Crítica: "Billy Lynn", el camino del guerrero

por © NOTICINE.com
"Billy Lynn"
Por Eduardo Larrocha    

"Billy Lynn's Long Half Time Walk" (2016) descoloca por varios motivos a nuestro cerebro occidental. Por un lado esta producción americana no ignora los trapicheos y componendas que producen los conflictos bélicos por intereses económicos y geopolíticos. Se la podría encuadrar en una cierta línea de un cine veladamente antibelicista. Sin embargo en el corazón del protagonista, el soldado Billy Lynn, encarnado por un debutante y prometedor Joe Alwyn, anida un guerrero.  

Para comprender esta aparente contradicción conviene entender a este joven militar -que por necesidad y huida se ha embarcado en la guerra de Irak - cuando en el campo de batalla entra en contacto con Shroom. El sargento de su compañía le irá descubriendo secretos hasta entonces inimaginables para él. De manera intermitente, a lo largo de dos horas una voz en off narra lo que piensa este soldado ejemplar.
      
Ang Lee, el director de "Billy Lynn's Long Halftime Walk", tiene una variada trayectoria que abarca desde la adaptación literaria de Jane Austen en "Sentido y sensibilidad / Sense & Sensibility", su primer éxito internacional, pasando por su exposición de la homosexualidad en una familia China en "El banquete de bodas",  a la relación de dos amigos que en su amistad se descubren gays en "Brokeback Mountain". En esta adaptación a la pantalla de una novela de éxito que llega ahora a las salas, después de tener una desigual acogida de taquilla y crítica en Estados Unidos, retoma con gran despliegue de medios el tema de la mística del guerrero al que ya se enfrentó en "Tigre y Dragón".
    
El otro aspecto con el que se ha promocionado "Billy Lynn" es en el uso de lo más innovador en tecnología. En "La vida de Pí" su anterior largometraje, el director taiwanés ya había experimentado con la tecnología 3D. Ahora añade 4K además de rodar a 120 fotogramas por segundo con la pretensión de dar más realismo a esta historia que se desarrolla tras una cruenta batalla en Irak.  Al haber sido exhibida su hazaña bélica en televisión, la compañía Bravo vuelve con los máximos honores a su Texas original y en olor de multitudes les llevan a celebrar el Día de Acción de Gracias a un estadio de fútbol americano en Dallas. Luces y sombras se entrecruzan en la acogida de sus conciudadanos. Recientemente hemos visto que le ocurre algo parecido a un escritor tras recibir el premio Nobel en "El ciudadano ilustre". Desconcierto de los homenajeados que no sienten empatía con las emociones que levantan en la población que se supone les acoge como héroes. La compañía del honor la componen jóvenes actores y jóvenes soldados, con el sargento Dime a la cabeza interpretado por Garret Hedlund de más edad y experiencia que el resto de los chicos "Bravo". Con ellos vivimos un presente enloquecedor de homenajes y un asfixiante pasado reciente en el campo de batalla, contado en alternativos flashback.
 
Desconozco cómo será la experiencia al ver en pantalla el 3D nativo con esa cantidad de "frames", y todas las peculiaridades técnicas con las que se ha rodado Billy Lynn con la pretensión de que el espectador sienta las emociones de los miembros de la compañía tanto en el campo de batalla como en los homenajes que reciben de sus conciudadanos. La vi con gran realismo pero sin la espectacularidad de esa tecnología. Algunos de mis colegas salían desconcertados porque no sabían qué posición ideológica ante el fenómeno de la guerra adoptaba la película. Ahora es el momento de que esta producción americana del director taiwanés, que ha pasado desapercibida para la Academia de Hollywood a pesar de la trayectoria de Ang Lee, llega al resto del mundo tras un desinterés notable del público estadounidense.

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