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28-X-05

Un suceso comercial como fue "La máscara del Zorro", que recaudó más de 250 millones de dólares a nivel mundial, ameritaba una secuela para extender la franquicia y seguir sacando rédito de una fórmula exitosa. Sin embargo, la segunda aventura de "El Zorro" ha tardado bastante en llegar a las pantallas, de acuerdo a los tiempos de Hollywood, ya que se tomaron siete años para lanzar su secuela "La leyenda del Zorro" -que llegó este jueves y viernes a todo el mundo-, en buena medida por no encontrar el guión adecuado y por la dificultad de volver a reunir a las estrellas de la primera entrega, Antonio Banderas y Catherine Zeta-Jones.

En el film, una década ha transcurrido desde que Alejandro de la Vega (Banderas) se transformó en "El Zorro", un héroe de capa y espada que defiende a la gente común, y se ganó el corazón de Elena (Zeta-Jones). Ahora están casados, tienen un hijo de diez años, Joaquín (Adrián Alonso), y muchas peleas conyugales, como consecuencia de las reiteradas ausencias de Alejandro por culpa de su doble vida. Elena da a elegir a Alejandro entre su familia o El Zorro, y cuando él se ve forzado a usar la máscara una vez más, ella lo echa de la casa. Rápidamente le llegan los papales de divorcio y la relación que se establece entre Elena y un ex compañero de colegio, el aristócrata francés Armand (Rufus Sewell), vuelve loco de celos a Alejandro, quien inicia una vida errante hasta que descubre las intenciones del galo: destruir a los nacientes Estados Unidos.

Como sucediera con la original, Martin Campbell es nuevamente el encargado de dirigir este film de acción y aventuras sobre el personaje literario creado en 1919 por Johnston McCulley. Básicamente esta es otra cinta sobre héroes, tan de moda en los últimos años, que intenta acercarse más a la persona que a su alter-ego todopoderoso. Claro está que la película no posee la profundidad de un "Spider-Man" o la espectacularidad de "X-Men".

"La leyenda del Zorro" es un film que más que bucear en el aspecto psicológico del personaje central, muestra con humor las responsabilidades que acarrea el formar una familia. Más allá del tono ligero del mismo, el largometraje conlleva un nada disimulado mensaje pro-americano, mostrando a los mexicanos de California deseosos por convertirse en un nuevo estado y así ser libres y "americanos" -por lo cual también lucha el Zorro- y a una antigua cofradía europea -encabezada por un francés, como no- que busca acabar con los Estados Unidos. El resto es saltos acrobáticos, explosiones, persecuciones, algo de romance y la presentación del pequeño Joaquín -al que se adivina como sucesor de El Zorro-, dentro de un metraje que se torna excesivo.