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17-II-03

Pareciera que cada vez que se acerca la ceremonia de entrega de los premios más codiciados de la industria más poderosa del cine mundial se da alguna circunstancia que enturbia la imagen idílica y cargada de glamour que se intenta ofrecer del Hollywood estelar. La polémica parece una cumplidora invitada a la gala de los Oscar, polémica que adopta múltiples formas. Puede ser el reclamo de atención de algún grupo social o defensor de alguna causa justa, que encuentra cerca de la alfombra roja el lugar idóneo para difundir su mensaje, puede incluso colarse en la mismísima retransmisión de la gala si algún presentador o ganador decide improvisar algún discurso reivindicativo justo antes de que la orquesta lo interrumpa o le sea vetada en adelante la aparición en dicha gala, que se lo pregunten al matrimonio Robbins-Sarandon... Una de estas posibles formas para crear, voluntaria o involuntariamente polémica, consiste en no asistir a la ceremonia en cuestión. El gran maestro de esta práctica es el genial Woody Allen, que ha convertido su ausencia en una de las constantes de la noche, que únicamente fue traicionada por el sentido homenaje a la ciudad de sus amores.

La ausencia que hoy nos ocupa es bien diferente, se trata de la previsible por motivos judiciales del director francés de origen polaco Roman Polanski, a causa de un juicio pendiente con la justicia americana que le podría provocar serios problemas legales si decide pisar suelo norteamericano. Nominado por su trabajo al frente de "El pianista", película basada en la vida de Wladyslaw Szpilman, famoso pianista judío superviviente de la ocupación nazi de Polonia, Polanski ha retornado con ella a los paisajes de su infancia para relatar el dolor de su pueblo. Premiada en el pasado Festival de Cannes con la Palma de Oro, Premio de la Academia del Cine Europeo y nominada a seis Oscars, además de al de mejor director, "El Pianista" podría perder empuje en su lucha por las doradas estatuillas si Polanski no está presente en la ceremonia del 23 de marzo.

En 1997, Polanski fue acusado de violar a una adolescente de 13 años, tras hacerla consumir alcohol y drogas durante una sesión de fotos en la casa del actor Jack Nicholson, mientras éste estaba fuera. Polanski reconoció, ante el juez, haber mantenido relaciones sexuales con la menor con el consentimiento de esta, pero ante la inminente posibilidad de una sentencia que podía enviarlo a prisión, el cineasta huyó a Francia. Según se comenta, Polanski alcanzó en 1980 un acuerdo verbal con la víctima, Samantha Geimer, que llegó a declarar que no ponía ninguna objeción al retorno del director a Estados Unidos. Por último, Geimer, que vive en Hawaii con su marido y tres hijos, declaró en público que Polanski no la había violado.

Durante los últimos años, y ahora con más intensidad, se ha especulado con la posibilidad de que Polanski pueda regresar a los Estados Unidos y resolver sus problemas con la justicia, pero existen hechos que indican lo contrario. El mismo director ha declarado repetidamente que no desea poner en peligro su vida con sus hijos y su mujer, la actriz francesa Emmanuelle Seigner. "No puedo pensar solo en mí ahora, debo pensar en mi familia" declaró en 1994. Más recientemente la institución legal norteamericana se ha expresado con claridad a través de voces como las del portavoz del fiscal de Los Angeles, Jane Robinson: "No hemos hablado con Polanski y no tenemos intención de hacerlo", o la de la otra ayudante del fiscal, Sandy Gibbons: "Es un fugitivo, se declaró culpable y aguarda veredicto". Podemos sumar también las declaraciones del representante de Polanski en Los Angeles, Jeff Berg, "Él no tiene planes de volver a Estados Unidos, vive en Europa y su casa está allí, las cuestiones legales no han sido resueltas, y no tiene planes de regresar".

Para terminar de agitar la situación se añaden dos asuntos legales pendientes. Por una parte, una supuesta denuncia de los estudios Artisan Entertaintment Inc. según la cual Polanski habría huído con una suma importante de dinero destinado a la producción de la película "La novena puerta", por lo que se acusó al director de fraude e incumplimiento de contrato. Por otra, el productor polaco de "El Pianista", Lew Rywin, tiene impedida su salida de Polonia debido a que su pasaporte está en poder de un tribunal que realiza una investigación criminal por un supuesto intento de soborno de Rywin al director de un importante diario polaco, para conseguir una franquicia para un canal de televisión.