Crítica: "Everest", rumbo a la cima
- por © EscribiendoCine-NOTICINE.com
por Emiliano Basile
Es lógico que en tiempos de hiperrealismo cinematográfico se realice una película como "Everest (2015)", de Baltasar Kormákur, un film que intenta por todos los medios reconstruir una historia existente pero no de modo realista sino sensorial, trasmitiendo las vivencias en escena a flor de piel. Esta semana llegará, tras una fría acogida en la apertura de la Mostra de Venecia, a salas de Argentina, España y México, y la próxima a las norteamericanas.
"Everest" retrata el verídico episodio ocurrido en mayo de 1996 cuando un grupo intentó escalar una de las montañas más altas del mundo con aciertos parciales. La historia sigue a Rob (Jason Clarke, "Terminator: Génesis") guia de grupos con la enorme tarea de realizar la hazaña de llegar a la punta del monte Everest, hecho que sólo unos pocos pueden contar. El otro grupo lo dirige Scott Fisher (Jake Gyllenhaal, siempre acostumbrado a transformarse de papel a papel) que utiliza métodos más ortodoxos para subir a la cima. El amplio grupo permite a la película construir personajes con un elenco notable donde cada uno tiene su momento, entre ellos Josh Brolin, Sam Worthington, Keira Knightley y Robin Wright, entre otros.
Enmarcada dentro del cine de catástrofes, "Everest" cuenta las diversas vidas personales de cada integrante del grupo antes de emprender la hazaña para que luego el espectador sufra con los familiares en los momentos difíciles. Emily Watson será una suerte de Houston, quién desde el campamento base guia radialmente a los trepadores, y sufre con ellos los embates del clima.
El film cuenta con monumentales tomas aéreas que ayudan a reconstruir la odisea de los escaladores, para lograr la sensación de estar ahí en medio de la montaña con ellos. Uno sale de la sala con la certeza de haber sentido frío y vértigo de igual manera. El islandés Baltasar Kormákur, después de "Dos armas letales / 2 guns" (2014) y "Contrabando / Contraband" (2013), realiza su obra más grandilocuente y en 3D, con la que demuestra ser un narrador sólido y efectivo en tiempos de hiperrealismo cinematográfico, aunque el guión se haga superficial.
La historia también puede leerse como metáfora del ascenso social, donde lo más conflictivo no resulta ser la llegada a la cima sino el descenso, aquel en el que muchos no sabrán cómo realizarlo y encontrarán una serie de dificultades inesperadas. Sin embargo esta lectura no llega a desprenderse directamente –tampoco la del hombre versus la naturaleza- en un film que se limita a narrar de manera efectiva, aunque sin profundizar dramaticamente, el periplo de los personajes.
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