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19-VII-05

Desde la pasada semana, Tom Cruise rueda en Italia la tercera parte de su saga "Misión imposible", en la que ejerce como productor y protagonista. No hay dos sin tres, pero si segundas partes nunca fueron buenas, las terceras pueden ser más que complicadas. Al prometido de Katie Holmes le están creciendo los enanos en su tercer papel del agente Ethan Hunt. Lo último es que esperaban poder filmar en territorio vaticano, pero la Iglesia finalmente se negó a acoger al equipo, de manera que éste tuvo que trasladarse al Palacio Real de Caserta, residencia veraniega de los reyes de Nápoles.

Allí, en un escenario que ya fue usado por George Lucas para uno de los últimos episodios de "La guerra de las galaxias", Cruise empezaba este lunes a filmar escenas, naturalmente protegido por un considerable equipo de seguridad privada, y acompañado por su joven novia.

Sin embargo el rodaje comenzó la pasada semana en Roma, concretamente con una complicada secuencia de persecución en el río Tíber. Para la Paramount, que pone buena parte del dinero, el respiro fue grande tras meses de retrasos y discusiones, y con un presupuesto que se iba por las nubes. Según algunos medios rondaba los 185 millones de dólares, pero cruise aceptó un recorte en su porcentaje para poder tener el visto bueno final.

Desde que este proyecto se puso en marcha, las entradas y salidas de profesionales han sido constantes. Entre los actores, Scarlett Johansson tuvo que renunciar el pasado mayo porque el retraso entraba en conflicto con su agenda laboral, también lo habían hecho antes Thandie Newton y Carrie-Anne Moss, y lo mismo ocurrió con los realizadores, aunque aquí sobre todo se trató de diferencias de "criterio". El primer contratado, David Fincher, decidió irse a dirigir otra cosa, y Joe Carnahan no tuvo mucha química con Tom, eligiendo éste finalmente al televisivo J.J. Abrams, responsable de series como "Alias" y "Perdidos".

Cruise ha querido imitar en este secuela las correrías internacionales del mismísimo James Bond, y la cinta tiene localizaciones en diferentes lugares de Europa y EEUU. Sin embargo, antes de que el Vaticano se negara a concederle su permiso de filmación (quizás por esa "sacrílega" secuencia de la segunda parte en la que guionistas o directores artísticos confundían la Semana Santa andaluza con las Fallas valencianas, quemando los pasos con las imágenes religiosas...), ya lo había hecho el parlamento alemán, cuya sede, el Reichstag, quedó vetado como set.