Globos/Glamour: Los astros también son humanos
- por © Alberto Duque-NOTICINE.com / Fotos: ©HFPA
26-I-04
Alguien dijo que nadie debe sorprenderse con las reacciones de los famosos, en este caso los famosos de Hollywood, cuando no tienen un libreto o un guión a la mano, ni un apuntador que les indique las frases mesuradas, inteligentes, sabias, escogidas y brillantes que deberían utilizar en un momento de tensión y nervios y sorpresas como la noche de anoche en el hotel Beverly Hilton, cuando los invitados y los millones de televidentes que siguieron la ceremonia de tres horas exactas fueron testigos de las reacciones de esos grandes actores y esas divas míticas que, con el Globo entre las manos, no sabían qué decir, ni a quién agradecer, ni cómo sonreir, ni cómo acercarse al micrófono.
Algunos, como Sean Penn, prefirieron no asistir. Lo cierto es que sus relaciones con los periodistas de medios extranjeros no son las mejores. Mesurado, inteligente, diplomático y maestro de maestros, su director Clint Eastwood recogió su premio como mejor actor dramático en “Mystic river”.
Al Pacino, desgonzado y con la ropa ajada, con una apariencia provocada de desaliño habló con una voz ronca por el tabaco sobre el premio ganado con su papel en la serie “Angels in America” que dirige otra leyenda, Mike Nichols, la gran triunfadora de la noche en los apartados de televisión.
Sofía Coppola, con su hermosa y amorosa película “Lost in translation”, echó mano de su acostumbrada timidez al recibir los premios de mejor guión y mejor comedia, habló poco y recordó, por supuesto, a sus padres que siempre han sido sus espíritus tutelares. Para animarla estaba su primo Nicolas Cage en el escenario.
Charlize Theron perdió el control cuando quiso agradecer a la directora de “Monstruo” y a todos los que la ayudaron en su papel, pero quien abusó de los minutos otorgados, se mostró confusa, desatinada, ridícula y estrepitosa fue Renée Zellweger al recoger su premio por el personaje secundario de “Cold Mountain”. Al lado de la fría, sofisticada y lejana Nicole Kidman (hubo bromas cuando pronunció el nombre de Tom Cruise), Renée fue un desastre al no saber controlar sus nervios.
Tim Robbins fue mesurado. Peter Jackson lució aburrido en medio de la euforia de sus acompañantes por los cuatro Globos de “El regreso del rey”, cuyo compositor fue otro que se hizo un ocho, como decimos en Colombia, al expresar sus agradecimientos. Otra que perdió la compostura luego de defender las uniones homosexuales fue Meryl Streep quien imitó los gritos de Penélope Cruz en Hollywood duando Pedro Almodóvar ganó uno de sus Oscares.
Por supuesto, algunos nos sentimos frustrados porque “El regreso del rey” le ganara a “Mystic river” pero respiramos cuando sus dos actores principales ganaron y Sofía Coppola fue premiada por su guión tan inteligente, tan amoroso y tan lleno de humor negro.
¿Será que somos injustos al exigirles a los grandes actores, a las divas inmortales que se comporten como el resto de mortales en cuando tienen que ser ellos mismos, es decir, sin libretos ni guiones, sin maquillaje ni un apuntador o un director o un asistente que los proteja del ridículo?
No importa. Ahí quedan como recuerdos de la noche de anoche en Los Angeles, la boca imposible de Scarlett Johanson, el embarazo tierno de Cate Blanchet, la rigidez sofisticada de Nicole Kidman, la frescura de Jack Nicholson, la mesura de Clint Eastwood, la pareja de Tim Robbins y Susan Sarandon, la ingenuidad del director de “Osama”, la belleza salvaje de Charlize Theron, el humor negro de Diane Keaton, la palidez de Robin Williams y así sucesivamente.
Ahora, a madrugar, por lo menos en Latinoamérica este martes para escuchar a Sigourney Weaver con su lista de nominados al Oscar.
