límite y ritmo trepidante, la que puede ser la mejor película de superhéroes de la historia del cine. "Spide-Man", la historia de un tipo arácnido que combate su timidez y saca partido de su fortaleza.