"El intercambio": Retrato de una madre rebelde y desesperada
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Por Alberto Duque López
Esta es una historia real, una historia olvidada hasta hace unos meses. Comienza al atardecer del 10 de marzo de 1928, en una de las zonas obreras de Los Angeles, en el corazón de la Depresión con sus largas colas de hombres y mujeres en busca de una sopa caliente y un pan endurecido, arrastrando los pies hasta el refugio más cercano donde podían dormir un rato, en medio de ronquidos y animales desesperados por el hambre. Se titula "Changeling" en inglés, "El sustituto" en algunos países hispanos y "El intercambio" en otros. El viernes se estrena en España y el 22 de enero en Argentina y Chile.
Es la historia amarga, dolorosa, valiente y ejemplar de una madre soltera, Christine Collins quien vive en una casa pequeña con su hijo de nueve años, Walter, trabaja como supervisora en una empresa telefónica, vigila el trabajo de numerosas jóvenes que reciben y hacen llamadas mientras ella, de un lado al otro de las oficinas, se mueve en patines bajo la mirada enamorada del jefe.
Era día de descanso pero la llamaron y obligaron a trabajar, incumpliendo una promesa de salir con el hijo. Completa su jornada, regresa a la casa, busca al hijo, no lo encuentra, pregunta a los vecinos, se preocupa y amarga, y pone en marcha la tragedia que cambiará su vida y la de miles de hombres y mujeres en Los Angeles.
En una ciudad tan inclinada a los asesinatos, las violaciones, las desapariciones, los robos, las estafas y los sueños frustrados, que un chico desapareciera no despertaba mayores emociones y menos, en medio del régimen de corrupción impuesto por el detestado alcalde George E. Creer, apoyado por el jefe de policía James E. "Dos pistolas" Davis y una banda de policías matones y corruptos que se la pasaban amenazando a la población, recibiendo propinas de los garitos y bares escondidos, sin que nadie se quejara ni denunciara nada.
Collins denuncia la desaparición del chico, mientras aumentan los peores temores y la policía se olvida del caso, hasta varios meses después, cuando en la población de Dekalb, Ilinois, un muchacho se presenta a la policía, dice que es Walter Collins y quiere reencontrarse con la madre, suceso que las autoridades corruptas convierten en un circo en la estación del tren. Por supuesto, cuando lo abraza, ella sabe que no es su hijo.
Comienza entonces el lado más doloroso de la tragedia porque Christine quiere devolverlo, la policía la acosa, la tildan de irresponsable e insensible, ella insiste y proporciona detalles genitales del chico, el cerco y la presión empeoran porque la tratan de mentirosa y enferma, y para doblegarla, la internan en una clínica psiquiátrica donde la tratan como a un animal.
En su enfrentamiento con el alcalde, el jefe de policía y sus secuaces, la prensa y parte de la opinión pública, la madre estaba sola, casi sola pero recibió el apoyo de otros dos auténticos rebeldes, un abogado llamado S.S.Hahn y un predicador revoltoso que hacía campañas contra las autoridades corruptas y tenía miles de seguidores, Gustav Brieglev, el mismo que le dijo: "Usted no está loca, esa gente no es buena. Pueden ser la autoridad pero no merecen su respeto. Usted debe cuestionar sus actuaciones y encontrar su propia voz". Era una situación que desubicaba por primera vez a unas autoridades depositarias de la verdad, sorprendidas por una mujer capaz de enfrentarlas y demostrar que su conducta era inapropiada, que no querían aceptar que ese chico no era su hijo extraviado y por simple burocracia, pereza, desorganización e irresponsabilidad habían suspendido la búsqueda. Esa conducta le costaría los cargos a los principales jefes de la policía y la escandalosa situación provocó la regulación estricta del internamiento arbitrario de los ciudadanos en clínicas psiquiátricas al amparo del infame Código 12 que fue derogado.
La madre es interpretada con sensibilidad agresiva por Angelina Jolie, dos años después de su soberbio personaje de la esposa del periodista Daniel Pearl en "Todo corazón", y el reverendo, con sorna y desprecio por la policía, por un estupendo John Malkovich. El director se llama Clint Eastwood, uno de los grandes realizadores del Hollywood contemporáneo, dotado de una sensibilidad, una mesura, una inteligencia, un humor y sobre todo una sabiduría sobre la condición humana que no son comunes.
En un medio pagano y mercantilista como Hollywood, la sensibilidad de Eastwood como director al escoger sus personajes, situaciones y temas deja en el espectador una dosis de incomodidad que aumenta a medida que uno comprueba que solo alguien como este creador, convencido de que hay que contar historias sobre injusticias y cacerías, es capaz de dedica una película a este drama de una madre sublevada contra el poder desorbitado e injusto que arrasa con la tranquilidad de los ciudadanos en Los Angeles, en plena Depresión, cuando la gente andaba tras el olor de un mendrugo o la ausencia de un caldo de sopa caliente.
