Reportaje: Erase una vez, en una galaxia muy lejana (I)
- por © Alberto Duque López-NOTICINE.com
9-V-05
Dicen que todo comenzó en pleno verano, un martes 12 de junio de 1962 en la ciudad de Modesto, Valle de San Joaquín (California), a las cinco de la tarde. Un muchacho llamado George Lucas, con 18 años cumplidos, al volante de un pequeño Fiat de dos cilindros hizo una tranquila parada en una de las esquinas de la calle Sylvan y sorpresivamente fue embestido por un Chevy Impala conducido por uno de sus mejores amigos, Frank Ferreira, un año más joven.
El Fiat dio varias vueltas de campana, Lucas salió despedido por el techo y cayó a varios metros de distancia mientras sus pulmones se inundaban de sangre. Con numerosas heridas, golpes y síntomas graves fue internado en el Modesto City Hospital. Más tarde, cuando los angustiados padres y la hermana lo encontraron con varias agujas y tubos entrando y saliendo de su delgado cuerpo, el muchacho reconoció a la madre, Dorothy, y con una voz inaudible le preguntó: "Madre, ¿es que hice algo malo?".
La madre sonrió, se quedó callada y pensó en los años desperdiciados de un joven que escapaba todo el tiempo de clases, que no estudiaba, que recibía las peores notas y tenía que ser ayudado por la hermana menor de quien dependía en época de exámenes.
Dicen que durante los días siguientes mientras escapaba a una muerte casi segura en la oscuridad de su habitación hospitalaria, el muchacho que habría de convertirse a los 33 años en uno de los productores y directores independientes más importantes del mundo, sintió que si había escapado a la muerte tenía que ser por algo y debía cambiar de actitud ante la vida. Sobre todo, confesaría después, seguir su instinto, aunque fuera contra la corriente, desafiando el sentido común o la opinión ajena.
Ese instinto, el mismo que comparte con su amigo y socio Steven Spielberg (entre los dos tienen las 10 películas más taquilleras en la historia del cine), será expuesto y comprobado de nuevo a partir de este jueves 19 de mayo cuando, en todo el mundo, además de Norteamérica, Europa y Latinoamérica sea estrenada su película "La Guerra de las Galaxias, Episodio III", con la cual finaliza una saga que se inició en 1977 con la primera "Guerra de las Galaxias", convertida en episodio IV en 1980 cuando estrenó "El Imperio Contraataca" o episodio V; en 1983 lanzó "El retorno del Jedi" o episodio VI, pero en 1999 regresó a las fuentes originales de sus historias y
personajes galácticos y, siguiendo su instinto, dio una vuelta en su crónica y estrenó "La amenaza del fantasma" o episodio I; en 2002, "El ataque de los clones" o episodio II y ahora este que deberá ser acoplado por millones de espectadores en el mundo entero al resto de la historia, "Episodio III, la venganza de los Sith".
Cuando le preguntan a Lucas cómo se mira a sí mismo, tiene una frase simple pero no modesta: "Soy víctima de mi propio éxito, soy un triunfador, por eso la gente no me critica porque nadie se enfrenta a los ganadores, es como si tuviera una fórmula pero en el fondo todo se debe a una sola palabra: instinto, el mismo que no me abandona y me empuja en todos los actos de mi vida".
Gracias a ese instinto centenares de fanáticos (en este caso no puede hablarse de admiradores ni seguidores porque uno no siente admiración por alguien como Lucas o Spielberg o Woody Allen, sino fanatismo profundo y devastador) acampan con tiendas y sacos de dormir a las puertas de varias salas de cine en distintas ciudades de Estados Unidos y Europa porque quieren ser los primeros en conocer, no el desenlace sino el momento más triste, angustioso, oscuro y fatal de uno de sus personajes claves, Anakin Skywalker convertido en Darth Vader, un hombre miserable que fue
escogido hace poco como uno de los personajes más peligrosos y siniestros del cine, al lado de la bestia de "Tiburón", el psicópata de "Psicosis" y Hannibal Lecter.
Gracias a ese instinto, hace poco más de 50.000 fanáticos se reunieron en Indianápolis durante cuatro días para intercambiar emociones sobre los personajes y las historias cruzadas de "La Guerra de las Galaxias", saludar a Lucas, ver la nueva película y, lo más importante, sentirse socios de un club muy exclusivo.
