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17-IV-02

Convertirse en un astro de Hollywood siendo negro no es fácil, como bien sabemos, y aún menos si has crecido en el Bronx. Sin embargo, Wesley Snipes lo ha conseguido, con ambición y lucha, a dentelladas. Ahora volvemos a verle los colmillos y los biceps en "Blade II", cinta que en Estados Unidos y gracias a la habilidad tras la cámara del mexicano Guillermo del Toro ("El espinazo del diablo") va camino de superar el éxito del original. Y es que el musculoso actor ha encontrado su sitio entre los grandes decantándose por personajes de fortaleza física... y moral.

Originario de Orlando (Florida) y criado en el South Bronx neoyorquino, Snipes sintió desde la adolescencia la llamada de los escenarios. Se formó en la High School for the Performing Arts (popularizada por la película y la serie posterior de TV "Fama"), pero no pudo graduarse allí al mudarse su madre a Orlando. Sus primeros pasos en el cine datan de la segunda mitad de los 80, aunque empezó a brillar en la polémica "New Jack City", ya en los 90. Trabajó con Spike Lee, le robó balones a Woody Harrelson en "Los blancos no la saben meter" y formó equipo con Connery en "Sol naciente". Ser pareja de un actor blanco parecía su sino, hasta que la versión del comic vampírico "Blade" cambió su sino. Dar saltos y pegar patadas no fue un impedimento, ya que es cinturón negro y habitual de gimnasios. Ahora, con la segunda parte, ha batido su propio record de ingresos en taquilla, y puede aspirar a papeles dramaticamente más elaborados.

En lo personal, Wesley, que en julio cumplirá los 40, es padre de dos hijos, el segundo de los cuales (una niña) lo ha tenido con su compañera, una pintora de origen coreano llamada Nikki Park.