ESTRENO: "Más extraño que la ficción", un personaje ficticio que se rebela en la realidad
- por © NOTICINE.com
16-I-07
Por Alberto Duque López
Sí, tienen razón. Es demasiado temprano para hablar de las mejores películas de 2007 pero, después de mirar “Más extraño que la ficción” luego de “Los hijos del hombre / Niños del hombre” más “Babel” más “El laberinto del fauno” más “El ilusionista”, entonces lo de la lista no es una exageración. Pocas películas tan divertidas, tan inteligentes, tan oportunas, tan refrescantes y tan imaginativas como ésta, dirigida por Marc Foster (“Monster Ball” y “Finding Neverland” entre otras), protagonizada por Will Ferrell, Emma Thompson, Dustin Hoffman y Maggie Gyllenhaal y convertida desde su estreno hace pocas semanas en Estados Unidos y su presentación ahora en Iberoamérica, en objeto de culto. Absolutamente deliciosa e insólita, sigue los pasos de esa novelista que intenta solucionar el bloqueo que le impide finalizar su libro. Un bloqueo que obliga a la editorial al envío de una morena enorme y alegre, experta en eso, en acabar con el conflicto de los escritores que, desesperados, intentan suicidarse ante la página (o la pantalla) en blanco.
Mientras escribe y se escucha su voz que describe esos párrafos que no salen con tanta facilidad; mientras desarrolla la historia que avanza hacia la muerte del protagonista, éste, cepillándose los dientes 72 veces, escucha la voz femenina que habla de él y su destino. Y su vida se trastoca. Se convierte en un absurdo. ¿O al revés? O sea, el personaje de la ficción, materializado en la misma ciudad, bajo el mismo sol, en una serie de escenas desternillantes, gracias al talento de la escritora.
Entonces, el personaje que trabaja como asesor e investigador de la Oficina de Impuestos Federal, uno de los organismos más temidos y detestados, se rebela e intenta enderezar la situación, él, que tiene el oficio más demencial. Y para empeorar la situación, se enamora de una chica que está al otro lado de la calle. Opuesta.
Es un maniático. Todos sus trajes y todas sus camisas y todos sus zapatos son del mismo color. Sus rituales no cambian. Además, depende de ese reloj que va marcando hasta el último de los segundos porque, todos los días repite los mismos gestos, a las mismas horas: despertarse, ducharse, cepillarse tantas veces los dientes, hacerse el nudo de la corbata, atravesar la calle, esperar el autobús, bajarse cerca al trabajo, morder una manzana y así, convertido en un robot cuya perfección se ve alterada esa mañana, cuando oye la voz de la novelista que habla sobre él, sobre su vida.
Con un humor que se apoya en diálogos y situaciones muy divertidos, y la actuación memorable de Thompson y Hoffman (es un experto que tiene los métodos más risibles para ayudar psicológicamente a los demás), a pesar de Ferrell, tiene el espectáculo gratificante de una actriz formidable como Gyllenhaal, en permanente ascenso en los últimos años.
Seguramente, el lector tendrá que incluirla entre las mejores películas que veremos este año.
Por Alberto Duque López
Sí, tienen razón. Es demasiado temprano para hablar de las mejores películas de 2007 pero, después de mirar “Más extraño que la ficción” luego de “Los hijos del hombre / Niños del hombre” más “Babel” más “El laberinto del fauno” más “El ilusionista”, entonces lo de la lista no es una exageración. Pocas películas tan divertidas, tan inteligentes, tan oportunas, tan refrescantes y tan imaginativas como ésta, dirigida por Marc Foster (“Monster Ball” y “Finding Neverland” entre otras), protagonizada por Will Ferrell, Emma Thompson, Dustin Hoffman y Maggie Gyllenhaal y convertida desde su estreno hace pocas semanas en Estados Unidos y su presentación ahora en Iberoamérica, en objeto de culto. Absolutamente deliciosa e insólita, sigue los pasos de esa novelista que intenta solucionar el bloqueo que le impide finalizar su libro. Un bloqueo que obliga a la editorial al envío de una morena enorme y alegre, experta en eso, en acabar con el conflicto de los escritores que, desesperados, intentan suicidarse ante la página (o la pantalla) en blanco.
Mientras escribe y se escucha su voz que describe esos párrafos que no salen con tanta facilidad; mientras desarrolla la historia que avanza hacia la muerte del protagonista, éste, cepillándose los dientes 72 veces, escucha la voz femenina que habla de él y su destino. Y su vida se trastoca. Se convierte en un absurdo. ¿O al revés? O sea, el personaje de la ficción, materializado en la misma ciudad, bajo el mismo sol, en una serie de escenas desternillantes, gracias al talento de la escritora.
Entonces, el personaje que trabaja como asesor e investigador de la Oficina de Impuestos Federal, uno de los organismos más temidos y detestados, se rebela e intenta enderezar la situación, él, que tiene el oficio más demencial. Y para empeorar la situación, se enamora de una chica que está al otro lado de la calle. Opuesta.
Es un maniático. Todos sus trajes y todas sus camisas y todos sus zapatos son del mismo color. Sus rituales no cambian. Además, depende de ese reloj que va marcando hasta el último de los segundos porque, todos los días repite los mismos gestos, a las mismas horas: despertarse, ducharse, cepillarse tantas veces los dientes, hacerse el nudo de la corbata, atravesar la calle, esperar el autobús, bajarse cerca al trabajo, morder una manzana y así, convertido en un robot cuya perfección se ve alterada esa mañana, cuando oye la voz de la novelista que habla sobre él, sobre su vida.
Con un humor que se apoya en diálogos y situaciones muy divertidos, y la actuación memorable de Thompson y Hoffman (es un experto que tiene los métodos más risibles para ayudar psicológicamente a los demás), a pesar de Ferrell, tiene el espectáculo gratificante de una actriz formidable como Gyllenhaal, en permanente ascenso en los últimos años.
Seguramente, el lector tendrá que incluirla entre las mejores películas que veremos este año.