OPINION: El fenómeno del cine "indie"
- por © Redacción-NOTICINE.com
29-X-04
por Alberto Duque López
Madrugada. En uno de los peores suburbios de Cleveland, cuatro ladrones mediocres, tristes y derrotados, untados de fango y hollín se quedan mirándonos fijamente en busca de compasión, ternura y amistad. Son los protagonistas de una comedia sensacional, "Bienvenidos a Collinwood" ("Welcome to Collinwood"). Gracias a ellos aprendemos dos palabras que nos dejan marcados: "Mullinski" y "Bellini". En el argot de los maleantes callejeros, la primera se refiere a quien acepta cargar con un delito no cometido para que otro pueda salir de la cárcel y seguir con sus fechorías. La segunda palabra es, precisamente, ese trabajo que el detenido necesita realizar. La una no puede existir sin la otra.
Estos maleantes forman parte de la desoladora galería de personajes que con frecuencia nos llegan con las películas "indies" que se estrenan, la mayoría de las veces, en los circuitos no comerciales. Hay que memorizar esta palabra. Para los espectadores latinoamericanos este ha sido un buen año para conocer mejor ese fenómeno cultural, financiero y contagioso que algunos llaman "indie" o sea, cine independiente, el que supuestamente no depende de los grandes estudios de Hollywood ni para su producción ni su distribución; el que, como cualquier producto del Tercer Mundo se hace con un puñado de dólares, echando mano de los amigos actores para que acepten sueldos por debajo de las tarifas sindicales, hipotecando la casa propia, la de los padres y los suegros, ese cine que muchas veces se filma en video digital o en 16 milímetros, se amplía a 35 y luego se empaca y envía a los festivales donde recibe premios y ovaciones interminables.A veces, de manera exagerada.
Luego de películas "indies" como "Elefante", de Gus Van Sant; "American Splendor", de Robert Pulcini y Shari Springer Berman; "Lost in Translation", de Sofia Coppola; "Eterno resplandor de una mente sin recuerdos", de Michel Gondry; "Fahrenehit 9/11", de Michael Moore; "Lejos del paraíso", de Tod Haynes; "Antes del atardecer", de Richard Linklater; "Diarios de motocicleta", de Walter Salles (financiada por Robert Redford); "La hora 25", de Spike Lee; y "El diario de Noah", ("Diario de una pasión"), de Nick Cassavetes, entre otras estrenadas en los últimos meses, llegan dos auténticos ejemplo de estas películas que son observadas y cazadas con voracidad por los grandes estudios que, en ciertos casos, han creado otras divisiones para albergar estas historias escritas por muchachos rebeldes y dirigidas por creadores solitarios, preocupados más por la estética de un plano-secuencia que por los miles de dólares que deberían ingresar a la taquilla.
La una se llama "Fragmentos de Abril", de Peter Hedges. La otra perla de las películas "indies", "Bienvenidos a Collinwood", ha sido escrita y dirigida por Anthony y Joe Russo, basados en una comedia de Mario Moncielli, "Audaz golpe de los desconocidos de siempre". Los actores, habituales de grandes y pequeñas cintas: Sam Rockwell, Jennifer Esposito, Luis Guzmán, Paricia Clarkson y William H. Macy. Los productores: George Clooney y Steven Soderbergh. Clooney ya tiene una película "indie" como director: "Confesiones de una mente peligrosa". Su socio estremeció al mundo del cine en 1989 al ganarse la Palma de Oro en Cannes con "Sexo, mentiras y cintas de vídeo", anticipándose a otros directores "indies" en el mismo festival, David Lynch y Quentin Tarantino, con "Corazón salvaje" y "Pulp Fiction". Tarantino, por supuesto, ya había hecho de las suyas con "Reservoir Dogs" y regresaría después en 2004 como presidente del jurado.
