Cuenta regresiva hacia el Oscar (IV): "Million Dollar Baby"

por © Alberto Duque López-NOTICINE.com
Morgan Freeman
Morgan Freeman
Hilary SwankMorgan Freeman24-II-05

En Hollywood y no precisamente por su nueva película, "Million Dollar Baby", por fin se convencieron de la maestría, la sensibilidad, el humor, el sentido de la tragedia y el conocimiento de la esencia humana que marcan, desde hace largo rato, la obra de Clint Eastwood como productor y director.

Esta leyenda del cine universal (San Francisco, 31 de mayo de 1930), tiene 58 películas como actor; 28 como director; 22 como productor y 10 como compositor, y es reconocido como una de las últimas grandes figuras del cine clásico de Hollywood. Por supuesto, hasta hace poco, lo respetaban más en Europa que en Estados Unidos y películas suyas como "Mystic River", "Sin perdón", "Los puentes de Madison", "Bird" y "El jinete pálido", entre otras, son analizadas sin cansancio, aunque los más nostálgicos insisten en sus vaqueros con Sergio Leone o sus historias policíacas como "Harry, el sucio".

Un cronista apuntaba que "a primera vista, la trama de "Golpes del destino" es el vínculo entre Maggie (Hilary Swank), una chica de humilde condición que no quiere otra cosa que triunfar en el boxeo, y Frankie (Eastwood), un entrenador desengañado y entrado en años que carga con culpas del pasado, duda de su propia fe y sólo confía en la amistad de un ex pupilo (Morgan Freeman), personaje que ratifica el eterno rol de hombre solitario y resuelto a valerse por sí mismo que Eastwood siempre ha desempeñado. Mirada en forma integral desde la perspectiva de toda su filmografía, esta nueva película ratifica la coherencia de su visión como director que profundiza en la madurez las mismas búsquedas estilísticas y narrativas expresadas desde que se puso por primera vez detrás de las cámaras, en 1971, para rodar "Obsesión mortal". Eastwood retrató en la pantalla lo que él mismo representaba como figura protagónica: la afirmación del individualismo como respuesta a las preguntas que dejaba sin respuesta una sociedad carente de rumbos o liderazgos".

Luego de una larga batalla con Warner, que no estaba convencida de la utilidad de hacer "una película sobre boxeadores" (el director insiste en que esta es, más bien, una historia de amor sobre solitarios y perdedores; a la manera de Arthur Miller, agregamos), con 39 días de rodaje y un presupuesto reducido, la película asombra por su austeridad perfecta, su atmósfera violenta pero mesurada y el toque humano que no sentimental que roza a los tres personajes principales, manejados por un realizador sabio y profundo. Para cerrar su polémica con Warner, Eastwood afirma: "Yo no sé si mis películas volverán a hacer buen dinero. Pero sí estoy seguro de que sus productores estarán orgullosos de contarlas entre su patrimonio".

Como afirma otro cronista, "este vigésimo octavo largometraje de Clint Eastwood como realizador es uno de los relatos más personales, profundos, conmovedores y al mismo tiempo sombríos y desesperanzados de su dilatada y excepcional carrera. El ambiente del boxeo, con toda su brutalidad y sus códigos, sus injusticias y riesgos, sus degradaciones y miserias, le sirve para trabajar tópicos ya transitados en su cine, como el sacrificio y la redención, el honor y la moral, el creer en uno mismo, la persistencia ante la adversidad y entender que vale más el fracaso que no haberse arriesgado a enfrentar un desafío. Pero, como ocurrió con "Mystic River", "Million Dollar Baby" es, antes que nada, una película sobre la lealtad y la muerte, así como una mirada triste y desencantada sobre la crisis de la familia y, por ende, de la sociedad en su conjunto".

El espectador dirá hasta dónde comparte, por motivos morales, familiares o religiosos, esos momentos finales que tienen a la película en el ojo del huracán, enfrentada a grupos religiosos y políticos conservadores.