Colaboración: ¡Palestinos, todos al cine!... por un ratito
- por © NOTICINE.com
Por Sergio Berrocal
Hace tantos años que ya no se cuentan, mi padre me prohibió un día ir al cine. Era uno un mozalbete con pretensiones de bigote incipiente pero el Coronel me dijo que aquella semana no habría sesión para mí. Y eso que él era un cinéfilo como han desfilado pocos por debajo de un uniforme.
Pero las órdenes eran las órdenes y me quedé sin cine, aunque me pareció una barrabasada que, me decía yo hablándole a él, “ni tu guía supremo, el general Francisco Franco, se habría atrevido a dictar tan insolente castigo”.
Los tiempos han pasado y las cosas han ido a peor. El diario francés Le Figaro cuenta en titulares: “Por primera vez desde 30 años, los habitantes de Gaza han podido ir al cine”.
Léan y mediten porque no es un titular anodino.
Es decir, que Coroneles todavía más obtusos que el mío tuvieron sin cine, es decir sin ilusiones, sin contactos con el mundo exterior de la fantasía o sencillamente de la información, a no sé cuántos miles de señores y señoras sencillamente por haber tenido la mala suerte de ser palestinos. Vaya, que no nacieron donde tenían que nacer.
En Tel Aviv se ve que hay militares que hubiesen podido enrolarse en las Juventudes Hitlerianas, seguros de haber hecho una buena carrera.
Porque además de estar predispuestos para la crueldad más exacerbada, más refinada, han demostrado esos militares malditos que entienden mucho de acción psicológica.
Y preciso que ese film inaugural que les han dejado ver como un favor misericordioso, digno de los dioses jupiterianos era un simple documental sobre un cachito de la vida de los cientos de no sé cuántos presos palestinos que pasan la vida en las cárceles judías, que por lo visto son un encanto de lugar.
Así, cuenta el diario francés, para tan señalada ocasión el cine Samer volvió a encender su pantalla por un par de horas. No se precisa si hubo un NODO hebreo para amenizar y si bellas jóvenes de las fuerzas armadas obsequiaron a los asistentes con un helado y algunas palomitas. Tampoco se habla de que repartieran Coca-Cola.
Esta sala de cine, que abríó sus puertas por primera vez en 1944, fue definitivamente clausurada con el tiempo y los militares.
Entre tanto, hay que decirlo para ser justos, durante esta sequía de cine, Israel había amenizado la vida de los habitantes de la Franja de Gaza con tres invasiones guerreras, entre 2008 y 2014, lo que siempre es una distracción aunque sea costa de que te derrumben la casa a bombazos. Pero hay que comprender que no se puede tener todo y que las benevolentes autoridades de Tel Aviv hacen lo que pueden. Ahora ha sido el cine, mañana tal vez les dejen jugar al fútbol con camisetas del Barcelona CF. Seamos felices, amigos palestinos, no nos tomemos todas las cosas a pecho.
A un periodista de la Agencia France Presse, estos reporteros están en todas partes incluso donde vivir cada día es tan penoso como buscar en medio de una noche de apagón un vaso de agua o, me decía una amiga que sufrió la experiencia, buscar una compresa. Bueno, déjenme terminar la frase, al reportero le confió una de las organizadoras de esta magna gala cinematográfica, llamada Ghalda Salmi, suponemos que con cierta satisfacción, que la función, grandiosa función (ndlr), tenía como objetivo dar vida “a la idea del cine en Gaza” que seguramente quedará en los anales del desarrollo cinematográfico en Oriente Medio,
Alegrías de la vida que mi Coronel seguramente habría apreciado pero que nosotros los civiles no sabemos calibrar.
El caso es que el Samer es el único cine que queda con vida este lado de la frontera, todo bajo el bloqueo efectivo del Estados de Israel que por lo visto ya no respeta ni a John Wayne.
Leer estas cosas en una mañana calenturienta de un verano que no acaba de fallecer llena toda una vida. ¿Ven ustedes como los israelíes no son tan malos con los palestinos?
Y estoy convencido de que si siguen siendo buenos, y se dejan de intifadas y otras puñaladas traperas, aunque los colones les quiten sus haciendas y les echen a patadas de sus casas y de sus propios pellejos, los palestinos tienen un porvenir cinematográfico.
Pero, claro, esto no se lo creen ni los propios integrantes de la célula de propaganda del Mosad, servicios secretos de Israel, de los más eficaces del mundo.
Pero, hermanos en la caridad del Señor Jesucristo, tengamos fe. A Jesús ya no pueden crucificarle de nuevo. Algo es algo.
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