Por supuesto, no es un fenómeno de ahora porque el cine siempre ha tenido "indies" aunque con menos protagonismo. Como afirma el crítico colombiano Ricardo Silva Romero, autor de una nueva biografía de Woody Allen, los directores independientes han logrado siempre algunas de las mejores películas de Hollywood. Habría que distinguir las distintas categorías entre los independientes, quiénes lo son en términos reales, quiénes por sentido financiero, quiénes por razones políticas, quiénes por motivos personales o generales, quiénes son independientes-independientes (los más rabiosos) y quiénes defienden esa condición como gatos boca arriba (los que nunca ceden, como Jim Marmusch). Además de los actores convertidos en directores con poco presupuesto.
Independientes que realizan sus películas sin ayuda de los grandes estudios que reciben sus productos para distribución, dos ejemplos: Mel Gibson con "La pasión de Cristo" (el film más taquillero de 2004), y George Lucas con su saga de las galaxias, libre y triunfador como el otro. Antes de ellos, hay que citar a una actriz y directora de cine y televisión, Ida Lupino, en los cuarentas y cincuentas; Roger Corman que impulsó la carrera de grandes directores actuales y dejó algunas de las mejores películas de terror; John Cassavetes (uno de los más puros de esta escuela); dos personajes y una película míticos, Peter Fonda, Dennis Hopper y "Easy Rider" (1969), convertidos en símbolos de la generación hippie con sus escenas en las carreteras y el asesinato en el cementerio. En este grupo también caben, de una larga lista, Samuel Fuller, Peter Bogdanovich, Monte Hellman, Arthur Penn y otros más.
Existe una categoría curiosa: las películas "indies" que convirtieron en multimillonarios a productores y directores. Dos ejemplos recientes. "El proyecto de la bruja de Blair" de Daniel Myrick y Eduardo Sánchez, 1999, costó menos de 10.000 dólares y recaudó más de 250 millones. La misma suma recibieron el productor Tom Hanks y la directora Nia Vardalos por "Mi gran boda griega" que costó menos de 5 millones. Son dos excepciones.
Otros independientes, favoritos de los festivales de cine como los citados Van Sant, Lynch, Spike Lee, son los actores famosos que deciden colocarse detrás de las cámaras (Clint Eastwood es caso aparte, lo mismo que Kenneth Branagh y Laurence Olivier) como Clooney, Sean Penn, Denzel Washington, Nicolas Cage, John Malkovich, Matt Dillon, Alec Baldwin, Bill Paxton, Antonio Banderas, Morgan Freeman, Vincent Gallo, Gary Oldman, Campbell Scott, Stanley Tucci, Jack Nicholson, Edward Norton, Edward Burns, Steve Guttenberg, Sally Field, Robin Williams, Tom Hanks, Kevin Spacey, Ethan Hawke y Sidney Poitier que realizan sus películas "indies", las muestran y en la mayoría de los casos, son olvidados piadosamente como directores.
No es que el cine "indie" sea pobre a propósito, es que ni estética ni psicológicamente necesita mucho dinero ni tiene cómo obtenerlo, pero cuando los grandes estudios descubren, especialmente en el festival de Sundance, creado por Robert Redford como plataforma de los independientes, a uno de estos genios, entonces lo contratan, le proporcionan presupuestos gigantescos y lo frustran como ocurrió con Robert Rodríguez, quien después de sorprender con "El Mariachi" realizó dos secuelas comerciales decepcionantes.
Hay otra categoría con los directores "indies" fieles a sus principios con películas tan sombrías e inquietantes como las de sus colegas más jóvenes, pero más costosas. Ejemplos: Spike Jonze con "El Ladrón de orquídeas"; Alex Proyas con "Yo, Robot"; John Sayles, de quien vimos recientemente "Silver City"; Jim Jarmusch con "Café y cigarrillos"; Alexander Payne con "Sideways"; Mark Romanek con "Retratos de una obsesión"; Tarsem Singh con "La celda"; Todd Solondz con "Palindromes"; Todd Wiliams con "Una mujer difícil"; y una principiante para seguirle la pista, Shainee Gabel con "A love song for Bobby Long", protagonizada por John Travolta (sí, Travolta en una "indie").
Una pregunta ingenua: si Woody Allen siempre hace lo que quiere, donde quiere y con quien quiere, ¿eso no lo convierte en el director más independiente de todos? Especialmente con "Melinda y Melinda" que ahora se exhibe en España y otros países europeos.
