"La noche más oscura" y las torturas para encontrar a Bin Laden: exageración o "realismo"
- por © Redacción-NOTICINE.com
En "La noche más oscura" ("Zero Dark Thirty" ), la nueva película de la pareja (también en la vida real) Kathryn Bigelow / Mark Boal, autores de "En tierra hostil / Zona de miedo / Vivir al límite", los servicios secretos estounidenses usan tradicionales métodos de tortura para localizar al ideólogo del terrorismo islamista, Osama Bin Laden, un detalle que ha provocado no poca polémica en medios políticos y periodísticos norteamericanos. Mientras que tanto dirigentes parlamentarios como la propia CIA han desmentido que emplearan lo que eufemísticamente se conoce como "técnicas de interrogatorio perfeccionadas", la directora y el guionista defienden el "realismo" con el llevaron a cabo todo el proyecto del film, que protagonizado por Jessica Chastain, se estrena este viernes en España.
"Mark Boal -explica Bigelow- se documentó exhaustivamente, y su guión abarca la historia en toda su envergadura, desde Afganistán a Washington. A partir de ahí, el proceso se hizo instintivo para mí; conté la historia momento a momento, escena a escena, con sumo cuidado. Fue una empresa gigantesca en la que intenté ser comedida y lo más sutil posible".
Por su parte, el guionista recuerda cómo ambos empezaron el proyecto en un momento en que Bin Laden aún era el hombre más buscado, y todó cambió de la noche a la mañana cuando a principios de mayo de 2011 los Navy Seals entraron en su casa de Pakistán y lo asesinaron. "Puede decirse -explica- que es una película hecha a mano. Ha pasado por dos momentos. Empezó hace seis años como un guión acerca del fracaso de la captura de Bin Laden en la montaña Tora Bora, en Afganistán. Pasé unos años documentándome y escribiendo. Ya estábamos en preproducción en 2011, buscando localizaciones en Rumanía, cuando se conoció la noticia de la muerte de Bin Laden y la película ya no tenía razón de ser. No me quedó más remedio que volver a empezar".
El experiodista detalla que "los departamentos de relaciones públicas de algunas agencias oficiales me ayudaron, pero realicé la mayoría de la investigación gastando suela, buscando fuentes y teniendo suerte. Quería conseguir testimonios de primera mano, cuantos más mejor, de las personas involucradas siempre que fuera posible. Tuve la enorme suerte de poder escribir un guión basado casi íntegramente en lo que me contaron las personas que participaron en la misión".
"A menos -añade- que se haga un documental, llega el momento de cambiarse el traje de periodista por el de guionista si se quiere contar una buena historia. Nuestra idea era hacer una película. Tratándose de contar una búsqueda que duró más de diez años, debíamos comprimir todos los detalles para contar una historia eficiente en dos horas".
Para Bigelow, "se sabe muy poco de la vida de los héroes anónimos de las operaciones secretas, y así es como debe ser, pero aquí tenemos la oportunidad de ver a los hombres y mujeres que participaron en una de las operaciones más secretas de la historia. Mark no se limitó a corroborar hechos, también absorbió la atmósfera del mundo en que se mueven los agentes, sus personalidades, conflictos, motivaciones, incertidumbres, y fue capaz de enfocar todo esto con brillantez".
Sobre el tema concreto de las torturas, Boal defiende que -contra lo que dice la CIA- no fabuló: "Sin querer exagerar, es un tema extremadamente controvertido. Mi intención fue plasmar la complejidad de la situación, tanto moral como psicológicamente. Esta película no se ha hecho para saldar cuentas, ni para acabar con el debate de la eficacia de la tortura, que sigue muy vivo incluso entre las personas que la defendieron y la implementaron. Simplemente era parte de la historia y debía incluirse. Nuestro único objetivo es describir los acontecimientos con nitidez y con total realismo".
