Murió Gregory Peck, gran actor y hombre íntegro

por © Redacción-NOTICINE.com
El hidalgo del mar
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Galán en los 50El hidalgo del mar13-VI-03

Alto (1,90 m.), guapo, honesto y entrañable, Gregory Peck, fallecido placidamente este jueves en Los Angeles, al lado de su esposa, cuatro de sus hijos y varios nietos, ha dibujado en sus 60 años de carrera como actor una imagen inolvidable. La muerte le sorprendió pocos días después de que su personaje Atticus Finch en "Matar a un ruiseñor" fuese considerado por el American Film Institute como el mejor "bueno" de la historia del cine. El la consideraba su película favorita, pero no podemos olvidar muchos otros papeles inolvidables de Peck, el amnésico John Ballentine de "Recuerda", el vaquero McCanles de "Duelo al sol", el periodista Joe Bradley de "Vacaciones en Roma" o el capitán Ahab de "Mobby Dick". Peck, además, compuso personajes reales como los de Abraham Lincoln, el "angel de la muerte" nazi Josef Mengele, el escritor Ambrose Bierce, el general MacArthur o el bíblico rey David.

Homenajeado en los últimos años por festivales como los de Cannes, Berlín o San Sebastián, su avanzada edad nunca no fue impedimento para que viajara a contar ante privilegiados oídos sus recuerdos como memoria viva de los años dorados de la industria de Hollywood. En los años 40, 50 y 60, Peck trabajó con los más grandes, de Hitchcock a Huston, pasando por King Vidor, Raoul Walsh, William Wyler, Vincente Minnelli, Robert Mulligan, Elia Kazan o Stanley Donen.

Dijeron en su día que era "el hombre más atractivo de Hollywood", pero no descansó hasta demostrar que poseía los resortes dramáticos de los mejores intérpretes clásicos, y que podía incorporar a los más complicados personajes. Hijo de un farmacéutico californiano, empezó a hacer teatro mientras estudiaba medicina en Berkeley. Debutó en el cine a mediados de la década de los 40, y seis años después logró su primera candidatura al Oscar por "Las llaves del reino". Repetiría los dos años siguientes con "El despertar" y "La barrera invisible", y en 1950 con "Almas en la hoguera", pero hasta su quinta candidatura no logró la ansiada estatuilla, de la mano de su papel de abogado anti-racista en "Matar a un ruiseñor". Descanse en paz quien tan buenos momentos nos ha hecho pasar en la pantalla y fuera de ella ha sido un ejemplo de integridad.