A los 75 años, Robert Duvall, firme en sus convicciones y talentos
- por © Pablo Gutiérrez-NOTICINE.com
5-I-06
Muchos lo consideran un sólido secundario, pero Robert Duvall, que este jueves cumple 75 años, es uno de esos profesionales del cine que alientan el dicho: "No hay papeles pequeños, sino actores pequeños". Y él es siempre de los grandes. Conservador, republicano hasta las cachas y no dotado de la virtud de la paciencia, este actor californiano que ha hecho incursiones también tras la cámara, ganó un Oscar (y ha sido nominado en seis ocasiones), cuatro Globos de Oro (de los cinco a los que ha optado), e innumerables otros honores, entre ellos el Premio Donostia en San Sebastián hace menos de tres años.
Su afición por la interpretación se dice que comenzó en el colegio, en algunas obras de teatro, pero tuvo que esperar a pasar una buena temporada en la guerra de Corea, y hasta 1962 no hizo su primera, digamos, gran aparición, eso sí, en una de las obras maestras del cine, "Matar a un ruiseñor", como Boo Radley. Desde entonces no ha parado de interpretar a todo tipo de personajes en todo tipo de películas, desde "La jauría humana" a "La Invasión de los ultracuerpos", pasando por "Bullit" o "60 segundos".
Y aunque no todas las películas en las que se le ha podido ver sean de lo mejor del séptimo arte, siempre ha dejado su impronta personal de actor versátil y de intensa capacidad interpretativa, superando a algunos de los que estaban por encima de él en los créditos, caso claro de Tom Cruise en "Días de trueno".
Para hablar de la carrera de Duvall y de sus mejores interpretaciones no se puede uno olvidar de algunos de sus papeles míticos, como el del mayor Frank Burns en "M.A.S.H." y tres de sus colaboraciones con Francis Ford Coppola, haciendo en las dos primeras entregas de la saga de los Corleone del "consigliere" Tom Hagen y del teniente coronel Kilgore, obsesionado con las Valkirias wagnerianas y las tablas de surf.
Que duda cabe de que una de sus mejores actuaciones fue la que realizó en "Gracias y favores" (1983), película en la que encarnaba a un cantante de country (y para la que según se dice compuso e interpretó sus propias canciones), y que le valió los dos mayores reconocimientos que un actor puede obtener en Estados Unidos, el Oscar y el Globo de Oro al Mejor Actor Principal.
A nadie se le debe olvidar que este hombre, tantos años dedicado a ser el secundario de muchos otros, ha destacado con luz propia también por las cintas que él mismo ha dirigido, cuatro desde que en 1975 realizara su "We're not the jet set", a la que siguieron "Angelo, my love" (1983), "Camino al cielo" (1997) y "Assassination tango" (2002).
A los 75 años, aunque no por mucho, Duvall sigue demostrando energía suficiente para meterse en la piel de cualquiera y hacerlo impecablemente, como hasta ahora. Sus últimos estrenos han sido "Open range", "Dos viejos cascarrabias / El secreto de los McCann" y "Kicking & screaming", y en su agenda figuran entre rodajes y proyectos no menos de cinco títulos más.
Muchos lo consideran un sólido secundario, pero Robert Duvall, que este jueves cumple 75 años, es uno de esos profesionales del cine que alientan el dicho: "No hay papeles pequeños, sino actores pequeños". Y él es siempre de los grandes. Conservador, republicano hasta las cachas y no dotado de la virtud de la paciencia, este actor californiano que ha hecho incursiones también tras la cámara, ganó un Oscar (y ha sido nominado en seis ocasiones), cuatro Globos de Oro (de los cinco a los que ha optado), e innumerables otros honores, entre ellos el Premio Donostia en San Sebastián hace menos de tres años.
Su afición por la interpretación se dice que comenzó en el colegio, en algunas obras de teatro, pero tuvo que esperar a pasar una buena temporada en la guerra de Corea, y hasta 1962 no hizo su primera, digamos, gran aparición, eso sí, en una de las obras maestras del cine, "Matar a un ruiseñor", como Boo Radley. Desde entonces no ha parado de interpretar a todo tipo de personajes en todo tipo de películas, desde "La jauría humana" a "La Invasión de los ultracuerpos", pasando por "Bullit" o "60 segundos".
Y aunque no todas las películas en las que se le ha podido ver sean de lo mejor del séptimo arte, siempre ha dejado su impronta personal de actor versátil y de intensa capacidad interpretativa, superando a algunos de los que estaban por encima de él en los créditos, caso claro de Tom Cruise en "Días de trueno".
Para hablar de la carrera de Duvall y de sus mejores interpretaciones no se puede uno olvidar de algunos de sus papeles míticos, como el del mayor Frank Burns en "M.A.S.H." y tres de sus colaboraciones con Francis Ford Coppola, haciendo en las dos primeras entregas de la saga de los Corleone del "consigliere" Tom Hagen y del teniente coronel Kilgore, obsesionado con las Valkirias wagnerianas y las tablas de surf.
Que duda cabe de que una de sus mejores actuaciones fue la que realizó en "Gracias y favores" (1983), película en la que encarnaba a un cantante de country (y para la que según se dice compuso e interpretó sus propias canciones), y que le valió los dos mayores reconocimientos que un actor puede obtener en Estados Unidos, el Oscar y el Globo de Oro al Mejor Actor Principal.
A nadie se le debe olvidar que este hombre, tantos años dedicado a ser el secundario de muchos otros, ha destacado con luz propia también por las cintas que él mismo ha dirigido, cuatro desde que en 1975 realizara su "We're not the jet set", a la que siguieron "Angelo, my love" (1983), "Camino al cielo" (1997) y "Assassination tango" (2002).
A los 75 años, aunque no por mucho, Duvall sigue demostrando energía suficiente para meterse en la piel de cualquiera y hacerlo impecablemente, como hasta ahora. Sus últimos estrenos han sido "Open range", "Dos viejos cascarrabias / El secreto de los McCann" y "Kicking & screaming", y en su agenda figuran entre rodajes y proyectos no menos de cinco títulos más.