Informe: Actores convertidos en directores, ¿vanidosos, creativos o rebeldes?
- por © Alberto Duque López-NOTICINE.com
05-V-03
Desde hace varios años, todos en Hollywood se hacen las mismas preguntas: Cuando los actores deciden dirigir, es decir, pasarse al otro lado de las cámaras, vociferar y hacerse los importantes, ¿es porque quieren experimentar otras emociones? ¿Están aburridos de recibir órdenes de directores que en ocasiones no los respetan ni aceptan sus sugerencias en el set? ¿Buscan mayor fama, más fortuna, más atención de los medios? ¿Quieren demostrar que si otros actores se convirtieron en directores, ellos también pueden probar el vértigo de una responsabilidad tan grande como arriesgar cuantiosas sumas aportadas por otros que creyeron en ellos? ¿Un actor convertido en director es simplemente un gesto de vanidad? ¿Es una palmadita al ego que necesitaba un gesto de confianza?
Todas esas razones son válidas y actualmente apuntan a películas recientes y realizadas por famosos actores que decidieron dirigir sus propios proyectos porque en determinado momento se sintieron muy seguros de lo que buscaban y desconfiaban de los demás. Hay una anécdota que el maestro Sydney Pollack, también actor en películas ajenas (lo recordamos por el papel de anfitrión de Tom Cruise y Nicole Kidman en "Ojos Bien Cerrados" de Kubrick), se complace en repetir. Un galán de Hollywood se presenta en su mansión, desconsolado y solitario, quejándose que siendo una de las personas más poderosas del mundo, siente que en ciertos momentos algunos que considera inferiores, ostentan más poder que él. ¿Qué puede hacer para tener más poder?. Pollack se lo queda mirando, le entrega un vaso lleno de vino tinto y le dice: "Conviértete en director". Santo remedio.
Como simple ejemplo de esa dualidad, recordemos cómo en el último festival de Berlín se presentó el caso curioso del actor George Clooney protagonista de una hermosa y nada comercial aventura espacial, "Solaris", realizada por el equipo de Steven Soderbergh y James Cameron, y al mismo tiempo compitiendo con su primera experiencia como director, "Confesiones de una mente brillante". El mismo Clooney no se lo cree cuando tiene que aceptar entrevistas como actor y habla de ese romance en la oscuridad del espacio, y luego se coloca su sonrisa de director y habla de los elementos que los críticos han alabado en su trabajo como gestor de un proyecto que si no hubiera sido por su tenacidad, estaría aún guardado en una de las oficinas de cualquier estudio en Hollywood.
Clooney confiesa que se convirtió en director por necesidad, no por vanidad ni ambición. Explica que el proyecto se había atrasado tanto y a ocho semanas de comenzar el rodaje, los inversionistas se arrepintieron y lo dejaron con el guión entre las manos, mientras el grupo de actores y técnicos se alistaba para dispersarse de nuevo. Necesitaba 40 millones de dólares para hacer la película. Apenas tenía la mitad. Entonces habló con sus amigos Julia Roberts, Matt Damon y Brad Pitt quienes aceptaron trabajar por centavos, él mismo redujo sus ganancias como director y actor, se colocó detrás de las cámaras y rodó una película que ha recibido elogios y cuenta la historia de Chuck Barris, un personaje de la televisión que reveló supuestas aventuras mientras formaba parte de la CIA.
Otros famosos actores que recientemente han dirigido películas son Denzel Washington con "Antwon Fisher", Nicolas Cage con "Sonny", John Malkovich con "Pasos de Baile", Matt Dillon con "City of Ghost", Alec Baldwin con "The Devil & Daniel Webster" y Bill Paxton con "Frailty", entre otros. De estos proyectos, exhibidos en varios festivales, dos han recibido el respaldo de la crítica. "Antwon Fisher" que cuenta las relaciones violentas entre un psicólogo militar y un joven negro que logra superar una infancia llena de hambre, violaciones e injusticias, ingresa a la Marina y se convierte en uno de los personajes más conflictivos. "Pasos de Baile" por su parte se basa en la famosa novela de Nicholas Shakespeare que reconstruye la captura por parte de un policía peruano de Abimael Guzmán, líder de Sendero Luminoso y ha recibido los comentarios más elogiosos a raíz de su estreno este fin de semana en Nueva York, coincidiendo con el festival de Tribeca.
El caso de Nicolas Cage, quien nunca ha aceptado estar a la sombra de su famoso tío, Francis Ford Coppola, es dramático porque este proyecto de "Sonny" lo venía trabajando desde hace más de veinte años y fue una huelga de los actores en 2000 que lo empujó a convertirse en director. Confiesa que la modestia lo salvó porque al llegar al set, aceptó que con los actores no tendría problemas pero era un ignorante en asuntos técnicos, se rodeó de los mejores, se dejó asesorar y como él mismo afirma, se le quitó el miedo al fracaso. Hay que esperar lo que ocurra con las películas dirigidas por Matt Dillon (con Gerard Depardieu, rodada en Camboya) y Alec Baldwin (protagonizada por Anthony Hopkins quien públicamente reveló que la película estaba inconclusa porque se agotó el dinero y no estaba dispuesto a gastar un solo centavo).