Y, ¿dónde colocamos a Orson Welles?
por Alberto Duque López
Madrugada. En uno de los peores suburbios de Cleveland, cuatro ladrones mediocres, tristes y derrotados, untados de fango y hollín se quedan mirándonos fijamente en busca de compasión, ternura y amistad. Son los protagonistas de una comedia sensacional, "Bienvenidos a Collinwood" ("Welcome to Collinwood"). Gracias a ellos aprendemos dos palabras que nos dejan marcados: "Mullinski" y "Bellini". En el argot de los maleantes callejeros, la primera se refiere a quien acepta cargar con un delito no cometido para que otro pueda salir de la cárcel y seguir con sus fechorías. La segunda palabra es, precisamente, ese trabajo que el detenido necesita realizar. La una no puede existir sin la otra.
Estos maleantes forman parte de la desoladora galería de personajes que con frecuencia nos llegan con las películas "indies" que se estrenan, la mayoría de las veces, en los circuitos no comerciales. Hay que memorizar esta palabra. Para los espectadores latinoamericanos este ha sido un buen año para conocer mejor ese fenómeno cultural, financiero y contagioso que algunos llaman "indie" o sea, cine independiente, el que supuestamente no depende de los grandes estudios de Hollywood ni para su producción ni su distribución; el que, como cualquier producto del Tercer Mundo se hace con un puñado de dólares, echando mano de los amigos actores para que acepten sueldos por debajo de las tarifas sindicales, hipotecando la casa propia, la de los padres y los suegros, ese cine que muchas veces se filma en video digital o en 16 milímetros, se amplía a 35 y luego se empaca y envía a los festivales donde recibe premios y ovaciones interminables.A veces, de manera exagerada.
Luego de películas "indies" como "Elefante", de Gus Van Sant; "American Splendor", de Robert Pulcini y Shari Springer Berman; "Lost in Translation", de Sofia Coppola; "Eterno resplandor de una mente sin recuerdos", de Michel Gondry; "Fahrenehit 9/11", de Michael Moore; "Lejos del paraíso", de Tod Haynes; "Antes del atardecer", de Richard Linklater; "Diarios de motocicleta", de Walter Salles (financiada por Robert Redford); "La hora 25", de Spike Lee; y "El diario de Noah", ("Diario de una pasión"), de Nick Cassavetes, entre otras estrenadas en los últimos meses, llegan dos auténticos ejemplo de estas películas que son observadas y cazadas con voracidad por los grandes estudios que, en ciertos casos, han creado otras divisiones para albergar estas historias escritas por muchachos rebeldes y dirigidas por creadores solitarios, preocupados más por la estética de un plano-secuencia que por los miles de dólares que deberían ingresar a la taquilla.
La una se llama "Fragmentos de Abril", de Peter Hedges. La otra perla de las películas "indies", "Bienvenidos a Collinwood", ha sido escrita y dirigida por Anthony y Joe Russo, basados en una comedia de Mario Moncielli, "Audaz golpe de los desconocidos de siempre". Los actores, habituales de grandes y pequeñas cintas: Sam Rockwell, Jennifer Esposito, Luis Guzmán, Paricia Clarkson y William H. Macy. Los productores: George Clooney y Steven Soderbergh. Clooney ya tiene una película "indie" como director: "Confesiones de una mente peligrosa". Su socio estremeció al mundo del cine en 1989 al ganarse la Palma de Oro en Cannes con "Sexo, mentiras y cintas de vídeo", anticipándose a otros directores "indies" en el mismo festival, David Lynch y Quentin Tarantino, con "Corazón salvaje" y "Pulp Fiction". Tarantino, por supuesto, ya había hecho de las suyas con "Reservoir Dogs" y regresaría después en 2004 como presidente del jurado.
Por supuesto, no es un fenómeno de ahora porque el cine siempre ha tenido "indies" aunque con menos protagonismo. Como afirma el crítico colombiano Ricardo Silva Romero, autor de una nueva biografía de Woody Allen, los directores independientes han logrado siempre algunas de las mejores películas de Hollywood. Habría que distinguir las distintas categorías entre los independientes, quiénes lo son en términos reales, quiénes por sentido financiero, quiénes por razones políticas, quiénes por motivos personales o generales, quiénes son independientes-independientes (los más rabiosos) y quiénes defienden esa condición como gatos boca arriba (los que nunca ceden, como Jim Marmusch). Además de los actores convertidos en directores con poco presupuesto.
