Obituario: La larga vida de Sean Connery, el actor que sobrevivió a 007

por © CineyTeatro.es-NOTICINE.com
Sean Connery
Sean Connery
El actor escocés Sean Connery, popular como el primer Bond, James Bond, en la saga más longeva de la historia del cine, murió a los 90 años, plácidamente en la cama de su residencia en Nassau, Bahamas, luego de que su estado de salud se deteriorara en las últimas semanas, según confirmó a la BBC su hijo, el también actor británico Jason Connery.

A lo largo de casi medio siglo ante la cámara, el más carismático de los 007 fue capaz de superar el encasillamiento de su personaje y convertirse en uno de los actores maduros más sólidos (y sexys) de Hollywood, capaz de dignificar muchos films menores.

Thomas Sean Connery nació en Edimburgo el 25 de agosto de 1930 en el seno de una familia trabajadora. Su padre, Joseph, era católico irlandés y su madre, Euphemia, protestante, así que el contraste lo vivió ya desde dentro. Moreno, oscuro de piel y muy larguirucho (medía 1,88) fue un niño trasgresor que ya fumaba a los nueve años (en 1993 le dieron radioterapia tras extirparle un tumor benigno en las cuerda vocales) siempre se mostró seguro de sí mismo y siempre dejó asomar un cierto gusto por lo extravagante y exótico.

De joven desempeñó los más variopintos oficios: desde repartidor de leche a pulidor de ataúdes, camionero o socorrista… y desde que se alistó en la Marina, a los dieciséis años, llevó dos pequeños tatuajes en el hombro derecho: en uno ponía "Escocia por siempre" y en el otro "Papá y mamá". Se enroló luego en la Marina, pero una úlcera de estómago le obligó a abandonar, y hasta recibió una pensión de invalidez. Justo después posó desnudo como modelo en la Escuela de Artes de Edimburgo.

Se casó dos veces: la primera en de diciembre de 1962 (nada más rodar su primer Bond) con la actriz australiana Diane Cilento; se divorciaron en 1973, once años después, y tuvieron un hijo, Jason, también actor, nacido en 1963, en Londres. El segundo matrimonio, sin descendencia, fue con Micheline Roquebrune, en 1975, y ella le sobrevive. Tiene un hermano más joven, Neil, que es también actor. Y un nieto, Dashiell Quinn, nacido en 1997.

Nació el mismo día que Tim Burton, sólo que veintiocho años antes… Vivió en Marbella, cerca de un campo de golf, deporte favorito en su madurez, tras practicar fútbol de joven y otras disciplinas deportivas; pero problemas con el fisco español y la persecución de los periodistas le hizo mudarse definitivamente a las Bahamas, donde pasó sus últimos años. En Edimburgo, el 5 de julio del 2000, la Reina Isabel II le nombró formalmente Caballero.

Con veintitrés era evidente la buena planta de este escocés algo altivo y destemplado; se presentó a Mister Universo, quedó el tercero en el apartado de "hombres altos" (no, de lindos) y eso que un poco antes, a partir de los 21, ya había empezado a perder pelo, de tal forma lo perdía pasados los treinta, que en todas las películas de Bond tuvo que llevar peluca aunque en las demás y en privado aparece siempre sin postizo. Ello no impidió que, con casi sesenta años, en 1999, los lectores/as de la revista People le votaran "el hombre más sexy vivo".

"El agente británico al servicio de Su Majestad" fue en realidad un independentista escocés militante, por tanto dudosamente leal, y ni tan convencido de prestar sus servicios a la Reina Isabel II. Pero eso ahora apenas importa. Objetivamente, Connery fue el James Bond por excelencia, el 007 más famoso de la saga por su elegancia, su masculinidad, su punto de chulería y sus enérgicas y a la vez sofisticadas maneras. Rodó seis títulos casi seguidos de la franquicia, empezó en 1962 con "007 contra el Dr. No / Dr. No", dirigido por Terence Young, junto a otra actriz no menos emergente, una suiza desconocida y espectacular llamada Ursula Andress. Curiosamente, al creador del 007, el escritor Ian Fleming, no le convencía nada que Connery encarnara a su personaje, le resultaba "poco refinado". Y justamente, había conseguido el papel por esa razón: porque el productor Albert R. Broccoli le había visto en la película "Darby O’Gill and the Little People" (1959) y había quedado impresionado por la lucha a puñetazos que Connery mantiene con el matón del pueblo en el momento clave de la película.

