Colaboración: Trump, el Papa y el Chanel rosa
- por © NOTICINE.com
Por Sergio Berrocal
Hasta el Papa argentino mete baza en el asunto, diciendo vaguedades pero diciéndolas. Y es que Donald Trump no deja indiferente a nadie y menos a la gente que no le lleva en su corazoncito. “Hay que ver qué hace, no podemos ser profetas de calamidades”—, aunque advertía de que, “en momentos de crisis, no funciona el discernimiento” y los pueblos buscan “salvadores” que les devuelvan la identidad “con muros y alambres”.
Así pinta lo que declaró el Papa el diario español El País que lo entrevistó.
Pero a mí que el Papa se meta escurridizamente con Trump, al que no obstante bendecirá cualquier día en el Vaticano, pese a que pertenece a la Iglesia Episcopal, que no es precisamente la católica, no les quepa duda, me importa un bledo.
Lo importante es que gracias al nuevo Presidente de los Estados Unidos, porque creo que ya se ha ido Obama, me he enterado de que probablemente padezco una variante de hipertimia.
El diario español El Mundo ha echado mano de un psiquiatra de la Universidad de Tufts, privadamente poco conocida, el doctor Nassir Ghaemi, para peguntarle si el actual hombre más poderoso del mundo está loco o algo parecido-
El médico contestó que Trump no parece sufrir ninguna enfermedad mental, pero que “podría tener hipertimia. No es un trastorno o enfermedad, digamos que es un rango de carácter, un tipo de temperamento”.
Y me informo: es un trastorno del ánimo caracterizado por un exceso de la actividad, acompañada habitualmente de cierta euforia, afectividad excesiva, verborrea, hiperfrenia y exaltación. La persona se siente alegre, optimista, satisfecha de sí misma y del entorno.
Y resulta que otros dos grandes presidentes de los mismos USA, Franklin Delano Roosevelt y John Kennedy andaban también metidos en la hipertimia.
Por lo tanto, con esos dos padrinos, compañeros de temperamento, Trump podría darnos sorpresas.
Pero a mí lo que me interesa es que estoy convencido de que yo también padezco esa cosa, aunque siempre pensé que yo era más bien un maniaco-depresivos. La hipertemia es más elegante y tengo compañeros de viaje de los que siempre se me puede pegar algo bueno.
Mientras mujeres del mundo entero desfilaban en varias ciudades para denunciar el presunto machismo del Presidente recién llegado –eso yo sí que no lo tengo, y si lo pretendiese conozco a algunas mujeres que soltarían carcajadas—me fijé en algo palpable.
Con el asalto de Trump a la Casa Blanca, donde Hillary Clinton creía que iba a instalarse, me he dado cuenta de que los ricos de verdad, no los desgraciados que tienen un par de millones de dólares, poseen, sí, poseen las esposas, amantes o secretarias más bellas y los hijos más vistosos.
Y la despampanante Madame Trump, dicho sea con todos mis respetos, ex modelo de la antigua Yugoslavia, no parece demasiado alarmada por ese machismo de su marido que sacó a la calle a tanta mujer en varios continentes.
No lo entiendo porque el Presidente ya ha tenido tres esposas, incluyendo a Melania, que no sé por qué me recuerda a la película “Lo que el viento se llevó” en su versión más larga. No me pregunten por qué y piensen cada secuencia como si fuera la primera vez.
Hasta ahora Melania ha paseado su garbito con unos impresionantes modelos de Alta Costura que han debido poner los dientes largos a las mismas feministas.
Y como actualmente solo leo prensa femenina, me entero de que Melania no ha sido la única guapa que se ha apoyado en las locuras de los creadores de moda, sobre todo los franceses.
Resulta que la agraciada y elegante Jackie Kennedy pasó a la historia de la moda por haber lucido un Chanel rosa, que en otra hubiese parecido de una vulgaridad aterradora.
Por lo visto, y por lo que leo en mi revista de moda preferida, a la misma Jackie le caldaba el pelo (¿saben lo que es eso?...) el estilista de mujeres portentosas de Hollywood como la mismísima Marilyn Monroe, aquella atrevida rubia que, no sé si se acuerdan, susurró un escalofriante “Happy Birthday To You, Mr. President” al mismísimo John F. Kennedy en un salón de la Casa Blanca ante millones de personas a través de la TV.
Un feliz cumpleaños que ni el “moi non plus” de Serge Gainsbourg con la moto y Jane Birkin con su vocecita perversa e inglesa de niña mala. Auténtico escándalo.
Mi revista me precisa que el tal Kennedy era el esposo de Jackie, la del Chanel rosa.
Ahora tenemos, que sí, que ya lo sabemos, a Donald Trump que pese a la ferocidad con la que asusta a moros y cristianos demuestra que también tiene su corazoncito.
No le ha dado tiempo para que alguna rubia despampanante le cante un “Happy Birthday” ante los ojos y el cuerpo de Melania, pero ya estuvo bailando con su señora la dolida canción de Frank Sinatra, “My Way” probablemente en el mismo salón en el que Marilyn Monroe soltó su fracesita asesina, asesina, claro, para Jackie Kennedy, porque los observadores diplomáticos calcularon que John Kennedy había quedado encantado aunque siempre algo preocupado por la posible reacción de su esposa legítima.
