Colaboración: La canción que Donald Trump nunca cantará

por © NOTICINE.com
Trump bailó a Sinatra
Por Sergio Berrocal   

Entre las elucubraciones, siempre malignas y asesinas, de los comentaristas que querían crucificar al recién llegado a la Presidencia de los Estados Unidos, el republicano Donald Trump, crucifixión que no necesitaría de Poncio Pilato, alcancé a escuchar notas de “My Way”, la canción casi póstuma del simpatizante demócrata Frank Sinatra, amigo de los Kennedy y hermano de sangre de Peter Lawford, el actor de la dinastía Kennedy.

Esa fue la canción con la que casi se fue a la tumba el gran Sinatra, amigo de demócratas, gangsters de todo pelo y de las más bellas que alguna vez danzaron en la Casa Blanca cuando el guapo John Kennedy reinaba en Estados Unidos y le cantaban con vestido de tull blanco: “Happy Birthady, To You, Mr. President”.

Los tiempos han cambiado.

Un día antes de la investidura del multimillonario Trump como jefe supremo, en lo más extremoso del sur de Europa, donde estamos a un paseo en patera para ir a África, aunque este trayecto suele utilizarse más para aterrizar en la primera playa europea, nevó en el pueblo que me acogió hace diecisiete años. El manto blanco se quedó en las montañas que dominan la playa pero tuvimos vientos siberianos. Más de medio siglo que tamaña aventura no se daba por aquí, decía la gente sacando fotos.

Cincuenta años ha tardado en volver la nieve, pero ha vuelto, como todo.

Entre los bufidos de los comentaristas del periódico por el que trataba de enterarme de lo que pasaba en Washington, oí emocionado las notas de “My Way”. Emocionado y extrañado porque no tenía la menor idea de que a ese hombre, Mr. President, que tan poco romántico parece, pudiese gustarle arrepentirse a su manera.

Porque la canción, deja las cosas claras:

“Arrepentimientos, he tenido unos pocos Pero igualmente, muy pocos como para mencionarlos. Hice lo que debía hacer Y lo hice sin exenciones. Planeé cada programa de acción, Cada paso cuidadoso a lo largo del camino. Y más, mucho más que esto, Lo hice a mi manera”.

Cuentan los periódicos que la hija de Sinatra, Nancy, estaba furiosa de que los malditos republicanos, que malditos sean cien veces, hubiesen elegido este himno para el sagrado momento en que Donald Trump, tan poco amado, el pobre, por sus hermanos demócratas, juraba que sería el mejor Presidente y que, por si fuera poco, devolvería el poder al pueblo… Discurso medio marxista, dijeron unos pocos, mientras la letra de la canción resonaba como una advertencia. Porque Sinatra dice que se arrepintió de pocas cosas, que hizo lo que tenía que hacer y que todo lo que hizo lo hizo a su manera.

Me cuesta imaginar al nuevo amo del mundo soltando esas estrofas duras mientras se afeita, a menos que sea su esposa, la bella Melania – los piadosos comentaristas no paraban de repetir que era eslovena, de nacimiento claro--, la que le recuerde la letra de la canción como para que no le tiemble la mano cuando llegue el momento.

Me dio la impresión de que ni Donald ni Melania ni el resto de la familia, qué guapos son todos, aunque yo no jugaría al póquer con el niño pequeño, sabían que “My Way” es la adaptación de una canción del francés Claude François que no tiene en realidad nada de confesión de un hombre fuerte que reconoce que la vida la ha llevado como le ha dado la gana.

Paul Anka escuchó la melodía de Claude François titulada “Comme d’habitude” (Como de costumbre) y ni corta ni perezoso cambió totalmente la letra y el mensaje que contenía porque el muchacho se dio cuenta de que el francesito había escrito una letra derrotista, romántica y auténtica rendición ante la mujer amada pero que te maltrata.

Imaginemos a Trump afeitándose y cantando triunfalmente:

“Mi mano te acaricia el cabello, casi a pesar de mí, como siempre.

 Pero tú, tú me das la espalda, como siempre.

 Y luego me visto rápidamente; salgo de la habitación, como siempre.

 Completamente solo, me tomo un café; se me hace tarde, como siempre.

 Sin hacer ruido, salgo de casa, fuera está todo gris, como siempre.

 Tengo frío, me tapo el cuello, como siempre.

 Como siempre”.

Qué diferencia con la letra inventada por Paul Anka que rezumaba machismo decisorio: hago las cosas como de costumbre, he tenido fallos en la vida, pero bueno, no exageremos, que lo he hecho porque me ha dado la gana, a mi manera.

Dicen que un servidor tiene imaginación, pero mucho me cuesta pensar que una mano de Trump, la que no cierra el puño probablemente, pudiera seguir la letra de la canción de Claude François y acariciar la cabellera suntuosa de la antigua maniquí eslovena, claro que sí, todos racistas, meu bem. Y, sobre todo, que ella se atreviese a darle la espalda, que sería como mandarlo al carajo del infierno de los perdedores, él que tiene un edificio en Nueva York y un avión enorme con su nombre. Que no, Agapito, que eso no va.

¿Te imaginas a Trump tomándose el café solo mientras Melania duerme?, es lo que dice la canción original. Un descafeinado medio frío…Y, además, teniéndose que salirse de la casa mientras ella sigue roncando soñando con los angelitos de su Eslovenia natal. Y el pobre que llega a la calle aterido de frío, al borde de un accidente térmico, a punto de que se lo coman las brujas eslovenas que seguramente su esposa se trajo de su pueblo cuando emigró a Estados Unidos…

“Tengo frío, me tapo el cuello, como siempre (ojo: Comme d’habitude, ¿entienden la argucia del Claude François machacado por una mujer que había dejado de quererle?).

En vez del socorrido y machista “a mi manera”, Trump estaría haciendo un ejercicio franciscano de “como siempre”, es decir cuando no queda más remedio, porque soy un mierda y mi mujer me domina.

Tiene usted suerte, Mr. President, sus enemigos demócratas y ni siquiera el pobrecito mío de Obama, que salió de la Casa Blanca como quien sale de la cabaña del Tío Tom, aunque algo más lujosa, saben una palabra de esta canción original que usted tuvo la ocurrencia de elegir. Pero no se aflija. Se puede ser multimillonario, como usted, e ignorar esas cosillas como el llanto de un cantante francés, totalmente sometido al amor de una mujer.

Mr. Trump, no se preocupe, todos nosotros, los europeos pobres que ahora usted domina, hemos amado a Claude François y usted tenía otras preocupaciones como para apreciar que era un hombre sometido, derribado, pisoteado, por una mujer.

Usted, señor Presidente, tiene una señora esposa que no habla más que cuando usted se lo dice. Aleluya, señor Presidente. Que Dios le bendiga.

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