CRÍTICA: "Infiltrados", la corrupción según Scorsese

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Jack Nicholson
Jack Nicholson
DiCaprio y Damon en InfiltradosJack Nicholson23-X-06

Por Alberto Duque López

Es un ritual, nunca decepcionante, nunca inútil. Esperar cada tantos años la nueva película del director, guionista y productor Martin Scorsese quien, hace rato, pasó a la memoria universal con "Taxi Driver", "Toro Salvaje", "La última tentación de Cristo" y "Uno de los nuestros / Buenos muchachos", entre otras miradas personales, violentas y sangrientas a ese universo violento donde los machos predominan, las mujeres no existen y la justicia normal es reemplazada por códigos ancestrales y secretos, ejercidos en la mayoría de las veces por la mafia siciliana.

Considerado uno de los más grandes y personales creadores del cine contemporáneo, Scorsese (17 de noviembre de 1942 en Queens, Nueva York; a los siete años se mudó con la familia a la zona de Little Italy, en Manhattan ), tiene una filmografía que refleja sus profundas preocupaciones estéticas y humanas: el Catolicismo, la Culpa, la Redención, el Pecado, la Familia, los Amigos, Nueva York, la Historia, el Destino, la Muerte, los Inmigrantes Italianos, la Comida, el Sexo, el Cine y la Mafia, preocupaciones que asoman en cada una de sus películas.

"Infiltrados", su nueva cinta refleja también esas obsesiones pero con dos variaciones significativas: esta vez, la mafia es irlandesa (simbolizada por un sarcástico, violento, peligroso y sensual Jack Nicholson) y el escenario, las calles del sur de Boston. El tono de esta obra maestra que enloqueció a los asistentes al festival de Roma, despertó el entusiasmo de los espectadores (es la primera película del director que triunfa en sus iniciales semanas de exhibición), y dejó sin calificativos a los críticos más duros, ese tono sólo posible en el cine de este maestro, se refleja en esta anécdota.

Dice Scorsese que había una frase fantástica en el guión que al final no consiguieron encajar. El jefe mafioso, Nicholson, está hablando con un viejo obrero del barrio que nunca quiso integrarse en la mafia, y le respeta por eso. Nicholson le dice: "Ah, como me gusta el espíritu irlandés: despertarse cada mañana y smell the coffin" (un juego de palabras entre coffee, café, y coffin, ataúd). Con diálogos como ése, "Infiltrados" se convierte en la película más fatalista y desesperanzada en la obra de un director para quien, contemplar al ser humano en sus peores caídas y abismos, es una conducta que nunca ha dejado de ejercer, ni siquiera en sus producciones más comerciales.

Los estudiosos que desmontan las piezas de "Infiltrados" en busca de su mecanismo secreto, se asombran ante ese espectáculo de un grupo de hombres (mafiosos y policías), enfrentados por el poder, la lealtad y el demonio que llevan en ellos mismos, obsesivos, empecinados y ciegos hasta llegar a la violencia más extrema que provoca lo que en el fondo todos anhelan, sus propias muertes.

Apoyado en sus dos colaboradores más fieles, el fotógrafo Michael Balhaus y la montajista Thelma Schumacher, Scorsese ha logrado una película cortante, nerviosa, incisiva, que se permite innumerables planos para alimentar el suspenso, el miedo y la sorpresa de presenciar la muerte en primera fila. Basada en un guión escrito por William Monahan a partir de uno de los grandes éxitos de Hong Kong, "Juego sucio / Infernal Affais", un proyecto en el que el director llevaba varios años trabajando.

Este drama, que también tiene sus elementos cómicos y ridículos, avanza con dos personajes formidables, únicos y jóvenes: Collin Sullivan (Matt Damon), el chico mafioso que se infiltra en la policía estatal, y Billy Costigan (Leonardo DiCaprio, en su tercera colaboración con el director), el policía que entra a la Mafia irlandesa. Ambos giran alrededor de un personaje maldito, (inspirado en Whitey Bulger, uno de los 10 criminales más buscados) llamado Frank Costello, interpretado con aliento sanguinario por un Nicholson desbocado, a quien el director le permitió que improvisara todas sus escenas, con el resultado esperado: el espectador entiende cuando le cuentan que, quien está sentado a su lado en la oscuridad, puede matarlo, a cualquier precio. Y se preocupa.

Menos violenta, menos gráfica que sus películas mafiosas anteriores, "Infiltrados" enseña toda la sabiduría de Scorsese, especialmente con esos primeros minutos alucinantes, enloquecedores: mientras suena la música de los Rolling Stones, aparece en la oscuridad el rostro de Nicholson, cercano a un niño que lo mira con asombro, recibe los dulces que le compra y presencia cómo el robusto y procaz delincuente susurra algunas palabras al oído de la joven vendedora, seguramente sucias por su expresión. Minutos después, aparece el niño ya convertido en Damon, graduándose en la academia de policía y agradeciéndole al mafioso un nuevo regalo.

De ahí en adelante ese joven, surgido de las barriadas irlandesas de Boston, se convierte en los ojos y los oídos y el corazón de la Mafia en el interior de la policía, mientras en esos mismos espacios, sin reconocerse, se mueve el otro muchacho en un proceso inverso. Por supuesto, en un momento dado, habrá más de Nicholson el hombre, en Costello el personaje, pero ni a Scorsese ni al espectador le importan esa situación. Esos primeros minutos de la película lo justifican todo. Como lo justifican el que una misma muchacha resulte ligada a los dos personajes camuflados.

Como dijo alguien,"traiciones, dobles juegos, asesinatos, corrupción, actos inmorales, violencia en todas sus formas, calles peligrosas", todo ese universo muy de Scorsese, está servido mientras durante esas dos horas y media crece la tensión, especialmente en las escenas en que el policía infiltrado se convierte en uno de los favoritos de Costello y cada vez sufre más ante la posibilidad de ser descubierto. El mafioso, mientras tanto, mide cada uno de sus movimientos alertado por su infiltrado que evita, a la distancia, que su protector sea atrapado.

Narrada con un montaje que extiende y recorta los tiempos y los espacios, alterándolos, forzándolos, siguiendo de cerca las angustias de los dos jóvenes que mienten y traicionan, "Infiltrados" es una mirada lúcida, llena de rabia, a la peor de las apariencias, a la más infame de las trampas, a la más engañosa de las relaciones. El espectador tratará de salir indemne de la oscuridad. Liberado de la culpa o del remordimiento, quizás.