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8-II-06

La inglesa Keira Knightley y la estadounidense Scarlett Johansson no han tenido tapujos para quitarse la ropa con motivo de la edición especial de la revista Vanity Fair, donde se las puede ver como Dios las trajo al mundo junto a Tom Ford, ex director creativo de Gucci y responsable artístico de este número especial sobre Hollywood, quien debió completar la portada de forma abrupta cuando la tercera fémina que debía aparecer allí, la canadiense Rachel McAdams, decidió retirarse por sentirse incómoda con la sensual sesión de fotos que fue llevada a cabo por la distinguida Annie Leibovitz.

La más reciente edición de Vanity Fair, que saldrá a la venta el 14 de febrero, está dedicada a las figuras de Hollywood y para su tapa se seleccionó a las tres actrices jóvenes con más futuro dentro de la industria cinematográfica: Keira Knightley, Scarlett Johansson y Rachel McAdams. Las tres coinciden en aunar éxito y talento, aunque las dos primeras cuentan con una carrera más sólida, en la cual se mueven con igual comodidad en las producciones de gran presupuesto como en los films independientes que refuerzan su calidad interpretativa.

Knightley, de 20 años, despuntó en "Piratas del Caribe: La maldición de la Perla Negra" y se puede decir que este es su año consagratorio, gracias a la nominación al Oscar como mejor actriz conseguida por "Orgullo y prejuicio". Johansson, de 21 años, fue aquella niña de "El hombre que susurraba a los caballos" pero ganó fama como la joven perdida en Tokio de "Lost in Translation" y ahora puede darse el lujo de ser la última musa de Woody Allen, quien la dirigió en "Match Point" y "Scoop".

Por su parte, McAdams, de 29 años, debió cumplir con el inevitable paso por la comedia adolescente ("Chicas malas") antes de demostrar sus dotes para el drama, que se suman a su indudable carisma, en "El diario de Noa / Diario de una pasión". Recientemente pudo ser vista en "De boda en boda / Los rompebodas" y "La joya de la familia" en roles secundarios, por lo cual, aún tiene pendiente la materia de cargar una cinta sobre sus espaldas y por lo que se desprende de su actitud frente al desnudo que debía completar, de perder las inhibiciones.