Crítica: "Matar al mensajero", la imposible lucha de un hombre frente al sistema

por © NOTICINE.com
'Matar al mensajero'


Por Juan Manuel Calvache

“Matar al mensajero / Kill the Messenger” (2014), es una película incomoda en el mejor sentido de la palabra. La cinta, realizada por Michael Cuesta (director forjado fundamentalmente en la televisión) y protagonizada y producida por Jeremy Renner (“La gran estafa americana / American Hustle”), y nos  cuenta la historia real del periodista ganador del Pulitzer Gary Webb.

Este reportero investigador de raza averiguó las conexiones de la CIA con el narcotráfico, para inundar en los 80 los barrios más pobres de Los Angeles con una nueva droga barata y muy adictiva, el crack. De esta manera, el centro de inteligencia estadounidense pudo financiar a la oposición armada del gobierno nicaragüense, la Contra, después que el Congreso impidiera al presidente Reagan hacerlo con los presupuestos del estado.

Algo que hoy en día en más que sabido (la intervención de la CIA en Latinoamérica), en aquel entonces supuso un gran revuelo, de manera que la gran maquinaria del gobierno americano en la sombra se puso a funcionar para desprestigiar y hundir a Webb, hasta conseguir que su denuncia fuera no solo puesta en entredicho, sino que la propia carrera del periodista y su vida personal cayesen en picado... hasta un suicidio más que sospechoso (de dos tiros en la cabeza).

Decimos, que la película es incomoda, porque los grandes estudios de Hollywood no han sido tradicionalmente partidarios de molestar demasiado al gobierno de su país. De ahí que “Matar al mensajero / Kill the Messenger” sea una cinta independiente, que no está siendo masivamente distribuida, sino más bien lo contrario. Es un caso parecido al que le ha ocurrido recientemente a Oliver Stone y su película basada en el antiguo empleado de la NSA y la CIA Edward Snowden, que no ha interesado a los grandes estudios de Hollywood, siendo adquirida finalmente por una productora independiente.

Por lo tanto, las premisas sobre las que se basa la cinta de Cuesta no pueden ser más atractivas: lucha del pequeño sobre el grande, una historia interesante, un hecho real… Pero por desgracia, la película no cumple con las expectativas iniciales y quiere contarnos demasiadas cosas sin conseguirlo del todo. Tras un comienzo esperanzador y con un Jeremy Renner que borda su papel como periodista combativo, al mostrar los códigos y las formas del periodismo rebelde y romántico visto en mil y una películas, la historia no acaba de cuajar y empieza a decaer una vez que Webb destapa la trama.

A partir de ese momento, la película apenas mantiene el tipo ante la cantidad de frentes abiertos que pretende abarcar, y se centra en el acoso al personaje de Reiner y el efecto profesional y familiar que esto le supone.

Como síntoma de esta serie de ramificaciones incompletas de la historia, están las breves, en ocasiones casi testimoniales apariciones del resto de actores de renombre, dando la sensación de que no actúan en la película sino que pasaban por allí. El ejemplo más claro lo encontramos en la fugaz participación de Ray Liotta, en la penumbra de una habitación de hotel; pero también lo comprobamos en la única escena en la que podemos ver a Andy García o en la casi nula intervención de Michael Sheen.

A causa de esto, todo el peso de la historia recae sobre las espaldas de Renner, que aun bordando su papel (pocas veces ha estado tan creíble), no es capaz él solo (casi nadie podría) de llevar adelante la intrincada madeja que el relato propone.

Se intuyen las maquiavélicas acciones de la CIA y el efecto que pueden tener en la vida de una persona, y es fácil entender y compartir el desgaste y la impotencia de Webb / Renner ante la injusticia y el acoso.

La intención no puede ser mejor y este tipo de cine, que muestra verdades ocultas e incomodas, es necesario, pero lamentablemente “Matar al mensajero / Kill the Messenger” quiere abarcar más de lo que puede, y aunque la historia resulte interesante la película se ve lastrada por sus limitaciones.

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