Con Terence Young repitió al año siguiente en "Desde Rusia con amor / From Russia with Love" (su Bond favorito, según  declaró); rodó después "Goldfinger" (1964) y luego volvió a las órdenes de Terence Young en "Operación Trueno / Thunderball" (1965); más tarde "Sólo se vive dos veces / You Only Live Twice" (1967) y finalmente "Diamantes para la eternidad / Diamonds are for Ever" (1971).

Lo de la eternidad Connery, harto ya de ser la imagen de Bond, se lo tomó esta vez al pie de la letra porque no volvió a meterse en la piel del agente secreto… hasta doce años después. Y como siempre ha presumido de tozudo y seriote, consiguió personalizar su decisión de volver incorporándola al propio título de la película: "Nunca digas nunca jamás / Never Say Never Again", una suerte de remake o segunda parte de "Thunderball" a su entera y verdadera medida. Era la séptima de la saga y su definitivo adiós al personaje.

En un pase de prensa en París de "Diamantes para la eternidad" (1971) Connery presentó a su sucesor como James Bond, Roger Moore. Todo un toque de elegancia por su parte.

Una carrera ideal

Pero sigamos detenidamente la estela de Connery desde el principio: el nombre que no existió hasta encarnar a Bond lograba con el personaje fama y dinero, y mientras no perdía el tiempo: empezó a echar sus redes fuera de la agobiante sombra del agente secreto y filmó entre medias "Marnie la ladrona / Marnie" (1964) con Hitchcock, nada menos. Sabía mejor que nadie que los años pasan, que un Bond achacoso sería igual a un Bond patético y que además podía agotar al público.

Se retiró en el momento justo, en la cresta de la ola, en plenitud; mucho antes de que la edad pudiera jugarle una mala pasada. Y acertó. Pura estrategia profesional, en su caso la edad no era aún problema alguno; de hecho, le sucedió un actor tres años mayor: Roger Moore (mayor pero, eso sí: británico de arriba a abajo).

Con la década de los 70 despegó Connery como estrella y, sobre todo, como actor sólido. Combinó pequeñas apariciones ("Asesinato en el Orient Express" 1974) con grandes papeles ("El hombre que pudo reinar / The Man Who Would Be King" 1975) a las órdenes de grandes directores (John Huston) y junto a no menos grandes y potentes opositores, como Michael Caine. Al año siguiente (1976) llegó "Robin y Marian", de Richard Lester, junto a Audrey Hepburn… No obstante, no todos sus siguientes trabajos llegaron al mismo nivel.

El gran calculador que llevaba dentro le obligó a buscar oxígeno, y a reencontrarse con su personaje emblemático, o sea: con Bond, James Bond. Así es como aceptó a cambio de un salario millonario rodar "Nunca digas nunca jamás", film apócrifo de 007 (con otros productores) y relanzar su alicaída carrera, ponerse las pilas, vamos. Acabada la incursión, dejó intacta su poderosa imagen de hombre de acción, renacido y reiventado, e inició otra fructífera etapa como "hombre maduro y sensato". Así, es William de Baskerville en "El nombre de la Rosa / Der Name der Rose" (1986) o el padre de Indiana Jones en "Indiana Jones y la última Cruzada / The Last Crusade" (1989).

Su reafirmación profesional, convertido ya casi en seguro de taquilla (generosamente pagado), prosiguió con "La caza del Octubre Rojo", "La casa Rusia", "Robin Hood, Príncipe de los Ladrones", "La roca"...

