Un festival propio: Humphrey Bogart vuelve a Cayo Largo
- por © Jon Apaolaza-NOTICINE.com
Uno de los grandes mitos del más dorado Hollywood, Humphrey Bogart, tendrá a partir del año próximo su propio festival de cine, y en el soleado lugar donde se desarrollaba una de sus más famosas películas, "Cayo Largo", en Florida (no confundir con el Cayo Largo cubano). Su hijo, Stephen Humphrey, y su viuda, Lauren Bacall, se han puesto de acuerdo con la cámara de comercio local para establecer un certamen anual que además de recuperar algunos de sus títulos clásicos, programará nuevas películas cada año agrupadas en un tema específico.
La primera edición del Humphrey Bogart Film Festival tendrá lugar en mayo del año que viene allí donde se filmó el clásico de 1948, dirigido por John Huston y coprotagonizado por Edward G. Robinson, Lauren Bacall, Lionel Barrymore y Claire Trevor.
Entre las actividades paralelas que tendrá el evento se preve una proyección al aire libre de "Casablanca", una exposición de objetos y recuerdos del actor, y paseos en el restaurado barco que apareció en la película de Bogart y Katherine Hepburn "La reina de Africa" (1951), que le dio al actor su único Oscar.
La madurez, el tabaco y el alcohol cincelaron sus arrugas, le robaron poco a poco la vida mientras le hacían eterno. Humphrey Bogart, el hombre, el mito y el personaje, es irrepetible. El éxito le llegó tarde y el cáncer se lo llevó demasiado pronto, pero sus películas clásicas han construido para varias generaciones la imagen de un duro capaz de ser tierno si el pasado parisino se cruzaba de nuevo por su camino en un local nocturno de Casablanca.
Bogart había nacido en vísperas del cambio de siglo, la Navidad de 1899, en el seno de una familia bien situada. Su madre era fotógrafa y dibujante, y su padre médico. Fue un adolescente rebelde y conflictivo, y por afán de aventura y amor al mar se enroló en la Marina. De esa experiencia obtuvo el que luego se convertiría en su peculiar gesto de desdén. Una astilla le perforó el labio.
Sin mucha vocación, "Boogie" llegó al arte dramático como director y no tuvo demasiada suerte. Como actor, debutó a finales de los años 20 en películas hoy justamente olvidadas. No levantó cabeza, aunque si demasiado a menudo el brazo para llevar un vaso a la boca. Hasta 1936, con "El bosque petrificado" no nació el Bogart clásico, la estrella mítica.
"El halcón maltés", "Tener y no tener", "Casablanca", "El sueño eterno", "Cayo largo", "El tesoro de Sierra Madre" fueron sus grandes éxitos de los años 40. En la década siguiente se permitió diversificar sus profesiones, para dejar de ser gangster, detective o héroe resistente . Rodó comedias de aventuras como "La reina de Africa" (su único Oscar), o románticas, al estilo "Sabrina". También dramas realistas, especialmente "La condesa descalza", la sólida "El motín del Caine" y su última película, "Más dura será la caida".
Fuera de la pantalla, el alcohol y sus sucesivos fracasos matrimoniales marcan una vida que rara vez fue feliz. Antes de casarse con la joven Lauren Bacall, había tenido otros tres matrimonios con actrices que nadie recuerda. Su última esposa, que le acompañó hasta el último suspiro, el 14 de enero de 1957, consiguió darle un epílogo grato, redujo su afición etílica y disfrutó con él de sus hijos y del mar en su velero Santana.
Muerto el actor, el mito se hizo eterno. Sucesivas generaciones de cinéfilos le han honrado con su cariño, mientras los homenajes, entre la inspiración y el uso descarado no han cesado. Woody Allen le resucitó en "Sueños de seductor", como un ideal asesor sentimental. La publicidad y los ordenadores le han devuelto también a la barra de un bar. Bogart sigue presente entre nosotros, y ahora, con este festival, tal vez Cayo Largo se convierte en un punto de peregrinación anual para muchos cinéfilos.
La primera edición del Humphrey Bogart Film Festival tendrá lugar en mayo del año que viene allí donde se filmó el clásico de 1948, dirigido por John Huston y coprotagonizado por Edward G. Robinson, Lauren Bacall, Lionel Barrymore y Claire Trevor.
Entre las actividades paralelas que tendrá el evento se preve una proyección al aire libre de "Casablanca", una exposición de objetos y recuerdos del actor, y paseos en el restaurado barco que apareció en la película de Bogart y Katherine Hepburn "La reina de Africa" (1951), que le dio al actor su único Oscar.
La madurez, el tabaco y el alcohol cincelaron sus arrugas, le robaron poco a poco la vida mientras le hacían eterno. Humphrey Bogart, el hombre, el mito y el personaje, es irrepetible. El éxito le llegó tarde y el cáncer se lo llevó demasiado pronto, pero sus películas clásicas han construido para varias generaciones la imagen de un duro capaz de ser tierno si el pasado parisino se cruzaba de nuevo por su camino en un local nocturno de Casablanca.
Bogart había nacido en vísperas del cambio de siglo, la Navidad de 1899, en el seno de una familia bien situada. Su madre era fotógrafa y dibujante, y su padre médico. Fue un adolescente rebelde y conflictivo, y por afán de aventura y amor al mar se enroló en la Marina. De esa experiencia obtuvo el que luego se convertiría en su peculiar gesto de desdén. Una astilla le perforó el labio.
Sin mucha vocación, "Boogie" llegó al arte dramático como director y no tuvo demasiada suerte. Como actor, debutó a finales de los años 20 en películas hoy justamente olvidadas. No levantó cabeza, aunque si demasiado a menudo el brazo para llevar un vaso a la boca. Hasta 1936, con "El bosque petrificado" no nació el Bogart clásico, la estrella mítica.
"El halcón maltés", "Tener y no tener", "Casablanca", "El sueño eterno", "Cayo largo", "El tesoro de Sierra Madre" fueron sus grandes éxitos de los años 40. En la década siguiente se permitió diversificar sus profesiones, para dejar de ser gangster, detective o héroe resistente . Rodó comedias de aventuras como "La reina de Africa" (su único Oscar), o románticas, al estilo "Sabrina". También dramas realistas, especialmente "La condesa descalza", la sólida "El motín del Caine" y su última película, "Más dura será la caida".
Fuera de la pantalla, el alcohol y sus sucesivos fracasos matrimoniales marcan una vida que rara vez fue feliz. Antes de casarse con la joven Lauren Bacall, había tenido otros tres matrimonios con actrices que nadie recuerda. Su última esposa, que le acompañó hasta el último suspiro, el 14 de enero de 1957, consiguió darle un epílogo grato, redujo su afición etílica y disfrutó con él de sus hijos y del mar en su velero Santana.
Muerto el actor, el mito se hizo eterno. Sucesivas generaciones de cinéfilos le han honrado con su cariño, mientras los homenajes, entre la inspiración y el uso descarado no han cesado. Woody Allen le resucitó en "Sueños de seductor", como un ideal asesor sentimental. La publicidad y los ordenadores le han devuelto también a la barra de un bar. Bogart sigue presente entre nosotros, y ahora, con este festival, tal vez Cayo Largo se convierte en un punto de peregrinación anual para muchos cinéfilos.
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