Reportaje: El regreso del cine histórico y sus superproducciones
- por © Pablo Gutiérrez-NOTICINE.com
13-XI-03
¿A quién no le gusta una buena película de romanos? O una medieval. ¿Quién no ha soñado en su infancia ser uno de esos aguerridos aventureros con faldita que se atrevían con todo lo que se ponía delante de ellos, ya fuera un personaje legendario, divino o simplemente humano? El cine de romanos o "peplum" es, como pocos, uno de esos géneros casi tan viejo como los propios personajes de los que habla y de la misma manera ha perdurado, con mayor o menor acogida, desde que apareció la primera película, aunque durante los últimos 20 años sin demasiado éxito, hasta que llegó "Gladiator" con sus Oscars y su éxito comercial. En este momento, rodajes sobre la guerra de Troya, el conquistador Alejandro Magno o las Cruzadas, con miles de extras, edificios de cartón piedra y héroes hábiles con la espada ponen de nuevo de moda un género que nació con el propio cine.
Y es que el llamado "cine de romanos" tuvo ya una gran resonancia desde la época de los pioneros del Séptimo Arte, fundamentalmente en la primera década del siglo XX en Italia, y si se piensa bien, tiene toda la lógica, ya que, además de tener los decorados necesarios a mano por todo el país, las películas de romanos son a Italia lo que las de vaqueros a Estados Unidos.
Un poco antes de que los italianos descubrieran este filón, George Méliès, uno de los más grandes pioneros, hizo la primera versión cinematográfica de "Cleopatra", allá por 1899, y desde entonces han sido constantes las películas que sobre éste y otros personajes, auténticos o ficticios, se han realizado, hasta la última de las grandes epopeyas, "Gladiator".
Pero los mejores momentos del género, desde luego, fueron, además de los creados por la industria italiana, las grandes superproducciones hollywoodienses de los cincuenta y sesenta del siglo pasado.
A pesar de que Hollywood contó con más medios para realizar estas películas, no dudaron ni un momento (y aún hoy continúan con esta mala costumbre) en echar mano de las cintas que los italianos ya habían rentabilizado, como "Quo Vadis", "Ben-Hur", "Cleopatra", "Espartaco" o "Los últimos días de Pompeya". Pero la industria también tuvo buenos momentos de ocurrencias propias como en el caso de "Jasón y los argonautas" y la ya más moderna y divertida "Golfus de Roma".
En cualquier caso el peplum triunfaba por todo el mundo gracias a que las historias eran grandes epopeyas, llenas de grandiosas batallas en las que se veían a cientos de extras, escenarios y decorados descomunales y fuertes pasiones entre los personajes, desde el amor más cándido al odio acérrimo, sin olvidar el sin fin de aventuras que corrían sus protagonistas.
Pero las películas de romanos no son sólo la antigua Roma sino que delante de las cámaras, con mayor o menor acierto, han pasado la mayor parte de las civilizaciones mediterráneas desde las mitologías griega y romana hasta las aventuras tanto de Jesús como de los primeros cristianos.
Las cintas dedicadas a la religión se llevan la palma y casi el derecho propio a ser considerado como un subgénero, ya que nos ha regalado algunas joyas cinematográficas que están en la memoria de medio mundo, como "La túnica sagrada", "Los diez mandamientos", "La historia más grande jamás contada", "La última tentación de Cristo", sin olvidarnos de algunas versiones un tanto irreverentes pero no por ello menos recomendables como "La vida de Brian".
El cine de romanos, aunque se había quedado algo aparcado, volvió con sus características propias gracias a "Gladiator", y para dentro de poco, Hollywood nos amenaza con hasta dos "bipopic" sobre Alejandro Magno, el conquistador presuntamente "gay", la que dirige ahora mismo en Marruecos Oliver Stone y la que hará el director de "Moulin rouge", Baz Luhrmann.
La Meca del cine no sólo retomará las sandalias de cuero, sino que las cotas de maya también están preparadas para volver a las pantallas de todo el mundo, en este caso de la mano de Ridley Scott con su "Kingdom of heaven" y la adaptación del "Baudolino", de Humberto Eco, que prepara el productor Thomas Schully.
Este tipo de películas también ha dejado una honda huella en la historia del cine y a ello han contribuido, entre muchas otras, "Ivanhoe", "El Cid", "Excalibur", "El séptimo sello" o todas las versiones, que no han sido pocas, de la historia de "Robin Hood", desde la animación al más puro estilo Disney hasta el magnífico retrato encarnado por Sean Connery en Robin y Marian.
Tal vez por no ser tan viejo como el peplum, el género del Medievo ha mantenido cierta constancia, y prueba de ello son algunas películas como la enormemente oscarizada "Braveheart" y algunas otras más cerca del relato legendario como la saga de "Conan", "Lady Halcón", "La princesa prometida", "Wilow" y las magistrales adaptaciones de la serie de "El Señor de los Anillos". Tampoco son desdeñables algunos momentos de la saga francesa de "Los Visitantes" o la irrepetible e inconfundible "Los caballeros de la mesa cuadrada" de los geniales Monty Python.
Ya queda poco para que otra vez las espadas estén en alto, los escudos brillantes, los caballos lustrosos y los arcos tensos para ofrecernos grandes y espectaculares batallas en las taquillas de todo el mundo.