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Hasta el Papa argentino mete baza en el asunto, diciendo vaguedades pero diciéndolas. Y es que Donald Trump no deja indiferente a nadie y menos a la gente que no le lleva en su corazoncito. “Hay que ver qué hace, no podemos ser profetas de calamidades”—, aunque advertía de que, “en momentos de crisis, no funciona el discernimiento” y los pueblos buscan “salvadores” que les devuelvan la identidad “con muros y alambres”.
Así pinta lo que declaró el Papa el diario español El País que lo entrevistó.
Pero a mí que el Papa se meta escurridizamente con Trump, al que no obstante bendecirá cualquier día en el Vaticano, pese a que pertenece a la Iglesia Episcopal, que no es precisamente la católica, no les quepa duda, me importa un bledo.
Lo importante es que gracias al nuevo Presidente de los Estados Unidos, porque creo que ya se ha ido Obama, me he enterado de que probablemente padezco una variante de hipertimia.
El diario español El Mundo ha echado mano de un psiquiatra de la Universidad de Tufts, privadamente poco conocida, el doctor Nassir Ghaemi, para peguntarle si el actual hombre más poderoso del mundo está loco o algo parecido-
El médico contestó que Trump no parece sufrir ninguna enfermedad mental, pero que “podría tener hipertimia. No es un trastorno o enfermedad, digamos que es un rango de carácter, un tipo de temperamento”.
Y me informo: es un trastorno del ánimo caracterizado por un exceso de la actividad, acompañada habitualmente de cierta euforia, afectividad excesiva, verborrea, hiperfrenia y exaltación. La persona se siente alegre, optimista, satisfecha de sí misma y del entorno.
Y resulta que otros dos grandes presidentes de los mismos USA, Franklin Delano Roosevelt y John Kennedy andaban también metidos en la hipertimia.
Por lo tanto, con esos dos padrinos, compañeros de temperamento, Trump podría darnos sorpresas.
Pero a mí lo que me interesa es que estoy convencido de que yo también padezco esa cosa, aunque siempre pensé que yo era más bien un maniaco-depresivos. La hipertemia es más elegante y tengo compañeros de viaje de los que siempre se me puede pegar algo bueno.
Mientras mujeres del mundo entero desfilaban en varias ciudades para denunciar el presunto machismo del Presidente recién llegado –eso yo sí que no lo tengo, y si lo pretendiese conozco a algunas mujeres que soltarían carcajadas—me fijé en algo palpable.
Con el asalto de Trump a la Casa Blanca, donde Hillary Clinton creía que iba a instalarse, me he dado cuenta de que los ricos de verdad, no los desgraciados que tienen un par de millones de dólares, poseen, sí, poseen las esposas, amantes o secretarias más bellas y los hijos más vistosos.
Y la despampanante Madame Trump, dicho sea con todos mis respetos, ex modelo de la antigua Yugoslavia, no parece demasiado alarmada por ese machismo de su marido que sacó a la calle a tanta mujer en varios continentes.
No lo entiendo porque el Presidente ya ha tenido tres esposas, incluyendo a Melania, que no sé por qué me recuerda a la película “Lo que el viento se llevó” en su versión más larga. No me pregunten por qué y piensen cada secuencia como si fuera la primera vez.
Hasta ahora Melania ha paseado su garbito con unos impresionantes modelos de Alta Costura que han debido poner los dientes largos a las mismas feministas.
Y como actualmente solo leo prensa femenina, me entero de que Melania no ha sido la única guapa que se ha apoyado en las locuras de los creadores de moda, sobre todo los franceses.
Resulta que la agraciada y elegante Jackie Kennedy pasó a la historia de la moda por haber lucido un Chanel rosa, que en otra hubiese parecido de una vulgaridad aterradora.
Por lo visto, y por lo que leo en mi revista de moda preferida, a la misma Jackie le caldaba el pelo (¿saben lo que es eso?...) el estilista de mujeres portentosas de Hollywood como la mismísima Marilyn Monroe, aquella atrevida rubia que, no sé si se acuerdan, susurró un escalofriante “Happy Birthday To You, Mr. President” al mismísimo John F. Kennedy en un salón de la Casa Blanca ante millones de personas a través de la TV.
Un feliz cumpleaños que ni el “moi non plus” de Serge Gainsbourg con la moto y Jane Birkin con su vocecita perversa e inglesa de niña mala. Auténtico escándalo.
Mi revista me precisa que el tal Kennedy era el esposo de Jackie, la del Chanel rosa.
Ahora tenemos, que sí, que ya lo sabemos, a Donald Trump que pese a la ferocidad con la que asusta a moros y cristianos demuestra que también tiene su corazoncito.
No le ha dado tiempo para que alguna rubia despampanante le cante un “Happy Birthday” ante los ojos y el cuerpo de Melania, pero ya estuvo bailando con su señora la dolida canción de Frank Sinatra, “My Way” probablemente en el mismo salón en el que Marilyn Monroe soltó su fracesita asesina, asesina, claro, para Jackie Kennedy, porque los observadores diplomáticos calcularon que John Kennedy había quedado encantado aunque siempre algo preocupado por la posible reacción de su esposa legítima.
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