El personaje: Richard Gere, seductor traicionado
- por © NOTICINE.com
14-VI-02
Por Angel L. Esteban
Con 52 años y manteniendo aún su atractivo personal intachable, Richard Gere ha dado el salto al otro lado. Ha pasado, con su último estreno "Infiel", de ser el galán de la película a ser el engañado, vamos, "el cornudo".
Ese es el argumento a groso modo de su más reciente filme, nada extraordinario pero dentro de la tónica habitual de los trabajos del famoso actor, que ha destacado siempre más por su estatus de sex symbol que por su talento interpretativo. El chico, aparte de haber sido bastante resultón, ha subido a golpe de suerte y testoterona, de poner cara de no haber roto nunca un plato - al menos, a propósito - y de seducir con su mirada y su boquita de piñón a la compañera de reparto con quien le toca compartir pantalla.
Repasar la lista puede ser una larga tarea, pero hay que mencionar a la fuerza tres casos muy notables. El primero es Debra Winger, con quien dio el salto al estrellato en "Oficial y caballero", quizás una de sus películas más aceptables. Antes se le pudo ver desnudo y por completo - algo bastante habitual en su caso - en "American Gigolo", que pasará a la historia por haber roto en su momento algunos tabúes pero no por su valía artística.
Mucho más interes tuvieron su papeles como "Rey David", como policía corrupto en "Asuntos sucios" y como trompetista rodeado de gangsters en el "Cotton Club" de Coppola. Se revolcó después con Kim Bassinger, algo así como su igual pero en femenino, en "Atrapados sin salida" y algunos años más tarde en "Análisis final", tampoco especialmente memorables.
El punto de inflexión lo marcó sin duda su tercera pareja inolvidable, Julia Roberts, con quien resucitó artísticamente en "Pretty Woman" demostrando que con los años y algunas canas se puede ser tan interesante o más que antes. Repetirían mucho después en "Novia a la fuga", un reprise descafeinado que no hacía honor a la química que juntos desprenden en pantalla.
¿Qué tiene Richard Gere que a todas y todos seduce? Difícil explicar. Lo cierto es que directores como Akira Kurosawa ("Rapsodia en agosto"), Mike Figgis ("Mr. Jones") o Robert Altman ("Dr. T y las mujeres") han empleado su pose de machito sensible y algo místico con irregulares resultados.
Su vida privada y su insistente devaneo con el budismo ocupan casi tantas páginas en la prensa internacional como sus estrenos, que van desde la épica medieval ("El primer caballero"), al thriller sobrenatural ("Mothman, la última profecía") o el policíaco revisado ("Chacal"), pasando por un romance algo casposo ("Otoño en Nueva York") y el clásico drama judicial ("Las dos caras de la verdad"). En todas ellas se mueve con soltura, es resultón e interesante, pero no dejamos de ver a Richard Gere haciendo de... Aunque claro, quizás es de eso de lo que están hechas las estrellas.
Por Angel L. Esteban
Con 52 años y manteniendo aún su atractivo personal intachable, Richard Gere ha dado el salto al otro lado. Ha pasado, con su último estreno "Infiel", de ser el galán de la película a ser el engañado, vamos, "el cornudo".
Ese es el argumento a groso modo de su más reciente filme, nada extraordinario pero dentro de la tónica habitual de los trabajos del famoso actor, que ha destacado siempre más por su estatus de sex symbol que por su talento interpretativo. El chico, aparte de haber sido bastante resultón, ha subido a golpe de suerte y testoterona, de poner cara de no haber roto nunca un plato - al menos, a propósito - y de seducir con su mirada y su boquita de piñón a la compañera de reparto con quien le toca compartir pantalla.
Repasar la lista puede ser una larga tarea, pero hay que mencionar a la fuerza tres casos muy notables. El primero es Debra Winger, con quien dio el salto al estrellato en "Oficial y caballero", quizás una de sus películas más aceptables. Antes se le pudo ver desnudo y por completo - algo bastante habitual en su caso - en "American Gigolo", que pasará a la historia por haber roto en su momento algunos tabúes pero no por su valía artística.
Mucho más interes tuvieron su papeles como "Rey David", como policía corrupto en "Asuntos sucios" y como trompetista rodeado de gangsters en el "Cotton Club" de Coppola. Se revolcó después con Kim Bassinger, algo así como su igual pero en femenino, en "Atrapados sin salida" y algunos años más tarde en "Análisis final", tampoco especialmente memorables.
El punto de inflexión lo marcó sin duda su tercera pareja inolvidable, Julia Roberts, con quien resucitó artísticamente en "Pretty Woman" demostrando que con los años y algunas canas se puede ser tan interesante o más que antes. Repetirían mucho después en "Novia a la fuga", un reprise descafeinado que no hacía honor a la química que juntos desprenden en pantalla.
¿Qué tiene Richard Gere que a todas y todos seduce? Difícil explicar. Lo cierto es que directores como Akira Kurosawa ("Rapsodia en agosto"), Mike Figgis ("Mr. Jones") o Robert Altman ("Dr. T y las mujeres") han empleado su pose de machito sensible y algo místico con irregulares resultados.
Su vida privada y su insistente devaneo con el budismo ocupan casi tantas páginas en la prensa internacional como sus estrenos, que van desde la épica medieval ("El primer caballero"), al thriller sobrenatural ("Mothman, la última profecía") o el policíaco revisado ("Chacal"), pasando por un romance algo casposo ("Otoño en Nueva York") y el clásico drama judicial ("Las dos caras de la verdad"). En todas ellas se mueve con soltura, es resultón e interesante, pero no dejamos de ver a Richard Gere haciendo de... Aunque claro, quizás es de eso de lo que están hechas las estrellas.