Crítica: "Crímenes del futuro", el regreso a las entrañas de David Cronenberg
- por © EscribiendoCine-NOTICINE.com
Por Emiliano Basile
Producida por Canadá, Grecia, Reino Unido y Francia, "Crímenes del futuro / Crimes of the Future" (2022) se centra en problemáticas contemporáneas asociadas a la evolución tecnológica y cómo repercute eso en el cuerpo humano. Son emas ya reflejados por su autor, David Cronenberg, en "ExistenZ" (1999) y "Videodrome (1983), donde surge la famosa frase de "la nueva carne" que denominó al realizador en los años ochenta y noventa. Pero aquí hay también un cruce con "Crash" (1996), el film donde los protagonistas se excitan con los accidentes automovilísticos.
Cronenberg, que ya hizo una película llamada "Crímenes del futuro" en 1970, parte de un mundo enfermo para ingresar en las entrañas del ser humano, en este film estrenado en Cannes. Por eso Saúl Tenser (Viggo Mortensen) deambula como un monje negro por las desérticas calles de la ciudad portuaria haciendo un espectáculo clandestino con su compañera Caprice (Léa Seydoux) donde se extrae tumores en vivo. Una manera de hacer arte subversivo bajo el lema "el cuerpo es la realidad".
La película con aire de cine negro se enrarece aún mas, cuando el artista es convocado por Lang Dotrice (Scott Speedman), el padre de un niño asesinado que tenía la capacidad de digerir plástico en su organismo. El hombre quiere que Saúl incluya el cadáver en su próxima performance. "Tenemos que empezar a alimentarnos de nuestros propios residuos industriales", dirá el hombre que entiende su difunto hijo es el camino a la evolución de la especie.
A Saúl también lo interpela el Registro Nacional de Órganos, una oficina pública extraoficial, comandada por Wippet (Don McKeller) y Timlin (Kristen Stewart), quienes se obsesionan con los órganos extirpados por el artista. También están Berst (Tanaya Beatty) y Dani Router (Nadia Litz), representantes de LifeFormWare, empresa constructora de las camas (Sark) y sillas (EatFaster), una suerte de prótesis vivientes monstruosas y sensuales a la vez. Por último un detective afro (Welket Bunguê) investiga los desvaríos evolutivos para la Unidad Nuevos Vicios de la policía.
Todo este universo oscuro y fantástico busca poner de manifiesto la supervivencia evolutiva de la especie. Su condición creadora-destructora es constante en el film con frases como "El dolor es una advertencia que ya no tenemos" o "La cirugía es el nuevo sexo", tiempos en donde el placer sexual consiste en lacerarse la piel.
Artistas del performance como Günter Brus, representante del accionismo vienés, sobrevuelan la película, con una enigmática y potente banda sonora de Howard Shore que enrarece la siniestra atmósfera. Lo monstruoso aparece no sólo en los extraños artefactos tecnológicos sino también en las acciones: una madre que mata a su pequeño hijo abre el film. La escenografía de paredes viejas, llenas de humedad y falta de cuidado contextualizan las presentaciones de Saúl, quien expone sus entrañas al mundo en un acto doloroso, político y revolucionario.
"Crímenes del futuro" es el gran regreso de Cronenberg a su universo carnal, ahora combinando animatronic con CGI, donde brinda su visión política de la humanidad mediante un relato tan fascinante y seductor como controvertido y perturbador.
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Producida por Canadá, Grecia, Reino Unido y Francia, "Crímenes del futuro / Crimes of the Future" (2022) se centra en problemáticas contemporáneas asociadas a la evolución tecnológica y cómo repercute eso en el cuerpo humano. Son emas ya reflejados por su autor, David Cronenberg, en "ExistenZ" (1999) y "Videodrome (1983), donde surge la famosa frase de "la nueva carne" que denominó al realizador en los años ochenta y noventa. Pero aquí hay también un cruce con "Crash" (1996), el film donde los protagonistas se excitan con los accidentes automovilísticos.
Cronenberg, que ya hizo una película llamada "Crímenes del futuro" en 1970, parte de un mundo enfermo para ingresar en las entrañas del ser humano, en este film estrenado en Cannes. Por eso Saúl Tenser (Viggo Mortensen) deambula como un monje negro por las desérticas calles de la ciudad portuaria haciendo un espectáculo clandestino con su compañera Caprice (Léa Seydoux) donde se extrae tumores en vivo. Una manera de hacer arte subversivo bajo el lema "el cuerpo es la realidad".
La película con aire de cine negro se enrarece aún mas, cuando el artista es convocado por Lang Dotrice (Scott Speedman), el padre de un niño asesinado que tenía la capacidad de digerir plástico en su organismo. El hombre quiere que Saúl incluya el cadáver en su próxima performance. "Tenemos que empezar a alimentarnos de nuestros propios residuos industriales", dirá el hombre que entiende su difunto hijo es el camino a la evolución de la especie.
A Saúl también lo interpela el Registro Nacional de Órganos, una oficina pública extraoficial, comandada por Wippet (Don McKeller) y Timlin (Kristen Stewart), quienes se obsesionan con los órganos extirpados por el artista. También están Berst (Tanaya Beatty) y Dani Router (Nadia Litz), representantes de LifeFormWare, empresa constructora de las camas (Sark) y sillas (EatFaster), una suerte de prótesis vivientes monstruosas y sensuales a la vez. Por último un detective afro (Welket Bunguê) investiga los desvaríos evolutivos para la Unidad Nuevos Vicios de la policía.
Todo este universo oscuro y fantástico busca poner de manifiesto la supervivencia evolutiva de la especie. Su condición creadora-destructora es constante en el film con frases como "El dolor es una advertencia que ya no tenemos" o "La cirugía es el nuevo sexo", tiempos en donde el placer sexual consiste en lacerarse la piel.
Artistas del performance como Günter Brus, representante del accionismo vienés, sobrevuelan la película, con una enigmática y potente banda sonora de Howard Shore que enrarece la siniestra atmósfera. Lo monstruoso aparece no sólo en los extraños artefactos tecnológicos sino también en las acciones: una madre que mata a su pequeño hijo abre el film. La escenografía de paredes viejas, llenas de humedad y falta de cuidado contextualizan las presentaciones de Saúl, quien expone sus entrañas al mundo en un acto doloroso, político y revolucionario.
"Crímenes del futuro" es el gran regreso de Cronenberg a su universo carnal, ahora combinando animatronic con CGI, donde brinda su visión política de la humanidad mediante un relato tan fascinante y seductor como controvertido y perturbador.
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