Reportaje: James Ellroy, el escritor de moda en Hollywood

por © Alberto Duque-NOTICINE.com
Brian de Palma y William Friedkin
Brian de Palma y William Friedkin
Novelas para el cineBrian de Palma y William Friedkin3-II-04

Acaba de recibir el encargo de escribir un guión titulado "The man who kept secrets", sobre la vida de un famoso abogado de Hollywood, Sidney Korshak, que podría dirigir William Friedkin y producirán dos reputados personajes de la industria, Robert Evans y Brian Grazer, y este año se producen dos títulos más basados en libros suyos. James Ellroy, el autor del texto que dio lugar a "L.A. Confidential" (1997), se ha convertido en el autor favorito de Hollywood. Brian de Palma va a dirigir a Josh Hartnett, Mark Wahlberg y Scarlett Johansson en "The Black Dahlia", y David Duchovny protagoniza "My dark places", ambas basadas en libros suyos, el segundo autobiográfico.

2004 va a consagrar a James Ellroy, uno de los grandes maestros de la novela "negra" contemporánea (4 de marzo de 1948, Los Angeles). Tanto "La dalia negra" como "Mis rincones oscuros" son historias llenas de dolor, sangre, muerte, soledad y miseria como todos los libros de un autor que, gracias al oficio de escribir sobrevivió a las drogas, el alcohol, la cárcel y otras desgracias mientras nutría sus historias y personajes con la basura que lo rodeba durante sus años de juventud. "Mis rincones oscuros" más que la autobiografía de un hombre atormentado es la mirada a las mismas fuentes de la creación literaria, a las claves de esas novelas llenas de personajes sórdidos, derrotados y amargos. "La Dalia Negra" se basa en un caso real ocurrido el 15 de enero de 1947, cuando el cadáver de una joven de 22 años, Elizabeth Short, fue encontrado en dos partes. Nunca se supo quién la mató. La novela sigue la investigaciòn ciega de dos detectives.

Once años después, el domingo 22 de junio de 1958, a las diez y diez de la mañana, unos jóvenes que regresaban de practicar béisbol al cruzar la zona de King´s Row con Tyler Avenue en la zona de El Monte, junto a Los Angeles, se toparon con el cuerpo de una mujer, "de raza caucásica, que tenía la piel muy clara y era pelirroja. Debía rondar los cuarenta años. Se hallaba tendida boca arriba en un macizo de hiedra a pocos centímetros del bordillo. El brazo derecho estaba vuelto hacia arriba. La mano descansaba en el suelo, pocos centímetros por encima de la cabeza. El brazo izquierdo estaba doblado por el codo y cruzaba el cuerpo a la altura de la cintura. La mano se veía crispada; las piernas, extendidas y abiertas. Llevaba un vestido azul marino de escote generoso, sin mangas y ligero. Un gabán azul oscuro con forro a juego cubría la mitad inferior de su cuerpo. Los pies y los tobillos quedaban a la vista. El pie derecho estaba descalzo. En tono al tobillo izquierdo tenía enrollada una media de nilon. El vestido estaba ajado y tenía los brazos cubiertos de picaduras de insectos. La lengua asomaba entre los labios y el rostro presentaba varias magulladuras. El sujetador estaba desabrochado y subido por encima de los pechos. Alrededor del cuello tenía una media de nylon y un cordel de algodón, ambos firmemente anudados...".

James Ellroy, una de las figuras más importantes del género de la novela "negra" que cuenta historias de detectives, asesinatos, investigaciones, jueces corruptos, testigos sobornados y otros elementos perversos, violentos y descompuestos, era un niño de diez años cuando mataron a aquella mujer, que no era sino su propia madre. Desde ese 22 de junio de 1958, domingo caluroso en Los Angeles, cuando supo del hallazgo del cadáver estrangulado y violado de esa mujer que siempre encerró un misterio, Ellroy ha permanecido en el infierno tratando de averiguar quién, por qué, cómo y para qué un desconocido a quien numerosos testigos indentificaron de distintas maneras (los vieron entrar y salir de varios bares durante esa noche del sábado), acabó con la vida de una mujer a quien los periodistas también bautizaron como la Dalia Negra. Por el otro crimen.

