Cuenta regresiva hacia el Oscar (V): "El aviador"

por © Alberto Duque López-NOTICINE.com
Senador Brewster (Alda)
Senador Brewster (Alda)
Katharine Hepburn (Blanchett)Senador Brewster (Alda)25-II-05

Basta con analizar la sonrisa estoica, las cejas gruesas y alzadas, la nariz más agudizada y el gesto de inteligencia y austeridad, para comprender que el maestro (a pocos directores actuales podemos llamar maestros) Martin Scorsese está muy por encima o mejor, más allá de las once nominaciones actuales al Oscar de su película "El aviador", auténtica lección de cine que en menos de tres horas cuenta una de las historias más apasionantes de los últimos años, con ese personaje que sigue fascinando porque siempre se adelantó a su época, ese Howard Hughes que quizás ha sido interpretado por el menos adecuado de los actores jóvenes, Leonardo DiCaprio.

Las primeras escenas mientras la madre seca al niño con una toalla grande y lo contempla como su obra maestra, iluminados por una atmósfera tenue y húmeda, son inconfundibles y tienen el sello Scorsese: como el niño de "Gangs of New York" que contempla al padre mientras se prepara para el combate mortal que lo convertirá en santo, o la mirada implacable de la esposa en "La edad de la inocencia", sintiendo la emoción adúltera del marido, una emoción que será deliciosamente estrangulada por las convenciones sociales, o la inquietud de otro marido, poderoso y traicionero en "Casino", contemplando a su rubia y sensual esposa que coquetea con otros millonarios, o la desesperación de Jake Lamotta en "Toro salvaje" mientras descubre que la esposa no lo respeta, ni en el ring ni en la cama.

"El aviador" es una película hermosa, llena de nostalgia y soledad, enfocada en dos de las obsesiones más peligrosas del trastornado personaje: las películas y los aviones, a los cuales son añadidas algunas pocas de las incontables mujeres que fueron suyas.

Demasiado larga, reiterativa, engolosinada con ciertas escenas de acción como el rodaje de "Angeles del Infierno" o los seguidos desastres en los barrios de Los Angeles, la película refleja la manera minuciosa, perfeccionista y obsesiva que caracteriza el cine de Scorsese (para que no haya dudas: en el rodaje de "La edad de la inocencia", los manteles y los cubiertos y la vajilla de ese banquete desmesurado fueron facilitados por coleccionistas auténticos, y el menú, conformado por los mismos platos degustados tantos años atrás), una perfección que llega a convertirse en lastre.

Sorprende que Cate Blanchett y Alan Alda figuren como nominados en el rubro de actores secundarios por dos papeles que no aportan nada a sus respectivas carreras y lo que es peor, Blanchett se siente ridícula imitando los supuestos y viriles gestos de Katharine Hepburn enfrentada a un macho como Hughes.

Seguramente que "El aviador" perderá ante otra obra maestra como "Million Dollar Baby", retrato desconsolador que se nutre de los personajes y escenarios miserables del boxeo, continuación de la galería de perdedores impuesta por Clint Eastwood como productor y realizador. Una película que podría llevarse no solo el Oscar de mejor del año, sino el premio a la mejor actriz (Hillary Swank), mejor director y mejor actor secundario (Morgan Freeman), ese narrador triste, testigo de los combates morales y espirituales de una muchacha que ya no tiene nada qué perder y un hombre sabio y cansado que hace rato lo perdió todo, aparentemente.

Entonces, uno piensa: si a Scorsese le da igual ganar o no ganar el Oscar, ¿para qué preocuparnos, si sus películas ya pasaron a la memoria eterna del cine y la cultura general?