Colaboración: Oscars 2011, una batalla por el pasado del cine

por © NOTICINE.com
La cita es este domingo
Por Jon Apaolaza

Este año, parece que la batalla por el triunfo en los Oscars se juega en una máquina del tiempo, cuando el cine en Hollywood era mudo y sólo empezaba a construir su industria. Tanto "The artist" como "La invención de Hugo" se desarrollan en las primeras décadas del pasado siglo, y representan sendos homenajes a los pioneros y sus dificultades por adaptarse a la evolución del negocio y los tiempos. El hasta ahora muy comercial Hazanavicius se enfrenta a un veterano virtuoso de la versión más industrial del cine de autor, Scorsese. Dos películas con las que el espectador cinéfilo siente grandes deseos de simpatizar, aunque no siempre lo logre.

Y es que desde mi punto de vista, estamos en ambos casos ante cintas sobrevaloradas, cuyas amplias virtudes no acaban de ocultar sus defectos, menores pero subsanables con otro punto de vista y -respectivamente- mayor creatividad para la primera y contención para la otra. Lo curioso es que un mismo año pugnen por las doradas estatuillas películas con una ubicación temporal similar y que coincidan en el sentido del homenaje nostálgico a ese primer cine. Si a eso añadimos que en una Francia rinde tributo a Hollywood y en la otra Hollywood hace lo propio con un pionero del cine galo, estamos antes un raro alineamiento de planetas.

"The artist" cuenta una historia de los tiempos del cine mudo como lo haría el cine mudo, y no sólo en la forma, también en el fondo: Narración plana y final previsible desde los primeros cinco minutos. Lo que impresiona es cómo Hazanavicius se ha revisado lo mejor de aquella época para copiarlo con esmero amanuense. Su única licencia de originalidad es su peor defecto: Usar la música de Bernard Hermann para "Vértigo" en una de las escenas claves de su cinta. Personalmente no me extraña el cabreo de Kim Novak, que se adjudicó la complicidad desde la tumba de sus compañeros de aventura.

Scorsese toma el texto de John Logan, al que le sobran páginas y personajes (perdón por no compartir el entusiasmo del querido compañero Eduardo Larrocha y de otros críticos) para ponerlo al servicio de su propia pasión amorosa. El italoamericano es un enamorado del celuloide rancio, y la última media hora de "Hugo" se deleita en un canto a la belleza del objeto amado, como si llevara años esperando el momento de esa explosión pasional, y con la sensación de que no le importa demasiado si los demás sienten el mismo deleite. Por supuesto, está en su derecho. Más podría alegarse contra tramas paralelas irrelevantes y unos rodeos y dilaciones que sobran.

Confieso que en cambio no he visto aún la tercera en discordia, "Los descendientes", aunque lo leído me hace pensar que tampoco es esa película redonda que merece irse a casa cargada de estatuillas.

SI QUIERES COMENTAR ESTA INFORMACIÓN, VEN A NUESTRO FACEBOOK... O SIGUENOS A TRAVÉS DE TWITTER: @NOTICINEcom