Crítica: "La gran estafa Americana / American hustle", el engaño y la necesidad
- por © NOTICINE.com
Por Alejandro Chacón
Cuando la necesidad aprieta hay que hacer lo imposible para buscarse la vida. Esa es la tesis del personaje protagonista de "La gran estafa Americana / Escándalo Americano / American hustle" (2013), película enmarcada en la década de los setenta pero que está más de actualidad que nunca si la relacionamos con los abusos de poder y la corrupción política que se viven hoy en día. David O. Russell dibuja una historia con tintes cómicos pero que deja lugar a la reflexión y de la que se pueden hacer varias lecturas.
Estamos ante una película que sienta sus bases en tres pilares: la interpretación de sus actores, el montaje y la ambientación. Y es que si una cosa resalta sobre todas las demás son las geniales interpretaciones de los protagonistas del film. Christian Bale está fantástico no sólo por su transformación física sino también por cómo afronta un personaje ahogado por los problemas y que tiene que librar batallas en varios frentes. Bradley Cooper también asombra con su rol de agente de FBI. Pero la palma se la lleva Amy Adams, metiéndose en la piel de una femme fatale capaz de hacer que cualquier hombre se rinda a sus pies. La actriz abraza la dualidad de su personaje con gran acierto, mostrándonos en ocasiones su vertiente más sexy para en un instante entrar en un estado depresivo consiguiendo en ocasiones que su rol sea el que más consiga emocionar al espectador. Adams es lo mejor de la cinta sin duda. Jennifer Lawrence cumple con su papel pero no goza de tanto tiempo en pantalla como sus compañeros y su personaje está más limitado, sin embargo su duelo con Adams pone de manifiesto las dos grandes intérpretes que ha reunido el director. Jeremy Renner no desentona pero pasa desapercibido al compararse con sus compañeros de reparto. Sin desvelar nada, una leyenda de la interpretación vuelve a ponerse en la piel de un mafioso, en la que es sin duda la gran sorpresa de la película.
Otro de los pilares, la ambientación, logra introducir al espectador en la época pero con el acierto de no acaparar más protagonismo que el de contextualizar la historia. Así, al carecer casi de escenarios en exteriores, su cometido se circunscribe casi por completo al vestuario y la peluquería, esta última reseñable sobre todo en el caso de la transformación de Bale.
El montaje logra dar ritmo a una película a la que le sobra metraje pero que gracias al uso de la música y los movimientos de cámara que usa O. Russell, donde abundan los planos secuencia y de seguimiento, consigue que el film sea más entretenido y se pase como un suspiro. La citada estética, las continuas discusiones entre los personajes o el uso de la voz over nos recuerdan irremediablemente a varías películas de Martin Scorsese, sin ir más lejos “El lobo de Wall Street / The wolf of Wall Street” su competidora en los Oscar.
El tono de comedia aligera aún más la propuesta y si no fuera por las interpretaciones de su reparto estaríamos ante una cinta muy distinta que quizás no hubiera llamado tanto la atención. Y es que el problema principal es su guion. A la ya comentada excesivamente larga historia hay que sumar que se la puede tildar de engañosa respecto del desenlace. Más de uno puede que se sienta estafado, como sugiere el título, aunque esos defectos queden enmascarados por el resto de virtudes que posee el film y que son muchas.
Estamos ante una película entretenida, con grandes interpretaciones y muy bien dirigida, quizá la mejor de David O. Russell, lo que es más que suficiente en los tiempos que corren. Sin duda una de las favoritas a los Oscar y méritos no le faltan.