Un misterio de Hollywood

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Cartel de Cats meow
Cartel de Cats meow
Thomas InceCartel de Cats meow28-VIII-01

Por Manuel Leguineche

Dicen que fue la noche más movida de la historia del cine. ¿Y si Charlot hubiera muerto asesinado en el yate Oneida del magnate de la prensa William Randolph Hearst, el "Ciudadano Kane" de Orson Welles? El que murió fue uno de los pioneros del cine, Thomas Ince, a disparos del celoso y abstemio Hearst. Pero los tiros de su pistola nacarada le estaban destinados a Charles Chaplin, que coqueteaba con la novia eterna del magnate, Marion Davies. En la oscuridad de la escalera del yate, Hearst confundió a Ince con Charlot, abrió fuego y fue el primero de ellos el que se llevó el plomo. Kenneth Anger contó el episodio en su libro "Hollywood-Babilonia", aunque la historia ya era conocida en los mentideros de Holywood. Desde aquel 19 de noviembre de 1924, Hearst echó tierra encima, compró a los testigos, entre ellos a la "comadre" Louella Parsons a la que convirtió en estrella periodística de sus diarios y revistas, corresponsal vitalicia en Hollywood. Louella vio lo que pasó en el crucero pero calló para siempre.

El hecho es que el yate de Kane llegó a San Diego con un cadáver a bordo. Nadie contó el color del rostro de Chaplin cuando la embarcación atracó en la ciudad costera californiana. Como al homicida le sobraba el dinero, se dice que hasta compró el silencio de la viuda de Thomas Ince. Según el informe de la policía, Ince, que se disponía a firmar un contrato con Hearst para rodar una película, la causa de la muerte fue de infarto por indigestión aguda. Se dijo incluso que Ince había bebido por error un cóctel venenoso preparado para Chaplin. Todos repararon durante el crucero las atenciones que Chaplin dispensó a la rubia actriz y amante de Hearst. Hasta que sonaron los tiros en la escalera.

Todo esto lo cuenta ahora el realizador Peter Bogdanovich, el de "Luna de Papel" en una película titulada "Cats meow" (El maullido del gato). En el Oneida de Hearst se dieron cita dos patriarcas del cine como Chaplin e Ince, una escritora porno, personajes de la "jet" y hasta el médico Daniel Carson que rejuvenecía a las señoras con glándulas de mono y a los hombres con "pildoras de Hércules". Hearst recibía en su castillo de San Simeón, frente al Pacífico, a toda clase de invitados, el propio Chaplin, Clark Gable, Spencer Tracy, Douglas Fairbanks, Ava Gardner, Errol Flynn, Gary Cooper, Valentino, los duques de Windsor, Churchill etc... Lo mismo hacía a bordo de su yate, con champaña y cocina francesa y una orquestina de jazz para amenizar las noches en el mar.

La salida de la película coincide con los cincuenta años de la muerte de William Randolph Hearst. No es un personaje olvidado, se publican nuevas biografías del "John Foster Kane" de Welles, como la que le dedica David Nasaw, profesor de Historia en Nueva York. En ella desmiente que Hearst hubiera pronunciado aquella frase que le hizo famoso, "Usted ponga los dibujos que yo pondré la guerra", dirigida a su corresponsal Remington poco antes de que en 1898 estallara el conflicto con España en Cuba. Ciudadano Kane, campeón del sensacionalismo, el amarillismo, puso una guerra donde ni siquiera había una noticia. Murió hace cincuenta años en la casa de Marion Davies en Beverly Hills, Los Angeles. Sobre la mesa de noche el enfermo enamorado dejó unas apasionadas frases de "Romeo y Julieta": "Mi generosidad es inabarcable como el mar; cuanto más me doy, más tengo, porque tanto la generosidad como el amor son infinitos". Marion Davies no estaba para leer a Shakespeare. Se había bebido una botella de whisky y al despertar de la resaca fue informada del fallecimiento del hombre de su vida.