Colaboración: De hombres, cabras... y George Clooney como una idem
- por © Redacción-NOTICINE.com

Por Eduardo Larrocha
Un ejército de visionarios se empotra en las fuerzas de ocupación en Irak. ¡No disparen¡ Este es el regimiento de matados que hipnotizan cabras para quitarle adrenalina a la violencia de los soldados. Ciertamente suena a cachondeo y en este plan se desarrolla esta producción de Hollywood que no ha merecido ninguna candidatura de la Academia, ni reconocimiento en los Globos a pesar del reparto estelar que encabeza Georges Clooney, al que tenemos por partida doble en las carteleras con su papel de "despedidor" de trabajadores en "Up in the air / Amor sin escalas" y que ahora da vida al soldado Lynn Cassidy. Todo un "jedi" o eso se cree al menos el personaje.
Es la segunda vez que Clooney trabaja a las ordenes de Grant Heslow, socios ambos de Smoke house, y productores de esta película. Le recordamos convertido en brillante y comprometido periodista en "Buenas noches, buena suerte". Es la cabeza más "glamourosa" de un reparto en el que intervienen también Ewan McGregor, Bob Wilton, en su papel de periodista en apuros encargado de contar la historia que se ve obligado a vivir, Kevin Spacey, de malo disfrazado de hippie y Jeff Bridges, el sargento Hill Django, veterano del Vietnam que lee los pensamientos del enemigo, atraviesa paredes y se hace invisible, además de cargarse a las cabras con sólo mirarlas.
¡Quién lo diría¡ Tanto gancho comercial no acaba de funcionar. "Los hombres que miraban fijamente a las cabras" es antes que película y guión cinematográfico un best seller de Jon Ronson, periodista que cuenta algo que asegura haber vivido él mismo aunque nos parezca increíble. En la promoción de la película nos quieren convencer de que los hechos que narra son reales, cuando resultan inverosímiles. Aquello de que "las brujas no existen pero haberlas haylas" en versión U.S. Army. Libro y película tratan de un programa del ejército americano en el que se estudió la posibilidad de utilizar los poderes paranormales con objetivos militares. En particular, el título hace referencia a que el programa evaluó una técnica para matar cabras mirándolas fijamente. Usaron cabras porque pensaban que era un animal con el que los soldados -y los espectadores- no se identificarían. Cuentan que el ejército americano se gastó 20 millones de dólares en el programa de estudios paranormales, especialmente cuando se enteraron de que lo que empezó como un engaño para espías del otro lado del telón de acero, se convirtió en una competición con los soviéticos.
La película toma distancia de la novela gracias a Peter Straughan. El guionista ha hecho una síntesis esquemática para contarnos la rocambolesca historia de un periodista a quien un espía de la paz le pone en antecedentes de una historia que empezó cuarenta años atrás cuando un iluminado veterano de Vietnam decidió poner fin a la matanzas de inocentes y cercenar el espíritu belicoso de la tropa. El periodista se verá envuelto en una inesperada trama en la guerra de Irak donde ¡al fin! aparecen las cabras. Y comienza el disparate con estos conejitos de indias. Nos quieren hacer creer que a base de hipnosis queda desmoralizado el más sanguinario de los enemigos. Esa combinación de místico y guerrero entronca con toda una tradición occidental – ahí están los Templarios- que a su vez nos llega de Oriente con la mística del samurai. Esto suena muy serio, pero la película va de comedia y funciona simpática en el planteamiento caricaturesco de la vida castrense. Cuando entra en detalles y se desarrolla la acción en el campo de batalla uno piensa ¿pero cuando va a terminar esta tontería? Y eso que "Los hombres que miraban fijamente a las cabras", si mi reloj no me engaña, apenas dura los noventa minutos de rigor comercial... No da para más.
Un ejército de visionarios se empotra en las fuerzas de ocupación en Irak. ¡No disparen¡ Este es el regimiento de matados que hipnotizan cabras para quitarle adrenalina a la violencia de los soldados. Ciertamente suena a cachondeo y en este plan se desarrolla esta producción de Hollywood que no ha merecido ninguna candidatura de la Academia, ni reconocimiento en los Globos a pesar del reparto estelar que encabeza Georges Clooney, al que tenemos por partida doble en las carteleras con su papel de "despedidor" de trabajadores en "Up in the air / Amor sin escalas" y que ahora da vida al soldado Lynn Cassidy. Todo un "jedi" o eso se cree al menos el personaje.
Es la segunda vez que Clooney trabaja a las ordenes de Grant Heslow, socios ambos de Smoke house, y productores de esta película. Le recordamos convertido en brillante y comprometido periodista en "Buenas noches, buena suerte". Es la cabeza más "glamourosa" de un reparto en el que intervienen también Ewan McGregor, Bob Wilton, en su papel de periodista en apuros encargado de contar la historia que se ve obligado a vivir, Kevin Spacey, de malo disfrazado de hippie y Jeff Bridges, el sargento Hill Django, veterano del Vietnam que lee los pensamientos del enemigo, atraviesa paredes y se hace invisible, además de cargarse a las cabras con sólo mirarlas.
¡Quién lo diría¡ Tanto gancho comercial no acaba de funcionar. "Los hombres que miraban fijamente a las cabras" es antes que película y guión cinematográfico un best seller de Jon Ronson, periodista que cuenta algo que asegura haber vivido él mismo aunque nos parezca increíble. En la promoción de la película nos quieren convencer de que los hechos que narra son reales, cuando resultan inverosímiles. Aquello de que "las brujas no existen pero haberlas haylas" en versión U.S. Army. Libro y película tratan de un programa del ejército americano en el que se estudió la posibilidad de utilizar los poderes paranormales con objetivos militares. En particular, el título hace referencia a que el programa evaluó una técnica para matar cabras mirándolas fijamente. Usaron cabras porque pensaban que era un animal con el que los soldados -y los espectadores- no se identificarían. Cuentan que el ejército americano se gastó 20 millones de dólares en el programa de estudios paranormales, especialmente cuando se enteraron de que lo que empezó como un engaño para espías del otro lado del telón de acero, se convirtió en una competición con los soviéticos.
La película toma distancia de la novela gracias a Peter Straughan. El guionista ha hecho una síntesis esquemática para contarnos la rocambolesca historia de un periodista a quien un espía de la paz le pone en antecedentes de una historia que empezó cuarenta años atrás cuando un iluminado veterano de Vietnam decidió poner fin a la matanzas de inocentes y cercenar el espíritu belicoso de la tropa. El periodista se verá envuelto en una inesperada trama en la guerra de Irak donde ¡al fin! aparecen las cabras. Y comienza el disparate con estos conejitos de indias. Nos quieren hacer creer que a base de hipnosis queda desmoralizado el más sanguinario de los enemigos. Esa combinación de místico y guerrero entronca con toda una tradición occidental – ahí están los Templarios- que a su vez nos llega de Oriente con la mística del samurai. Esto suena muy serio, pero la película va de comedia y funciona simpática en el planteamiento caricaturesco de la vida castrense. Cuando entra en detalles y se desarrolla la acción en el campo de batalla uno piensa ¿pero cuando va a terminar esta tontería? Y eso que "Los hombres que miraban fijamente a las cabras", si mi reloj no me engaña, apenas dura los noventa minutos de rigor comercial... No da para más.