No hay duda que esta madre está emparentada por su soledad y su aire de libertad con los boxeadores derrotados de "Million Dollar Baby", o el padre de familia a quien acusan injustamente de la violación y el asesinato de una joven en "Río Místico", o el detective que busca afanosamente el rastro del donante de su nuevo y cansado corazón en "Deuda de sangre", o los millonarios que sobreviven a su propia descomposición en "Medianoche en el jardín del bien y el mal", o el guardaespaldas que descubre lo peor de la Casa Blanca en "Poder Absoluto", o el asesino jubilado y viudo que se amarra las pistolas de nuevo para defender a las rameras explotadas por un bárbaro en "Imperdonable", o el fotógrafo y la señora casada que descubren el amor, la compasión y la nostalgia en "Los puentes de Madison County", o el fugitivo que huye con un niño en "Un mundo perfecto", o el director de cine y cazador que perdona al elefante en "Cazador blanco, corazón negro", o el jazzista perdido en el escenario, en París, buscando la muerte que se demora en aparecer en "Bird", personajes y situaciones dirigidos por Eastwood en películas, casi siempre, también protagonizadas por él.
"Changeling" sobrecoge con su retrato de una época violenta, intolerante, salvaje e inhumana, centrada en un infierno como Los Angeles donde los policías disparaban y después preguntaban; donde los jueces estaban vendidos a los mafiosos; donde la prensa en raras ocasiones se atrevía a denunciar la infamia. Si alguien quiere acercarse a esas historias terribles, basta que busque los libros de Michael Connelly, Dashiell Hammett, Raymond Chandler, Elmore Leonard o James Ellroy.
Precisamente, fue un periodista y escritor, J.Michael Stracynski quien, hurgando en archivos desechados de los juzgados de Los Angeles se topó con la historia de esta mujer y su hijo, y el escándalo que estalló cuando la policía arrestó y llevó a juicio a un hombre llamado Gordon Stewart Northcott, acusado de asesinar a Walter Collins y otros niños en la granja que tenía con su anciana abuela, donde la policía encontró sepultados los restos de numerosos cuerpos en descomposición.
El 2 de octubre de 1930 o sea, dos años y seis meses después del secuestro del hijo de Christine Collins, el asesino fue ahorcado. Esa es la historia real convertida en una estupenda película por el maestro Clint Eastwood. Gracias a su mirada.

Esta es una historia real, una historia olvidada hasta hace unos meses. Comienza al atardecer del 10 de marzo de 1928, en una de las zonas obreras de Los Angeles, en el corazón de la Depresión con sus largas colas de hombres y mujeres en busca de una sopa caliente y un pan endurecido, arrastrando los pies hasta el refugio más cercano donde podían dormir un rato, en medio de ronquidos y animales desesperados por el hambre. Se titula "Changeling" en inglés, "El sustituto" en algunos países hispanos y "El intercambio" en otros. El viernes se estrena en España y el 22 de enero en Argentina y Chile.
Es la historia amarga, dolorosa, valiente y ejemplar de una madre soltera, Christine Collins quien vive en una casa pequeña con su hijo de nueve años, Walter, trabaja como supervisora en una empresa telefónica, vigila el trabajo de numerosas jóvenes que reciben y hacen llamadas mientras ella, de un lado al otro de las oficinas, se mueve en patines bajo la mirada enamorada del jefe.
Era día de descanso pero la llamaron y obligaron a trabajar, incumpliendo una promesa de salir con el hijo. Completa su jornada, regresa a la casa, busca al hijo, no lo encuentra, pregunta a los vecinos, se preocupa y amarga, y pone en marcha la tragedia que cambiará su vida y la de miles de hombres y mujeres en Los Angeles.
En una ciudad tan inclinada a los asesinatos, las violaciones, las desapariciones, los robos, las estafas y los sueños frustrados, que un chico desapareciera no despertaba mayores emociones y menos, en medio del régimen de corrupción impuesto por el detestado alcalde George E. Creer, apoyado por el jefe de policía James E. "Dos pistolas" Davis y una banda de policías matones y corruptos que se la pasaban amenazando a la población, recibiendo propinas de los garitos y bares escondidos, sin que nadie se quejara ni denunciara nada.
Collins denuncia la desaparición del chico, mientras aumentan los peores temores y la policía se olvida del caso, hasta varios meses después, cuando en la población de Dekalb, Ilinois, un muchacho se presenta a la policía, dice que es Walter Collins y quiere reencontrarse con la madre, suceso que las autoridades corruptas convierten en un circo en la estación del tren. Por supuesto, cuando lo abraza, ella sabe que no es su hijo.