"Por otra parte -agrega- hacia el final de la película nos enteramos de que el escondite de Bin Laden no se descubrió con esas técnicas, sino con una mezcla de sobornos, métodos de espionaje tradicionales y vigilancia electrónica".
Kathryn Bigelow también piensa que era necesario mostrar aquellos interrogatorios en toda su crudeza: "Como ser humano, quería taparme los ojos, pero como cineasta, tenía la responsabilidad de documentar y mostrar la verdad. Tenía que superar mis sentimientos personales por el bien de la historia”.
"Mark Boal -explica Bigelow- se documentó exhaustivamente, y su guión abarca la historia en toda su envergadura, desde Afganistán a Washington. A partir de ahí, el proceso se hizo instintivo para mí; conté la historia momento a momento, escena a escena, con sumo cuidado. Fue una empresa gigantesca en la que intenté ser comedida y lo más sutil posible".
Por su parte, el guionista recuerda cómo ambos empezaron el proyecto en un momento en que Bin Laden aún era el hombre más buscado, y todó cambió de la noche a la mañana cuando a principios de mayo de 2011 los Navy Seals entraron en su casa de Pakistán y lo asesinaron. "Puede decirse -explica- que es una película hecha a mano. Ha pasado por dos momentos. Empezó hace seis años como un guión acerca del fracaso de la captura de Bin Laden en la montaña Tora Bora, en Afganistán. Pasé unos años documentándome y escribiendo. Ya estábamos en preproducción en 2011, buscando localizaciones en Rumanía, cuando se conoció la noticia de la muerte de Bin Laden y la película ya no tenía razón de ser. No me quedó más remedio que volver a empezar".
El experiodista detalla que "los departamentos de relaciones públicas de algunas agencias oficiales me ayudaron, pero realicé la mayoría de la investigación gastando suela, buscando fuentes y teniendo suerte. Quería conseguir testimonios de primera mano, cuantos más mejor, de las personas involucradas siempre que fuera posible. Tuve la enorme suerte de poder escribir un guión basado casi íntegramente en lo que me contaron las personas que participaron en la misión".
"A menos -añade- que se haga un documental, llega el momento de cambiarse el traje de periodista por el de guionista si se quiere contar una buena historia. Nuestra idea era hacer una película. Tratándose de contar una búsqueda que duró más de diez años, debíamos comprimir todos los detalles para contar una historia eficiente en dos horas".
Para Bigelow, "se sabe muy poco de la vida de los héroes anónimos de las operaciones secretas, y así es como debe ser, pero aquí tenemos la oportunidad de ver a los hombres y mujeres que participaron en una de las operaciones más secretas de la historia. Mark no se limitó a corroborar hechos, también absorbió la atmósfera del mundo en que se mueven los agentes, sus personalidades, conflictos, motivaciones, incertidumbres, y fue capaz de enfocar todo esto con brillantez".
Sobre el tema concreto de las torturas, Boal defiende que -contra lo que dice la CIA- no fabuló: "Sin querer exagerar, es un tema extremadamente controvertido. Mi intención fue plasmar la complejidad de la situación, tanto moral como psicológicamente. Esta película no se ha hecho para saldar cuentas, ni para acabar con el debate de la eficacia de la tortura, que sigue muy vivo incluso entre las personas que la defendieron y la implementaron. Simplemente era parte de la historia y debía incluirse. Nuestro único objetivo es describir los acontecimientos con nitidez y con total realismo".
"Por otra parte -agrega- hacia el final de la película nos enteramos de que el escondite de Bin Laden no se descubrió con esas técnicas, sino con una mezcla de sobornos, métodos de espionaje tradicionales y vigilancia electrónica".
Kathryn Bigelow también piensa que era necesario mostrar aquellos interrogatorios en toda su crudeza: "Como ser humano, quería taparme los ojos, pero como cineasta, tenía la responsabilidad de documentar y mostrar la verdad. Tenía que superar mis sentimientos personales por el bien de la historia”.
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