Como afirma Richard Corliss en Time, pocos oficios tan duros e ingratos como dirigir una película porque requiere "la tenacidad de un corredor, la estrategia de un ajedrecista y el sentido humano de un maestro de escuela. Por supuesto pocos tienen esas virtudes al mismo tiempo, pero eso no le importa a los actores cuando quieren dirigir"; recordemos los casos de Antonio Banderas ("Sweet Alabama"), Morgan Freeman ("Bophal"), Gary Oldman ("Nil by Mouth") y Johnny Depp ("The Brave"), entre otros, que prefirieron volver a su antiguo oficio. En cambio Tim Robbins, Sean Penn, Robert Redford, Mel Gibson y sobre todo Clint Eastwood (considerado un auténtico ídolo por los críticos franceses que adoran su manejo del tiempo en las historias policíacas) son respetados como verdaderos directores. Esa adoración vuelve a manifestarse con la participación de Eastwood en Cannes con "Mystic River" en la competencia oficial, en la cual también se presenta "The Brown Bunny", del actor Vincent Gallo, quien anteriormente realizó "Buffalo 66".
La lista de actores de Hollywood convertidos en directores es larga, y llena de grandes triunfos y fracasos: Orson Welles, John Huston, Ron Howard, Jodie Foster, Kevin Costner, Warren Beatty, Charles Chaplin, Campbell Scott, Stanley Tucci, Laurence Olivier, Marlon Brando, John Casavetes, Paul Newman, Woody Allen, Danny DeVito, Jack Nicholson, Edward Norton, Steve Guttenberg, John Wayne, Sally Field, Kenneth Branagh, Ida Lupino, Robin Williams, Al Pacino, Robert de Niro, D.W.Griffith, Tom Hanks, Kevin Spacey, Sydney Poitier, Ethan Hawke....
En la historia de la Academia, pocos actores convertidos en realizadores han ganado el Oscar al mejor director: Orson Welles, Laurence Olivier, Clint Eastwood, Robert Redford, Mel Gibson, Kevin Costner y Ron Howard, entre otros; lo que demuestra que pasar de un lado al otro de la cámara no es fácil, que ese gesto de vanidad no siempre es apreciado por el público o los críticos, y que, como en el caso de la mayoría, dirigirse a ellos mismos y atender todos los detalles financieros, técnicos y artísticos que implican la realización de una película (muchas veces con presupuestos limitados), significa el peor de los dolores de cabeza, si es que la tienen en su sitio. Las preguntas siguen sin ser respondidas.
Desde hace varios años, todos en Hollywood se hacen las mismas preguntas: Cuando los actores deciden dirigir, es decir, pasarse al otro lado de las cámaras, vociferar y hacerse los importantes, ¿es porque quieren experimentar otras emociones? ¿Están aburridos de recibir órdenes de directores que en ocasiones no los respetan ni aceptan sus sugerencias en el set? ¿Buscan mayor fama, más fortuna, más atención de los medios? ¿Quieren demostrar que si otros actores se convirtieron en directores, ellos también pueden probar el vértigo de una responsabilidad tan grande como arriesgar cuantiosas sumas aportadas por otros que creyeron en ellos? ¿Un actor convertido en director es simplemente un gesto de vanidad? ¿Es una palmadita al ego que necesitaba un gesto de confianza?
Todas esas razones son válidas y actualmente apuntan a películas recientes y realizadas por famosos actores que decidieron dirigir sus propios proyectos porque en determinado momento se sintieron muy seguros de lo que buscaban y desconfiaban de los demás. Hay una anécdota que el maestro Sydney Pollack, también actor en películas ajenas (lo recordamos por el papel de anfitrión de Tom Cruise y Nicole Kidman en "Ojos Bien Cerrados" de Kubrick), se complace en repetir. Un galán de Hollywood se presenta en su mansión, desconsolado y solitario, quejándose que siendo una de las personas más poderosas del mundo, siente que en ciertos momentos algunos que considera inferiores, ostentan más poder que él. ¿Qué puede hacer para tener más poder?. Pollack se lo queda mirando, le entrega un vaso lleno de vino tinto y le dice: "Conviértete en director". Santo remedio.
Como simple ejemplo de esa dualidad, recordemos cómo en el último festival de Berlín se presentó el caso curioso del actor George Clooney protagonista de una hermosa y nada comercial aventura espacial, "Solaris", realizada por el equipo de Steven Soderbergh y James Cameron, y al mismo tiempo compitiendo con su primera experiencia como director, "Confesiones de una mente brillante". El mismo Clooney no se lo cree cuando tiene que aceptar entrevistas como actor y habla de ese romance en la oscuridad del espacio, y luego se coloca su sonrisa de director y habla de los elementos que los críticos han alabado en su trabajo como gestor de un proyecto que si no hubiera sido por su tenacidad, estaría aún guardado en una de las oficinas de cualquier estudio en Hollywood.