Que Sofía Coppola nos proteja. O Charlize Theron. O Scarlett...
Alguien dijo que nadie debe sorprenderse con las reacciones de los famosos, en este caso los famosos de Hollywood, cuando no tienen un libreto o un guión a la mano, ni un apuntador que les indique las frases mesuradas, inteligentes, sabias, escogidas y brillantes que deberían utilizar en un momento de tensión y nervios y sorpresas como la noche de anoche en el hotel Beverly Hilton, cuando los invitados y los millones de televidentes que siguieron la ceremonia de tres horas exactas fueron testigos de las reacciones de esos grandes actores y esas divas míticas que, con el Globo entre las manos, no sabían qué decir, ni a quién agradecer, ni cómo sonreir, ni cómo acercarse al micrófono.
Algunos, como Sean Penn, prefirieron no asistir. Lo cierto es que sus relaciones con los periodistas de medios extranjeros no son las mejores. Mesurado, inteligente, diplomático y maestro de maestros, su director Clint Eastwood recogió su premio como mejor actor dramático en “Mystic river”.
Al Pacino, desgonzado y con la ropa ajada, con una apariencia provocada de desaliño habló con una voz ronca por el tabaco sobre el premio ganado con su papel en la serie “Angels in America” que dirige otra leyenda, Mike Nichols, la gran triunfadora de la noche en los apartados de televisión.
Sofía Coppola, con su hermosa y amorosa película “Lost in translation”, echó mano de su acostumbrada timidez al recibir los premios de mejor guión y mejor comedia, habló poco y recordó, por supuesto, a sus padres que siempre han sido sus espíritus tutelares. Para animarla estaba su primo Nicolas Cage en el escenario.
Charlize Theron perdió el control cuando quiso agradecer a la directora de “Monstruo” y a todos los que la ayudaron en su papel, pero quien abusó de los minutos otorgados, se mostró confusa, desatinada, ridícula y estrepitosa fue Renée Zellweger al recoger su premio por el personaje secundario de “Cold Mountain”. Al lado de la fría, sofisticada y lejana Nicole Kidman (hubo bromas cuando pronunció el nombre de Tom Cruise), Renée fue un desastre al no saber controlar sus nervios.
Tim Robbins fue mesurado. Peter Jackson lució aburrido en medio de la euforia de sus acompañantes por los cuatro Globos de “El regreso del rey”, cuyo compositor fue otro que se hizo un ocho, como decimos en Colombia, al expresar sus agradecimientos. Otra que perdió la compostura luego de defender las uniones homosexuales fue Meryl Streep quien imitó los gritos de Penélope Cruz en Hollywood duando Pedro Almodóvar ganó uno de sus Oscares.
Por supuesto, algunos nos sentimos frustrados porque “El regreso del rey” le ganara a “Mystic river” pero respiramos cuando sus dos actores principales ganaron y Sofía Coppola fue premiada por su guión tan inteligente, tan amoroso y tan lleno de humor negro.
¿Será que somos injustos al exigirles a los grandes actores, a las divas inmortales que se comporten como el resto de mortales en cuando tienen que ser ellos mismos, es decir, sin libretos ni guiones, sin maquillaje ni un apuntador o un director o un asistente que los proteja del ridículo?
No importa. Ahí quedan como recuerdos de la noche de anoche en Los Angeles, la boca imposible de Scarlett Johanson, el embarazo tierno de Cate Blanchet, la rigidez sofisticada de Nicole Kidman, la frescura de Jack Nicholson, la mesura de Clint Eastwood, la pareja de Tim Robbins y Susan Sarandon, la ingenuidad del director de “Osama”, la belleza salvaje de Charlize Theron, el humor negro de Diane Keaton, la palidez de Robin Williams y así sucesivamente.
Ahora, a madrugar, por lo menos en Latinoamérica este martes para escuchar a Sigourney Weaver con su lista de nominados al Oscar.
Que Sofía Coppola nos proteja. O Charlize Theron. O Scarlett...