Muchos papeles y pocos premios

Pese a su popularidad y estatus innegable de astro de la pantalla por décadas, no recibió Connery más que un Oscar, en 1988, al Mejor Secundario, por su trabajo en "Los intocables / The Untouchabkes", como Jim Malone, veterano policía de Chicago enfrentado a un Al Capone encarnado por Robert de Niro. Coleccionó, desde luego, docenas de premios más discretos (algún Globo de Oro, alguno de los críticos)… y hasta una nominación a los Razzie por "La trampa / Entrapment" que rodó en 1999 junto a Catherine Zeta-Jones. De todas sus películas, su favorita era "La ofensa / The Offence" (Sidney Lumet, 1972), de la que se sentía más orgulloso, pese a ser una de las menos conocidas de su trayectoria.

Antes del rodaje de la super saga "El señor de los Anillos / The Lord of the Rings" tuvo una propuesta, que rechazó, para el papel de Gandalf (finalmente interpretado por Ian McKellen), pero no estuvo dispuesto a pasarse un año y medio en Nueva Zelanda y además (argumentó) no entendía (o no quería entender) la novela original de Tolkien. También rechazó otra franquicia, la de "Matrix Reloaded" y "Matrix Revolutions", en la que hubiera encarnado al Arquitecto. Y mucho antes, en 1968, también había rechazado el papel protagonista de "El caso de Thomas Crown / The Thomas Crown Affair", que encarnó Steve McQueen. Luego confesaría que de este rechazo sí se había arrepentido, que había sido un error decir que no.

Pero no todo han sido aplausos y con razón: en 1987 organizó un verdadero escándalo cuando, en una entrevista con Barbara Walters, declaraba que le parecía bien pegar a una mujer, si se lo merecía o era preciso hacerlo para mantenerla a raya. Y lo peor es que ya había dicho cosas parecidas veinte años atrás, en la revista Playboy.

Connery fue durante años el mayor colaborador económico del Partido Nacional Escocés (SNP) al que está afiliado y por el que hizo incluso campaña electoral a favor de la independencia de Escocia, aunque sin obtener grandes resultados; tuvo que interrumpir sus donaciones durante un tiempo, cuando el Gobierno Laborista se las prohibió a todos aquellos que vivieran fuera del Reino Unido, como era su caso. Llegó a decir no regresaría a su tierra escocesa hasta que fuera independiente; un sueño, un objetivo que (dijo también) esperaba ver cumplido.

En enero del 2006 se sometió a una intervención quirúrgica seria en un hospital de Nueva York, donde le extirparon un tumor en el riñón. En cuanto al corazón, sus mejores amigos han sido Michael Caine y Richard Harris. Pero su ídolo principal, su referente mayor, fue el actor galés Stanley Baker, que hacía creíbles sus papeles de hombre fuerte, en películas británicas de calidad que él mismo producía.

En 2004 se desataron los rumores acerca de su retirada, pero rápidamente los negó, alegando que pensaba hacer al menos otra película más y que sólo se estaba dando un respiro para escribir su autobiografía (algo que, por cierto, antes –otra vez el bocazas en acción- había repudiado abierta y reiteradamente). Dos años después, en 2006, anunciaba su retirada definitiva, en el curso de una entrevista celebrada en Nueva York. Siempre ha lamentado que su despedida fuera con una película que consideraba (él también) de las peores de su carrera, y que además tuvo un rodaje de lo más abrupto, "La liga de los hombres extraordinarios / The League of Extraordinary Gentlemen". Desde entonces, jubilado en el Caribe, pese a rumores de regreso, sólo hizo pequeños trabajos de locución para dibujos animados o videojuegos. Se publicó que en los últimos años sufrió de Alzheimer, algo que su familia no confirmó.

Sean Connery, con todas sus contradicciones humanas, ha sido un actor querido y admirado, con una carrera cuajada de éxitos de taquilla y sobre todo, con un puñado de grandes films que permanecerán en la Historia del cine.

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