Dicen que todo comenzó en pleno verano, un martes 12 de junio de 1962 en la ciudad de Modesto, Valle de San Joaquín (California), a las cinco de la tarde. Un muchacho llamado George Lucas, con 18 años cumplidos, al volante de un pequeño Fiat de dos cilindros hizo una tranquila parada en una de las esquinas de la calle Sylvan y sorpresivamente fue embestido por un Chevy Impala conducido por uno de sus mejores amigos, Frank Ferreira, un año más joven.
El Fiat dio varias vueltas de campana, Lucas salió despedido por el techo y cayó a varios metros de distancia mientras sus pulmones se inundaban de sangre. Con numerosas heridas, golpes y síntomas graves fue internado en el Modesto City Hospital. Más tarde, cuando los angustiados padres y la hermana lo encontraron con varias agujas y tubos entrando y saliendo de su delgado cuerpo, el muchacho reconoció a la madre, Dorothy, y con una voz inaudible le preguntó: "Madre, ¿es que hice algo malo?".
La madre sonrió, se quedó callada y pensó en los años desperdiciados de un joven que escapaba todo el tiempo de clases, que no estudiaba, que recibía las peores notas y tenía que ser ayudado por la hermana menor de quien dependía en época de exámenes.
Dicen que durante los días siguientes mientras escapaba a una muerte casi segura en la oscuridad de su habitación hospitalaria, el muchacho que habría de convertirse a los 33 años en uno de los productores y directores independientes más importantes del mundo, sintió que si había escapado a la muerte tenía que ser por algo y debía cambiar de actitud ante la vida. Sobre todo, confesaría después, seguir su instinto, aunque fuera contra la corriente, desafiando el sentido común o la opinión ajena.
Ese instinto, el mismo que comparte con su amigo y socio Steven Spielberg (entre los dos tienen las 10 películas más taquilleras en la historia del cine), será expuesto y comprobado de nuevo a partir de este jueves 19 de mayo cuando, en todo el mundo, además de Norteamérica, Europa y Latinoamérica sea estrenada su película "La Guerra de las Galaxias, Episodio III", con la cual finaliza una saga que se inició en 1977 con la primera "Guerra de las Galaxias", convertida en episodio IV en 1980 cuando estrenó "El Imperio Contraataca" o episodio V; en 1983 lanzó "El retorno del Jedi" o episodio VI, pero en 1999 regresó a las fuentes originales de sus historias y
personajes galácticos y, siguiendo su instinto, dio una vuelta en su crónica y estrenó "La amenaza del fantasma" o episodio I; en 2002, "El ataque de los clones" o episodio II y ahora este que deberá ser acoplado por millones de espectadores en el mundo entero al resto de la historia, "Episodio III, la venganza de los Sith".
Cuando le preguntan a Lucas cómo se mira a sí mismo, tiene una frase simple pero no modesta: "Soy víctima de mi propio éxito, soy un triunfador, por eso la gente no me critica porque nadie se enfrenta a los ganadores, es como si tuviera una fórmula pero en el fondo todo se debe a una sola palabra: instinto, el mismo que no me abandona y me empuja en todos los actos de mi vida".
Gracias a ese instinto centenares de fanáticos (en este caso no puede hablarse de admiradores ni seguidores porque uno no siente admiración por alguien como Lucas o Spielberg o Woody Allen, sino fanatismo profundo y devastador) acampan con tiendas y sacos de dormir a las puertas de varias salas de cine en distintas ciudades de Estados Unidos y Europa porque quieren ser los primeros en conocer, no el desenlace sino el momento más triste, angustioso, oscuro y fatal de uno de sus personajes claves, Anakin Skywalker convertido en Darth Vader, un hombre miserable que fue
escogido hace poco como uno de los personajes más peligrosos y siniestros del cine, al lado de la bestia de "Tiburón", el psicópata de "Psicosis" y Hannibal Lecter.
Gracias a ese instinto, hace poco más de 50.000 fanáticos se reunieron en Indianápolis durante cuatro días para intercambiar emociones sobre los personajes y las historias cruzadas de "La Guerra de las Galaxias", saludar a Lucas, ver la nueva película y, lo más importante, sentirse socios de un club muy exclusivo.