"Star Trek: En la oscuridad" calienta motores y busca seducir a los "no trekkies"
- por © Redacción-NOTICINE.com
Hasta mayo no despegará en los cines del mundo la segunda entrega de la nueva saga "Star Trek" supervisada por el nuevo niño mimado de Hollywood, J.J.Abrams, pero el autor de "Super 8", "Misión Imposible 3", y las series "Perdidos", "Alias" o "Fringe", quiere provocar la ansiedad y mientras termina "Star Trek: En la oscuridad" en Los Angeles ha enviado a su colaborador, el productor Bryan Burk, con un avance del film, a recorrer el mundo con la buena nueva de que la han hecho para todos los públicos, y no sólo para los "trekkies" con carnet.
Burk, colaborador de Abrams desde hace una década, confiesa este jueves en Madrdid a los periodistas que él nunca fue uno de esos fans de la serie televisiva: "El mundo se divide entre los fans de "Star Trek" y los que creen que los fans de "Star Trek" están locos. Yo era de los segundos". Tras un primer breve vídeo introductorio del propio Abrams, que dice que no puede salir de gira porque su pelo es demasiado rebelde y así es mejor que no le vean en público, el productor adelanta algunas de las virtudes técnicas del film, que asegura tendrá un 3D nunca igualado desde "Avatar", porque han rodado con formato IMAX.
Gesticulando con la misma convicción que pondría para convencer de sus tesis a los altos ejecutivos de un estudio, Bryan Burk detalla que lo que van a ver los privilegiados informadores son los primeros 20 minutos de la película (que aunque parecen impecables dice que están incabados), y luego da paso a otros dos fragmentos de secuencias posteriores en el metraje.
En su opinión, el problema de la primera saga fílmica basada en la histórica serie creada por el ya difunto Gene Roddenberry, es que las películas se conformaron con la audiencia "cautiva" de los "trekkies", y ellos, en la primera cinta de 2009, y ahora con esta secuela, han conseguido convencer al estudio para que inviertan más y les permitan tener la libertad creativa para captar el interés de todos los públicos. De alguna manera debieron conseguirlo, ya que su "Star Trek", producida con 150 millones de dólares, recaudó más de 385 millones y medio en todo el mundo.
Lo que nos ha quedado claro sobre "En la oscuridad" es que la tripulación del Enterprise se enfrenta a un villano de apariencia humana (el británico Benedict Cumberbatch, quien al final se quedó con un papel que presuntamente iba a ser para un hispano, y se habló sucesivamente de Benicio del Toro, Edgar Ramírez y Jordi Mollá) que aspira a destruir -no logramos adivinar por qué venganza concreta- a la flota galáctica, y ya puestos, al planeta entero.
Y ello sucede cuando el capitán Kirk (Chris Pine) y su lugarteniente Spock (Zachary Quinto) no viven precisamente sus momentos de mayor popularidad, puesto que el primero acaba de ser fulminantemente destituido del mando de la nave después de una operación desafortunada en un planeta primitivo en el que supuestamente no podían intervenir. La película precisamente arranca con la presencia del Enterprise (bajo el mar) y Spock introduciéndose en el crater de un volcán en plena erupción para impedir que arrase, congelándolo, el lugar. Para salvar la vida del vulcano, Kirk, que acaba de salvarse por los pelos del ataque de los indígenas, ataviados con unos elegantes y prístinos "foulards" gualdas sobre sus cuerpos embarrados, opta por salir del agua e ir a su rescate, epatando de paso a esos mismos prehistóricos lugareños, que -como es lógico- toman a la nave como una aparición divina. Esa intrusión contra las normas en la historia del planeta es lo que le cuesta la destitución a Kirk.