Independientes que realizan sus películas sin ayuda de los grandes estudios que reciben sus productos para distribución, dos ejemplos: Mel Gibson con "La pasión de Cristo" (el film más taquillero de 2004), y George Lucas con su saga de las galaxias, libre y triunfador como el otro. Antes de ellos, hay que citar a una actriz y directora de cine y televisión, Ida Lupino, en los cuarentas y cincuentas; Roger Corman que impulsó la carrera de grandes directores actuales y dejó algunas de las mejores películas de terror; John Cassavetes (uno de los más puros de esta escuela); dos personajes y una película míticos, Peter Fonda, Dennis Hopper y "Easy Rider" (1969), convertidos en símbolos de la generación hippie con sus escenas en las carreteras y el asesinato en el cementerio. En este grupo también caben, de una larga lista, Samuel Fuller, Peter Bogdanovich, Monte Hellman, Arthur Penn y otros más.
Existe una categoría curiosa: las películas "indies" que convirtieron en multimillonarios a productores y directores. Dos ejemplos recientes. "El proyecto de la bruja de Blair" de Daniel Myrick y Eduardo Sánchez, 1999, costó menos de 10.000 dólares y recaudó más de 250 millones. La misma suma recibieron el productor Tom Hanks y la directora Nia Vardalos por "Mi gran boda griega" que costó menos de 5 millones. Son dos excepciones.
Otros independientes, favoritos de los festivales de cine como los citados Van Sant, Lynch, Spike Lee, son los actores famosos que deciden colocarse detrás de las cámaras (Clint Eastwood es caso aparte, lo mismo que Kenneth Branagh y Laurence Olivier) como Clooney, Sean Penn, Denzel Washington, Nicolas Cage, John Malkovich, Matt Dillon, Alec Baldwin, Bill Paxton, Antonio Banderas, Morgan Freeman, Vincent Gallo, Gary Oldman, Campbell Scott, Stanley Tucci, Jack Nicholson, Edward Norton, Edward Burns, Steve Guttenberg, Sally Field, Robin Williams, Tom Hanks, Kevin Spacey, Ethan Hawke y Sidney Poitier que realizan sus películas "indies", las muestran y en la mayoría de los casos, son olvidados piadosamente como directores.
No es que el cine "indie" sea pobre a propósito, es que ni estética ni psicológicamente necesita mucho dinero ni tiene cómo obtenerlo, pero cuando los grandes estudios descubren, especialmente en el festival de Sundance, creado por Robert Redford como plataforma de los independientes, a uno de estos genios, entonces lo contratan, le proporcionan presupuestos gigantescos y lo frustran como ocurrió con Robert Rodríguez, quien después de sorprender con "El Mariachi" realizó dos secuelas comerciales decepcionantes.
Hay otra categoría con los directores "indies" fieles a sus principios con películas tan sombrías e inquietantes como las de sus colegas más jóvenes, pero más costosas. Ejemplos: Spike Jonze con "El Ladrón de orquídeas"; Alex Proyas con "Yo, Robot"; John Sayles, de quien vimos recientemente "Silver City"; Jim Jarmusch con "Café y cigarrillos"; Alexander Payne con "Sideways"; Mark Romanek con "Retratos de una obsesión"; Tarsem Singh con "La celda"; Todd Solondz con "Palindromes"; Todd Wiliams con "Una mujer difícil"; y una principiante para seguirle la pista, Shainee Gabel con "A love song for Bobby Long", protagonizada por John Travolta (sí, Travolta en una "indie").
Una pregunta ingenua: si Woody Allen siempre hace lo que quiere, donde quiere y con quien quiere, ¿eso no lo convierte en el director más independiente de todos? Especialmente con "Melinda y Melinda" que ahora se exhibe en España y otros países europeos.
Y, ¿dónde colocamos a Orson Welles?