Notas a pie de pantalla: "¡El soplón!"

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Damon, en '¡El soplón!'
Damon, en '¡El soplón!'
Por Elio Castro-Villacañas

Steven Soderberg es un director que me desconcierta. A veces nos suelta una película interesante, buena, apreciable o genial, como "Sexo, mentiras y cintas de video", "Traffic", o incluso "Erin Brockovich". En otras nos presenta títulos perfectamente olvidables, cuando no inaguantables, tipo  "Solaris", "Kafka", o la segunda y tercera partes de la saga "Ocean's".  

No me gusta nada cuando se pone trascendente o experimental, como en las prácticamente desapercibidas "Full Frontal" o "Bubble", en las que parece que quiere  reinventar el cine. Ni tampoco cuando le da por homenajear a clásicos como hizo con “El Buen alemán”, un intento de hacer un “Tercer hombre” que no aguantaba ni un fotograma de comparación.  

Su doble biografía del "Che" me dejó más bien frío, no me apasionó, aunque se deja ver. Siempre acudo atento a ver uno de sus estrenos porque pienso que es un tipo con talento aunque lo suele ofrecer con cuentagotas.

"¡El soplón!" tiene lo mejor y lo peor de su cine.

La primera media hora se me hace insufrible. No consigo que la historia me interese, ni me río con las gracias que suelta en off el personaje de Matt Damon. La trama me parece compleja, profusa en nombres y datos, con innumerables viajes del protagonista a un lado y a otro. Reconozco que todo me desconcierta y me aburro.

Pero poco a poco la cosa cambia. La historia me va enganchando, comienzo a tener algo de empatía con el personaje y con sus peripecias, gracias sobre todo a la interpretación que hace Matt Damon. A veces pienso que es un pobre hombre, otras que es un cara dura y un delincuente. Pero no basta y el regusto que me deja la película es más bien amargo, de decepción. Otra vez será.     

Creo que Soderberg ha querido contar una metáfora de la actual situación económica en donde tipos como Madoff y otros grandes ejecutivos de grandes empresas han hecho  eso que se llama “ingeniería financiera”, es decir, han robado a manos llenas, pero que no ha sabido dar con el tono exacto. Y salgo del cine pensando que el tema y el personaje merecían quizá algo menos frívolo. Al fin y al cabo hay ahora en el mundo muchas personas afectadas por gente así. Y no es nada divertido.