Crítica: "El ladrón de palabras", suspense de "best seller"
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Por Eduardo Larrocha
"El ladrón de palabras" está dirigida por dos realizadores noveles, Brian Klugman y Lee Sternhall. De ambos es también el guión de esta película con aromas literarios que se presentó hace diez años en el Festival de Sundance. El reparto resulta muy vistoso, con Jeremy Irons convertido en centro de una fantasía novelesca ambientada en el París de la Segunda Guerra Mundial y el Nueva York actual, podíamos añadir: aún no batido por el huracán Sandy. Al final la película se hizo cuando ambos realizadores hablaban sobre la obra de Hemingway en un atasco en Los Angeles. Así al menos nos lo han contado en el "press book".
Aunque no sea exactamente el protagonista de la historia contada en tres planos superpuestos, el personaje de Irons viene a centrar la trama convertido en una especie de escritor mendigo a quien las trampas del destino ha hurtado la narración de su propio drama. Si al veterano actor le unimos bellezas de diseño como Zoe Saldaña y Olivia Wilde, junto a Bradley Cooper, que hace el papel de Rory, escritor culpable de su propio éxito, y Dennis Quaid, sumamos los factores de un relato con muchos mimbres y demasiada sobreactuación. Algo así como meta-literatura de "best seller" con formato de "thriller".
Entre otros temas, esta película explora en el sentido ético de la creación y en el precio que alguien está dispuesto a pagar a cambio de beneficiarse emocionalmente de los frutos de la fama. Es una pena la banalización de un asunto tan interesante que afecta a los límites entre la realidad y la ficción, y de la literatura que indaga en su propio sentido. "El ladrón de palabras propone sucesivamente, y según se va desvelando el misterio que lo envuelve, varios protagonistas que vienen a suplantarse y se miran en el espejo del otro desde distintos ángulos, como prismas, no de luz, sino de tinieblas. El problema, como advertía Tavernier al escribir su reputada enciclopedia del cine de Hollywood, es que por ser tan americana, la película apenas deja margen a la imaginación creativa del espectador. Al público se le da el sentido bien triturado. Encima visualmente empalaga con tanto diseño de cuerpos y vestuarios.
"El ladrón de palabras" se estrena en España después de haber clausurado la Semana de Cine de Valladolid. Curioso cierre de un certamen que no solía apostar por unos finales tan comerciales. Llegará a las salas de México y Argentina este noviembre, y puede que guste al gran público (cosa que no ocurrió en EEUU, donde consituyó un fracaso comercial importante) pero no pasa de ser una buena historia del cine convencional. Buena producción y poca creación para una historia muy interesante que indaga en los secretos de la autoría y la verdad de la literatura.
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