¿A quién no le gusta una buena película de romanos? O una medieval. ¿Quién no ha soñado en su infancia ser uno de esos aguerridos aventureros con faldita que se atrevían con todo lo que se ponía delante de ellos, ya fuera un personaje legendario, divino o simplemente humano? El cine de romanos o "peplum" es, como pocos, uno de esos géneros casi tan viejo como los propios personajes de los que habla y de la misma manera ha perdurado, con mayor o menor acogida, desde que apareció la primera película, aunque durante los últimos 20 años sin demasiado éxito, hasta que llegó "Gladiator" con sus Oscars y su éxito comercial. En este momento, rodajes sobre la guerra de Troya, el conquistador Alejandro Magno o las Cruzadas, con miles de extras, edificios de cartón piedra y héroes hábiles con la espada ponen de nuevo de moda un género que nació con el propio cine.
Y es que el llamado "cine de romanos" tuvo ya una gran resonancia desde la época de los pioneros del Séptimo Arte, fundamentalmente en la primera década del siglo XX en Italia, y si se piensa bien, tiene toda la lógica, ya que, además de tener los decorados necesarios a mano por todo el país, las películas de romanos son a Italia lo que las de vaqueros a Estados Unidos.
Un poco antes de que los italianos descubrieran este filón, George Méliès, uno de los más grandes pioneros, hizo la primera versión cinematográfica de "Cleopatra", allá por 1899, y desde entonces han sido constantes las películas que sobre éste y otros personajes, auténticos o ficticios, se han realizado, hasta la última de las grandes epopeyas, "Gladiator".
Pero los mejores momentos del género, desde luego, fueron, además de los creados por la industria italiana, las grandes superproducciones hollywoodienses de los cincuenta y sesenta del siglo pasado.
A pesar de que Hollywood contó con más medios para realizar estas películas, no dudaron ni un momento (y aún hoy continúan con esta mala costumbre) en echar mano de las cintas que los italianos ya habían rentabilizado, como "Quo Vadis", "Ben-Hur", "Cleopatra", "Espartaco" o "Los últimos días de Pompeya". Pero la industria también tuvo buenos momentos de ocurrencias propias como en el caso de "Jasón y los argonautas" y la ya más moderna y divertida "Golfus de Roma".
En cualquier caso el peplum triunfaba por todo el mundo gracias a que las historias eran grandes epopeyas, llenas de grandiosas batallas en las que se veían a cientos de extras, escenarios y decorados descomunales y fuertes pasiones entre los personajes, desde el amor más cándido al odio acérrimo, sin olvidar el sin fin de aventuras que corrían sus protagonistas.
Pero las películas de romanos no son sólo la antigua Roma sino que delante de las cámaras, con mayor o menor acierto, han pasado la mayor parte de las civilizaciones mediterráneas desde las mitologías griega y romana hasta las aventuras tanto de Jesús como de los primeros cristianos.
Las cintas dedicadas a la religión se llevan la palma y casi el derecho propio a ser considerado como un subgénero, ya que nos ha regalado algunas joyas cinematográficas que están en la memoria de medio mundo, como "La túnica sagrada", "Los diez mandamientos", "La historia más grande jamás contada", "La última tentación de Cristo", sin olvidarnos de algunas versiones un tanto irreverentes pero no por ello menos recomendables como "La vida de Brian".
El cine de romanos, aunque se había quedado algo aparcado, volvió con sus características propias gracias a "Gladiator", y para dentro de poco, Hollywood nos amenaza con hasta dos "bipopic" sobre Alejandro Magno, el conquistador presuntamente "gay", la que dirige ahora mismo en Marruecos Oliver Stone y la que hará el director de "Moulin rouge", Baz Luhrmann.
La Meca del cine no sólo retomará las sandalias de cuero, sino que las cotas de maya también están preparadas para volver a las pantallas de todo el mundo, en este caso de la mano de Ridley Scott con su "Kingdom of heaven" y la adaptación del "Baudolino", de Humberto Eco, que prepara el productor Thomas Schully.
Este tipo de películas también ha dejado una honda huella en la historia del cine y a ello han contribuido, entre muchas otras, "Ivanhoe", "El Cid", "Excalibur", "El séptimo sello" o todas las versiones, que no han sido pocas, de la historia de "Robin Hood", desde la animación al más puro estilo Disney hasta el magnífico retrato encarnado por Sean Connery en Robin y Marian.
Tal vez por no ser tan viejo como el peplum, el género del Medievo ha mantenido cierta constancia, y prueba de ello son algunas películas como la enormemente oscarizada "Braveheart" y algunas otras más cerca del relato legendario como la saga de "Conan", "Lady Halcón", "La princesa prometida", "Wilow" y las magistrales adaptaciones de la serie de "El Señor de los Anillos". Tampoco son desdeñables algunos momentos de la saga francesa de "Los Visitantes" o la irrepetible e inconfundible "Los caballeros de la mesa cuadrada" de los geniales Monty Python.
Ya queda poco para que otra vez las espadas estén en alto, los escudos brillantes, los caballos lustrosos y los arcos tensos para ofrecernos grandes y espectaculares batallas en las taquillas de todo el mundo.