Crítica: "Exodus: Dioses y Reyes", sólo corrección

por © NOTICINE.com
'Exodus'


Por José Daniel Díaz


Tras la película de Darren Aranofsky "Noé / Noah", la Biblia vuelve a ser protagonista de una superproducción de Hollywood, "Exodus: Dioses y Reyes / Exodus: Gods and Kings". Si bien el arca que pilotaba Russell Crowe naufragó entre la crítica, el relato sobre la liberación hebrea liderada por Moisés tiene un poco más de empaque gracias al oficio de su director Ridley Scott. Desde "Red de mentiras / Body of Lies" sus películas han ido perdiendo frescura y calidad. Ya no nos encontramos con el realizador de "Gladiator" ó "Alien, el octavo pasajero". Su talento siempre le ayuda a salvar los muebles y para el público resulta efectivo, pero cuando hablas de una leyenda viva como él, los críticos estamos obligados a pedirle algo más.

"Exodus: Dioses y Reyes" no destaca por su originalidad. De hecho, el desencuentro entre Ramses y Moisés ya se ha retratado en la gran pantalla en películas como "Los diez mandamientos" (1956) o "El príncipe de Egipto" (1998). Por tanto, la historia no es que nos suene, es que la conocemos perfectamente, lo cual no ayuda a disfrutarla.

Según cuenta la Biblia, y narra con fidelidad la película, Moisés fue adoptado por el faraón tras encontrarlo en el Nilo. Convivió con su hijo natural, Ramsés, durante muchos años hasta que, tras la muerte del Rey y por desavenencias con su hermano adoptivo, le expulsaron de Egipto. En su exilio, Dios se le apareció para pedirle que liderara la liberación del pueblo hebreo, que vivía esclavo en manos de los egipcios.

Perdido el efecto sorpresa, su mayor potencial se encuentra en los efectos visuales (a través del mareante 3D) y en un reparto encabezado por Christian Bale al que acompañan nombres como el de Ben Kingsley, Aaron Paul, Sigourney Weaver, Joel Edgerton o la española María Valverde. Todos ellos correctos en sus papeles y perfectamente coordinados aunque lo de Sigourney deberíamos etiquetarlo como "cameo".

Durante las dos horas y media largas de metraje revivimos este pasaje bíblico con cierta facilidad. El producto es entretenido y viene acompañado de un vestuario, una fotografía (en buena parte localizada en España, Almería y Fuerteventura) y una banda sonora (del vasco Alberto Iglesias), realmente fascinante. Si a eso le añadimos unos muy meritorios efectos visuales y de sonido, podemos decir que el público no saldrá defraudado de esta superproducción.

Estamos seguros que este fin de semana obtendrá unos fantásticos resultados en taquilla, durante su estreno anticipado en España, Argentina y México, entre otros mercados, una semana antes de su llegada a los cines norteamericanos.

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