Crítica: "Dawn of the Planet of the Apes", la delgada línea que separa al mono del humano
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Por José Daniel Díaz
Desde este fin de semana en Norteamérica, la próxima y la siguiente en España y América Latina, la segunda parte de la trilogía que precede a lo acontecido en "El planeta de los simios", película del año 1968 en la que Charlton Heston y su equipo de astronautas caían en un planeta dominado por simios. "El amanecer del planeta de los simios / El planeta de los simios: Confrontación / Dawn of the Planet of the Apes", de Matt Reeves, mantiene las buenas sensaciones de su predecesora, "El origen del planeta de los simios / El planeta de los simios: (R)evolución / Rise of the Planet of the Apes", gracias a un solvente guión, una labor técnica perfecta y un mensaje extrapolable a cualquier época y localización.
Matt Reeves toma el relevo de Rupert Wyatt en la saga y el director de "Monstruoso" no sólo mantiene el fantástico inicio de la trilogía, sino que podríamos decir que en algunos momentos incluso la supera. Mucho podrían aprender otras sagas de los criteros y exigencias de calidad manejados en esta renovada franquicia. La historia comienza con una breve introducción donde nos explican la catastrófica situación del planeta una vez se ha propagado el llamado "virus del simio". No son muchos los humanos que quedan con vida, mientras que César y el resto de monos siguen habitando los bosques.
La primera hora y pico de película es impactante. El pacto de "no agresión" entre humanos y simios se mueve siempre al filo de la navaja. En ambos bandos hay rencor, miedo y sed de venganza. Para César (líder de los simios) y Malcolm (cabecilla de los humanos) contener a los componentes más rebeldes de su bando es difícil. El enfrentamiento entre la desconfianza y la serenidad, entre el odio y la buena convivencia y, en definitiva, entre el bien y el mal, se plantea con inteligencia en la película.
A veces la buena voluntad no es suficiente para mantener la paz. Es un mensaje evidente en este título, que te hace recapacitar y valorar hasta qué punto una oveja negra puede desestabilizar a toda la manada. El resentimiento de los simios hacia los humanos es peligroso, no es fácil olvidar el dolor. Aplicado a la realidad, ¿cuántas naciones se habrán enfrentado por no saber olvidar o dejar a un lado las diferencias? Da igual si son monos y humanos, extraterrestres y astronautas o, simplemente, personas de diferentes regiones: Un detalle puede desencadenar una catástrofe.
Ese dilema moral que impregna toda la proyección es tremendamente potente. Se agradece que títulos destinados al público palomitero sean capaces de alcanzar un profundo trasfondo interior que llegue incluso a eclipsar la brillante forma en que se plantea. No duden que sus efectos visuales son fantásticos, superiores a los de "El origen del planeta de los simios".
El ya mítico Andy Serkis repite como César mientras que Jason Clarke y Gary Oldman interpretan a Malcolm y Dreyfuss respectivamente. Todos definen con precisión unos personajes en estado límite, al borde del bloqueo. No es frecuente que los actores tengan que desarrollar tantos sentimientos enfrentados en una película de estas características donde lo correcto y lo incorrecto suele estar muy bien remarcado. Aquí no. Como saben nada es blanco o negro, los grises son abundantes.
Este verano ya tienen una cita obligada con el cine. Repasen "El origen del planeta de los simios / El planeta de los simios: (R)evolución / Rise of the Planet of the Apes" y atrévanse con esta nueva entrega porque no les decepcionará. Cuando todos los componentes funcionan, la película funciona. Matt Reeves ha sabido encajar las piezas para crear una película que irá creciendo con el paso del tiempo. Ya lo veran.
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