Comienza entonces el lado más doloroso de la tragedia porque Christine quiere devolverlo, la policía la acosa, la tildan de irresponsable e insensible, ella insiste y proporciona detalles genitales del chico, el cerco y la presión empeoran porque la tratan de mentirosa y enferma, y para doblegarla, la internan en una clínica psiquiátrica donde la tratan como a un animal.
En su enfrentamiento con el alcalde, el jefe de policía y sus secuaces, la prensa y parte de la opinión pública, la madre estaba sola, casi sola pero recibió el apoyo de otros dos auténticos rebeldes, un abogado llamado S.S.Hahn y un predicador revoltoso que hacía campañas contra las autoridades corruptas y tenía miles de seguidores, Gustav Brieglev, el mismo que le dijo: "Usted no está loca, esa gente no es buena. Pueden ser la autoridad pero no merecen su respeto. Usted debe cuestionar sus actuaciones y encontrar su propia voz". Era una situación que desubicaba por primera vez a unas autoridades depositarias de la verdad, sorprendidas por una mujer capaz de enfrentarlas y demostrar que su conducta era inapropiada, que no querían aceptar que ese chico no era su hijo extraviado y por simple burocracia, pereza, desorganización e irresponsabilidad habían suspendido la búsqueda. Esa conducta le costaría los cargos a los principales jefes de la policía y la escandalosa situación provocó la regulación estricta del internamiento arbitrario de los ciudadanos en clínicas psiquiátricas al amparo del infame Código 12 que fue derogado.
La madre es interpretada con sensibilidad agresiva por Angelina Jolie, dos años después de su soberbio personaje de la esposa del periodista Daniel Pearl en "Todo corazón", y el reverendo, con sorna y desprecio por la policía, por un estupendo John Malkovich. El director se llama Clint Eastwood, uno de los grandes realizadores del Hollywood contemporáneo, dotado de una sensibilidad, una mesura, una inteligencia, un humor y sobre todo una sabiduría sobre la condición humana que no son comunes.
En un medio pagano y mercantilista como Hollywood, la sensibilidad de Eastwood como director al escoger sus personajes, situaciones y temas deja en el espectador una dosis de incomodidad que aumenta a medida que uno comprueba que solo alguien como este creador, convencido de que hay que contar historias sobre injusticias y cacerías, es capaz de dedica una película a este drama de una madre sublevada contra el poder desorbitado e injusto que arrasa con la tranquilidad de los ciudadanos en Los Angeles, en plena Depresión, cuando la gente andaba tras el olor de un mendrugo o la ausencia de un caldo de sopa caliente.
No hay duda que esta madre está emparentada por su soledad y su aire de libertad con los boxeadores derrotados de "Million Dollar Baby", o el padre de familia a quien acusan injustamente de la violación y el asesinato de una joven en "Río Místico", o el detective que busca afanosamente el rastro del donante de su nuevo y cansado corazón en "Deuda de sangre", o los millonarios que sobreviven a su propia descomposición en "Medianoche en el jardín del bien y el mal", o el guardaespaldas que descubre lo peor de la Casa Blanca en "Poder Absoluto", o el asesino jubilado y viudo que se amarra las pistolas de nuevo para defender a las rameras explotadas por un bárbaro en "Imperdonable", o el fotógrafo y la señora casada que descubren el amor, la compasión y la nostalgia en "Los puentes de Madison County", o el fugitivo que huye con un niño en "Un mundo perfecto", o el director de cine y cazador que perdona al elefante en "Cazador blanco, corazón negro", o el jazzista perdido en el escenario, en París, buscando la muerte que se demora en aparecer en "Bird", personajes y situaciones dirigidos por Eastwood en películas, casi siempre, también protagonizadas por él.
"Changeling" sobrecoge con su retrato de una época violenta, intolerante, salvaje e inhumana, centrada en un infierno como Los Angeles donde los policías disparaban y después preguntaban; donde los jueces estaban vendidos a los mafiosos; donde la prensa en raras ocasiones se atrevía a denunciar la infamia. Si alguien quiere acercarse a esas historias terribles, basta que busque los libros de Michael Connelly, Dashiell Hammett, Raymond Chandler, Elmore Leonard o James Ellroy.
Precisamente, fue un periodista y escritor, J.Michael Stracynski quien, hurgando en archivos desechados de los juzgados de Los Angeles se topó con la historia de esta mujer y su hijo, y el escándalo que estalló cuando la policía arrestó y llevó a juicio a un hombre llamado Gordon Stewart Northcott, acusado de asesinar a Walter Collins y otros niños en la granja que tenía con su anciana abuela, donde la policía encontró sepultados los restos de numerosos cuerpos en descomposición.
El 2 de octubre de 1930 o sea, dos años y seis meses después del secuestro del hijo de Christine Collins, el asesino fue ahorcado. Esa es la historia real convertida en una estupenda película por el maestro Clint Eastwood. Gracias a su mirada.
