Crítica: "Ocean's thirteen / Ahora son 13", exquisita y liviana

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Escenas de la película
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Escenas de la película26-VI-07

Por Alberto Duque López

Hay películas que uno mira una tarde de verano y, antes que agonice la estación, ya están convertidas en cenizas o al menos, en recuerdos desechables. En cambio, otras se quedan fijas para siempre, como el aroma de las tostadas antes de recibir la mantequilla a las 8:00 de la mañana en un hotelito de Manhattan o la suavidad de unas sábanas todavía tibias y arrugadas por el cuerpo de una hermosa mujer que estuvo mojando los pies en las aguas del Ganges.

En ese segundo grupo, inolvidables, siguen frescas e inalteradas películas como "El Samurai" de Melville, "Ocho y medio" de Fellini, "Novecento" de Bertolucci, "Furtivos" de Borau o "El huevo de la serpiente" de Bergman.

"Ocean's thirteen / Ahora son 13" forma parte de la primera categoría. Y es que, algo es evidente mientras uno sigue las aventuras de los delincuentes de esta secuela de "La gran estafa / Ocean's eleven" y "La nueva gran estafa / Ocean's twelve", dirigidas todas por un excelente realizador y productor como Steven Soderbergh: que el equipo de actores y técnicos se divirtió todo el tiempo, que la camaradería fue total y contagiosa, y que las bromas y situaciones disparatadas de una película que se mira como un pasatiempo elegante y lleno de seres humanos hermosos, también ocurrieron en la vida real. Exquisita y liviana, para matar dos horas.

Ese desenfado, ese humor negro, esas ganas de filmar una película que en principio no tendría justificación, se sienten en los gestos, los diálogos, los movimientos, las decisiones y sobre todo el sentido inmoral de los personajes interpretados por actores tan populares como George Clooney, Brad Pitt, Matt Damon, Andy García, Don Cheadle, Bernie Mac, Ellen Barkin (sensual a su edad y en una escena de seducción que recuerda sus espasmos de "Sea of Love"), Casey Affleck, Carl Reiner, Elliot Gould y un auténtico "bonus", Al Pacino, con sus ojos desorbitados...

Ya en 1960, el director Lewis Milestone contó por primera vez esa misma historia en un clásico, "Once a la medianoche / La cuadrilla de los once" en la que otra pandilla de amigos asaltaba Las Vegas, dejaba la ciudad a oscuras y escapaba con un precioso botín. Eran otros tiempos, los del jazz y las mujeres pelirrojas y los enormes casinos repletos de turistas tontos y la película se mantiene intocada, gracias a ellos: Frank Sinatra, Dean Martin, Sammy Davis Jr., Peter Lawford, Angie Dickinson, Richard Conte, César Romero, Patrice Wymore, Joey Bishop, Akim Tamiroff, Henry Silva, Richard Benedict y Jean Willes.

"Ahora son 13" tiene el toque de aventura, sofisticación, despilfarro, alardes tecnológicos y como en todas las películas de este director, una prueba irrefutable de sus profundos conocimientos del cine, en esta ocasión, girando alrededor de dos situaciones específicas que solo buscan la venganza y humillar a un todopoderoso que maltrató a uno de los amigos de Danny Ocean (Sinatra/Clooney), mientras los personajes le hacen guiños al espectador, le piden que no tome en serio la película y se deje arrastrar por su sentido de la frescura y la diversión.

Si alguien duda de las verdaderas intenciones, basta recordar las palabras del director: "Pensé que sería divertido regresar a Las Vegas. Aunque la verdad es que la película acabó haciéndose porque todos querían trabajar juntos de nuevo. Y lo que siempre quedó claro es que la única forma de que funcionara era conseguir que todos regresaran: o todos o nadie".

Es una delicia contemplar los lazos entre los personajes de Clooney y Pitt (los mismos de la vida real), hablando a medias, pisándose las palabras, completando las frases del otro, haciendo sentir a los demás que están por fuera de esa complicidad que raya con la ternura y el cariño entre dos hombres que dirigen con humor negro, inteligencia, valor, decisión, intrepidez, elegancia, sofisticación, humor negro, mucho mundo y cinismo ese grupo de expertos reunido de nuevo para que todos hagan lo único que saben hacer, en el momento adecuado.

O, como escribió Manohla Dargis en el NY Times, esta película es liviana, se evapora porque es más ligera que el aire, más bella que la vida, un estruendo y una máquina bien aceitada que funciona gracias a su maestro de ceremonias, Soderbergh.