Crítica: "Hotel Transylvania 3", aguas estancadas

por © EscribiendoCine-NOTICINE.com
"Hotel Transylvania 3"
Por Rolando Gallego    

La nueva entrega de la exitosa franquicia de Sony Pictures, "Hotel Transylvania 3" (2018), dirigida por Genndy Tartakovsky, deambula entre la fidelidad a la historia y el intento por sumar el atractivo de un crucero de vacaciones para explorar nuevas características de los personajes, y no mucho más.

Recuperando lineamientos ya planteados previamente, en donde la integración entre humanos y monstruos es el disparador de los conflictos, la película avanza de manera muy cansina por caminos en los que anteriormente el desparpajo agregaba un plus de originalidad y diferencia.

En esta oportunidad la corrección política se adueña de la película, y excepto algún que otro gag con Vlad (interpretado por Mel Brooks en su versión original) no existe originalidad ni ironía en las líneas y situaciones que atraviesan los personajes.

Tal vez esto se deba a que la trama central deje de lado la "monstruosidad" de los protagonistas para ocuparse de humanizarlos a la máxima potencia, y en este caso, desarrollar ideas sobre el trabajo, la familia y el amor, antes que el humor.

"Hotel Transylvania 3" se pone seria, y reposa la mirada en el emblemático hotel que maneja Drac, una vez más, quien está pasando por un momento caótico, influyendo, en su carácter, por lo que su hija, Mavis, decide contratar, de sorpresa, un viaje en crucero para liberarlo de la tensión y obligaciones diarias.

Así, con ese simple giro, "Hotel Transylvania 3" busca interpelar a los espectadores con una sucesión de bromas que subrayan el contraste entre los otrora amenazantes personajes, dotándolos de características sensibles y elementos psicológicos para trazar algunas líneas narrativas en una línea más dramática y convencional.

Dividida en dos etapas, la película comienza con una primera parte en la que se repasan algunos puntos sobre la eterna rivalidad de Drac con Van Helsing, y también el agrupamiento de los monstruos clásicos alrededor de la figura del vampiro hasta convertirse en una comunidad.

A continuación, por adhesión, se propondrá la exploración de las vacaciones como tema principal, el que, con la excusa del crucero, sólo agregará un escenario diferente para la propuesta, y elementos como más brujas, gremlins y babosas que complicarán aún más a las estrellas del relato.

Los entrañables personajes se prestan al juego, pero son también víctimas de la necesidad de construir una película más tradicional y sin siquiera animarse a aquello que tal vez podría sumar intensidad y dinamismo al relato.

Por momentos la acción en el crucero es casi similar a aquello que se venía planteando en tierra, agregando alguna dosis de romance para el protagonista, quien entenderá que su tiempo en soledad se acaba al conocer y deslumbrarse con la capitana del navío.

"Hotel Transylvania 3" agrega color y música en aquellos momentos en los que nada acontece, generando una estructura casi episódica, que no funciona como relato fluido, y mucho menos como cuento con las transiciones esperables de resolución y vuelta al estado primigenio.

Evitando salir de su zona de confort, la película pierde la oportunidad de continuar explorando "la maldad" como vector del relato y prefiere desandar los pasos de la búsqueda de Drac del amor y la compañía sin sorpresas, y mucho menos, rebeldía.

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