Para comprender esa tragedia, el hijo escribió delirantes novelas con títulos como "Réquiem por Brown", "La Dalia Negra", "El gran desierto", "Los Angeles Confidencial" (convertida en película protagonizada por Kim Basinger), "Jazz Blanco", "La colina de los suicidios", "A causa de la noche", "Sangre en la luna" y otros libros que han generado una oleada de idolatría entre millones de lectores en muchos idiomas.

Además, publicó una amarga, triste, desgarradora, violenta y sangrienta autobiografía con el título significativo de "Mis rincones oscuros", en la que el lector se asusta ante la carga de dolor que este hombre destila en cada palabra y en cada línea porque, "Una vulgar noche de sábado acabó contigo. Moriste de manera estúpida y violenta, y no tuviste los medios para defender tu vida. Tu huida a la seguridad fue un breve respiro. Me llevaste a tu escondite como un amuleto de la buena suerte. Te fallé como talismán; por eso, ahora me presento como tu testigo. Tu muerte define mi vida. Quiero encontrar el amor que nunca tuvimos y explicarlo en tu nombre. Quiero hacer públicos tus secretos. Quiero borrar la distancia que nos separa. Quiero darte aliento".

Pocas veces se ha conocido una obsesión tan devastadora y profunda como la de Ellroy con su madre muerta. Se fue a vivir con el padre, un hombre tranquilo que trabajó brevemente como contable de Rita Hayworth. Se refugió en la soledad y devoró todas las novelas de detectives que podía conseguir, especialmente las de Dashiell Hammet. Se convirtió en un auténtico problema para vecinos, maestros y autoridades. Se escapaba del colegio, perdía muchas materias y se exhibía con tatuajes y pintas nazis solo por fastidiar a los negros, judíos, extranjeros y otros jóvenes que cada vez lo eludían con asco y terror. Se peleaba con todo el mundo, llegaba a casa cubierto de sangre y mugre mientras el padre se distanciaba más de él.
Vencido por la soledad y muchos coflictos, el padre murió de un ataque cardíaco cuando Ellroy tenía diez y siete años. Se dedicó a beber, consumir drogas, robar comida en los supermercados, asaltar ancianas en los callejones oscuros, romper vitrinas y parabrisas, siendo detenido en varias ocasiones. Dormía en los parques, bajo los puentes, contaba con la complicidad de algunos amigos que le permitían asearse en sus casas de vez en cuando. Vivía con cien dólares que le enviaba la abuela y que gastaba en drogas enseguida. Mientras tanto seguía buscando pistas, detalles y datos sobre el asesinato de la madre. Se dedicó a romper ventanas y entrar en las alcobas de numerosas muchachas con el fin de abrir los cajones y robarse algunas prendas interiores, cada vez con mayor audacia, buscando que los policías lo capturaran.

Con paciencia de sabueso huérfano se dedicó a coleccionar recortes de prensa sobre la criminalidad de Los Angeles, buscando algún nexo por remoto que fuera, con la mujer a quien consideraba "una ramera alcoholizada, irresponsable y romántica".
En medio de ese infierno, siempre supo que quería escribir, que quería convertirse en un autor de novelas policíacas como sus ídolos, como Dashiell Hammet y en medio de los estertores de la droga, el alcohol, las prostitutas y las bragas robadas de los dormitorios, comenzó a escribir y su primera novela, "Réquiem por Brown" asustó a críticos y lectores, impresionados por esa carga demoledora de amargura, veneno, rencor, rabia y desesperación. Fue un buen comienzo. Siguió escribiendo y luego publicó "La Dalia Negra", quizás la más oscura de sus historias porque recrea, con detalles gráficos, el asesinato de esa aspirante a actriz que recorría las calles de Los Angeles y a quien los policías encontraron desnuda, cortada en dos y abandonada en un solar.

En 1993, Ellroy supo que un periodista amigo quería incluir el asesinato de Jean en un artículo sobre algunos casos que no habían sido resueltos por las autoridades. Se sintió animado a redoblar sus investigaciones, pidió la carpeta con las fotos (terribles, aterradoras), y repitió el infierno atravesado cuando tenía solo diez años de edad. Esa es la historia que solo un maestro como Brian de Palma (conocedor como pocos de todas las lacras y miserias que albergan los seres humanos), puede convertir en una película que nos sacuda, nos sorprenda y nos deje llenos de dolor, soledad y amargura.