CRITICA: “Million dollar baby”, fórmula repetida y acertada

por © Ignacio Medina-NOTICINE.com
Morgan Freeman
Morgan Freeman
Hillary SwankMorgan Freeman4-II-05

Lo ha vuelto a hacer. Clint Eastwood con “Million dollar baby” repite la fórmula de “Mystic river” con la que tanto éxito ha cosechado. Su nueva película, basada en un relato corto de F. X. Toole, es también una historia de personajes lo suficientemente atormentados como para mantener el interés del público durante las más de dos horas que dura su proyección. A esto hay que sumar, un trío protagonista de altura, formado por Hillary Swank, Morgan Freeman y el propio Eastwood, y una dirección, de lo más resolutiva, al servicio siempre de la historia.

Si “Mystic river” contaba las vidas de tres amigos de la infancia marcadas por un hecho atroz con una narrativa hasta cierto punto engañosa -no hay que olvidar que durante gran parte de la película se prepara al espectador para que identifique a un falso culpable como el autor de un asesinato-, “Million dollar baby” es una historia de carencias afectivas. En ésta, Eastwood y Swank encuentran en el otro el rol familiar que les falta. Las dos películas coinciden en cómo el autor del guión da forma a sus personajes: en busca de profundidad, se les ahoga con problemas ahí donde los haya.

Al margen de excesos, por lo demás: el guión queda atado y muy bien atado. Hay frases memorables -como le gusta a Eastwood- que se repiten y con un sentido. Además, en esta historia de sacrificio, en la que asistimos al origen, gloria y caída de una promesa del boxeo, está la vieja estrella que se encarga de la limpieza del gimnasio -Freeman-, el soñador que quiere medirse con las grandes figuras del ring y la chica mala que juega muy sucio.

Eastwood introduce un elemento nuevo en su cine: la carga cómica viene dada por el propio drama que trae frito al protagonista. Después de misa, el bueno de Frankie -así se llama su personaje en la película- toca temas con el sacerdote que le llevan al otro por el camino de la amargura. Por respuesta siempre, el escribirle a su hija. Cartas diarias que Frankie manda y que, más tarde, ordena en una caja de zapatillas cuando llegan devueltas.

La música no es tan notoria como lo era en la otra pero le va bien a la historia, que a fin de cuentas es lo que importa. Una cosa más para los seguidores del más duro del Oeste: que no teman porque en esta película Eastwood sufre, pero no llora.