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Por Emiliano Basile

Tener a Liam Neeson en una película prevé un buen producto de acción. Y si encima el director es el español Jaume Collet-Serra ("La Huérfana") implica un mejor tratamiento del suspense. "Non-Stop: Sin escalas" (2014), que esta semana se estrena en Norteamérica y Argentina, articula los potenciales de ambos nombres para dar un gran espectáculo que combina a la perfección la intriga y la acción, para no defraudar a nadie.

Liam Neeson es Bill Marks, un policía devenido agente de seguridad de vuelos internacionales. Una especie de policía a bordo encargado de cuidar la seguridad del viaje. Paradójicamente el tipo teme volar, y tiene problemas con el alcohol producto de un pasado que no desvelaremos. Datos que la película va suministrando lentamente para que el espectador deduzca mientras avanza la trama. El conflicto aparece, un tipo por mensajes de texto anuncia que matará una persona cada veinte minutos si no le depositan la suma de 150 millones de dólares. Hay un lapso de tiempo, un peligro inminente y una situación –que se complica con el correr del relato- que resolver.

"Non-Stop: Sin escalas" comienza con el atractivo manejo del suspense de Jaume Collet-Serra: imágenes y sonidos que irán significando los porvenires de la trama y la construcción de una tensión generada por la administración de la información a cuentagotas. Bill encontrará sospechosos, ayudantes y pistas por doquier, todo en el interior del avión, espacio de encierro si los hay. En ese escenario se mueve como pez en el agua el director -que ya había trabajado con Liam Neeson en "Sin identidad / Desconocido / Unknown" (2011)- moviendo la cámara en círculos, haciendo planos contrapicados y resolviendo peleas coreografiadas en baños diminutos. Suma el uso del sonido, resaltando pistas y diagramando tensión a cada instante.

La estructura de la película es cuidadosa en su primer mitad, justo donde Jaume Collet-Serra demuestra su oficio y el relato se toma su tiempo para desarrollar personajes y posibles conflictos. Un valor agregado en tiempos de vertiginosidad narrativa. Hacia la segunda mitad, cuando la trama se complique más de lo debido, aparece la figura siempre noble e inquebrantable de Liam Neeson, para reinstalar “como sea” el orden cual héroe de acción. Aquí la película hace un vuelco genérico hacia la acción más pura, donde los verosímiles pasan a ser otros y Liam Neeson se carga el film al hombro.

Quienes gusten de un meticuloso tratamiento narrativo más acorde al suspense y a las sensaciones experimentadas (como el miedo a volar), disfrutarán la primera mitad; quienes esperen ver a Liam Neeson desplegar su traje de héroe de acción a fuerza de golpes y justicia fantástica, preferirán la segunda parte. Para el resto, tenemos un buen entretenimiento incluso superior a "Sin identidad / Desconocido", que cumple con creces las expectativas generadas.

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