Clooney confiesa que se convirtió en director por necesidad, no por vanidad ni ambición. Explica que el proyecto se había atrasado tanto y a ocho semanas de comenzar el rodaje, los inversionistas se arrepintieron y lo dejaron con el guión entre las manos, mientras el grupo de actores y técnicos se alistaba para dispersarse de nuevo. Necesitaba 40 millones de dólares para hacer la película. Apenas tenía la mitad. Entonces habló con sus amigos Julia Roberts, Matt Damon y Brad Pitt quienes aceptaron trabajar por centavos, él mismo redujo sus ganancias como director y actor, se colocó detrás de las cámaras y rodó una película que ha recibido elogios y cuenta la historia de Chuck Barris, un personaje de la televisión que reveló supuestas aventuras mientras formaba parte de la CIA.
Otros famosos actores que recientemente han dirigido películas son Denzel Washington con "Antwon Fisher", Nicolas Cage con "Sonny", John Malkovich con "Pasos de Baile", Matt Dillon con "City of Ghost", Alec Baldwin con "The Devil & Daniel Webster" y Bill Paxton con "Frailty", entre otros. De estos proyectos, exhibidos en varios festivales, dos han recibido el respaldo de la crítica. "Antwon Fisher" que cuenta las relaciones violentas entre un psicólogo militar y un joven negro que logra superar una infancia llena de hambre, violaciones e injusticias, ingresa a la Marina y se convierte en uno de los personajes más conflictivos. "Pasos de Baile" por su parte se basa en la famosa novela de Nicholas Shakespeare que reconstruye la captura por parte de un policía peruano de Abimael Guzmán, líder de Sendero Luminoso y ha recibido los comentarios más elogiosos a raíz de su estreno este fin de semana en Nueva York, coincidiendo con el festival de Tribeca.
El caso de Nicolas Cage, quien nunca ha aceptado estar a la sombra de su famoso tío, Francis Ford Coppola, es dramático porque este proyecto de "Sonny" lo venía trabajando desde hace más de veinte años y fue una huelga de los actores en 2000 que lo empujó a convertirse en director. Confiesa que la modestia lo salvó porque al llegar al set, aceptó que con los actores no tendría problemas pero era un ignorante en asuntos técnicos, se rodeó de los mejores, se dejó asesorar y como él mismo afirma, se le quitó el miedo al fracaso. Hay que esperar lo que ocurra con las películas dirigidas por Matt Dillon (con Gerard Depardieu, rodada en Camboya) y Alec Baldwin (protagonizada por Anthony Hopkins quien públicamente reveló que la película estaba inconclusa porque se agotó el dinero y no estaba dispuesto a gastar un solo centavo).
Como afirma Richard Corliss en Time, pocos oficios tan duros e ingratos como dirigir una película porque requiere "la tenacidad de un corredor, la estrategia de un ajedrecista y el sentido humano de un maestro de escuela. Por supuesto pocos tienen esas virtudes al mismo tiempo, pero eso no le importa a los actores cuando quieren dirigir"; recordemos los casos de Antonio Banderas ("Sweet Alabama"), Morgan Freeman ("Bophal"), Gary Oldman ("Nil by Mouth") y Johnny Depp ("The Brave"), entre otros, que prefirieron volver a su antiguo oficio. En cambio Tim Robbins, Sean Penn, Robert Redford, Mel Gibson y sobre todo Clint Eastwood (considerado un auténtico ídolo por los críticos franceses que adoran su manejo del tiempo en las historias policíacas) son respetados como verdaderos directores. Esa adoración vuelve a manifestarse con la participación de Eastwood en Cannes con "Mystic River" en la competencia oficial, en la cual también se presenta "The Brown Bunny", del actor Vincent Gallo, quien anteriormente realizó "Buffalo 66".
La lista de actores de Hollywood convertidos en directores es larga, y llena de grandes triunfos y fracasos: Orson Welles, John Huston, Ron Howard, Jodie Foster, Kevin Costner, Warren Beatty, Charles Chaplin, Campbell Scott, Stanley Tucci, Laurence Olivier, Marlon Brando, John Casavetes, Paul Newman, Woody Allen, Danny DeVito, Jack Nicholson, Edward Norton, Steve Guttenberg, John Wayne, Sally Field, Kenneth Branagh, Ida Lupino, Robin Williams, Al Pacino, Robert de Niro, D.W.Griffith, Tom Hanks, Kevin Spacey, Sydney Poitier, Ethan Hawke....
En la historia de la Academia, pocos actores convertidos en realizadores han ganado el Oscar al mejor director: Orson Welles, Laurence Olivier, Clint Eastwood, Robert Redford, Mel Gibson, Kevin Costner y Ron Howard, entre otros; lo que demuestra que pasar de un lado al otro de la cámara no es fácil, que ese gesto de vanidad no siempre es apreciado por el público o los críticos, y que, como en el caso de la mayoría, dirigirse a ellos mismos y atender todos los detalles financieros, técnicos y artísticos que implican la realización de una película (muchas veces con presupuestos limitados), significa el peor de los dolores de cabeza, si es que la tienen en su sitio. Las preguntas siguen sin ser respondidas.