Aunque los periodistas españoles echaron de menos que esos fragmentos, proyectados en cine IMAX de la periferia madrileña, no fueran en 3D, al menos la espectacularidad y el ritmo de lo visto han sido suficientes para provocar el efecto Pavlov, que garantiza que cuando el propio J.J. Abrams se implique -terminada la película- en su promoción y la pasee ya completita y en relieve, acudan en masa a verla. Eso, afirma Bryan Burk, será dentro de al menos un par de meses, porque la cinta -insistimos- no verá la luz de los proyectores digitales hasta mediados de mayo. Ese mes se podrá ver en Estados Unidos y México, aunque otros países tendrán que esperar hasta dos meses, como la propia España, que la recibirá en julio.
Burk, colaborador de Abrams desde hace una década, confiesa este jueves en Madrdid a los periodistas que él nunca fue uno de esos fans de la serie televisiva: "El mundo se divide entre los fans de "Star Trek" y los que creen que los fans de "Star Trek" están locos. Yo era de los segundos". Tras un primer breve vídeo introductorio del propio Abrams, que dice que no puede salir de gira porque su pelo es demasiado rebelde y así es mejor que no le vean en público, el productor adelanta algunas de las virtudes técnicas del film, que asegura tendrá un 3D nunca igualado desde "Avatar", porque han rodado con formato IMAX.
Gesticulando con la misma convicción que pondría para convencer de sus tesis a los altos ejecutivos de un estudio, Bryan Burk detalla que lo que van a ver los privilegiados informadores son los primeros 20 minutos de la película (que aunque parecen impecables dice que están incabados), y luego da paso a otros dos fragmentos de secuencias posteriores en el metraje.
En su opinión, el problema de la primera saga fílmica basada en la histórica serie creada por el ya difunto Gene Roddenberry, es que las películas se conformaron con la audiencia "cautiva" de los "trekkies", y ellos, en la primera cinta de 2009, y ahora con esta secuela, han conseguido convencer al estudio para que inviertan más y les permitan tener la libertad creativa para captar el interés de todos los públicos. De alguna manera debieron conseguirlo, ya que su "Star Trek", producida con 150 millones de dólares, recaudó más de 385 millones y medio en todo el mundo.
Lo que nos ha quedado claro sobre "En la oscuridad" es que la tripulación del Enterprise se enfrenta a un villano de apariencia humana (el británico Benedict Cumberbatch, quien al final se quedó con un papel que presuntamente iba a ser para un hispano, y se habló sucesivamente de Benicio del Toro, Edgar Ramírez y Jordi Mollá) que aspira a destruir -no logramos adivinar por qué venganza concreta- a la flota galáctica, y ya puestos, al planeta entero.
Y ello sucede cuando el capitán Kirk (Chris Pine) y su lugarteniente Spock (Zachary Quinto) no viven precisamente sus momentos de mayor popularidad, puesto que el primero acaba de ser fulminantemente destituido del mando de la nave después de una operación desafortunada en un planeta primitivo en el que supuestamente no podían intervenir. La película precisamente arranca con la presencia del Enterprise (bajo el mar) y Spock introduciéndose en el crater de un volcán en plena erupción para impedir que arrase, congelándolo, el lugar. Para salvar la vida del vulcano, Kirk, que acaba de salvarse por los pelos del ataque de los indígenas, ataviados con unos elegantes y prístinos "foulards" gualdas sobre sus cuerpos embarrados, opta por salir del agua e ir a su rescate, epatando de paso a esos mismos prehistóricos lugareños, que -como es lógico- toman a la nave como una aparición divina. Esa intrusión contra las normas en la historia del planeta es lo que le cuesta la destitución a Kirk.
Aunque los periodistas españoles echaron de menos que esos fragmentos, proyectados en cine IMAX de la periferia madrileña, no fueran en 3D, al menos la espectacularidad y el ritmo de lo visto han sido suficientes para provocar el efecto Pavlov, que garantiza que cuando el propio J.J. Abrams se implique -terminada la película- en su promoción y la pasee ya completita y en relieve, acudan en masa a verla. Eso, afirma Bryan Burk, será dentro de al menos un par de meses, porque la cinta -insistimos- no verá la luz de los proyectores digitales hasta mediados de mayo. Ese mes se podrá ver en Estados Unidos y México, aunque otros países tendrán que esperar hasta dos meses, como la propia España, que la recibirá en julio.