Crítica: "Bosch", el adiós a la mejor serie policial reciente
- por © NOTICINE.com
Por Jon Apaolaza
Amazon Prime Video estrenaba la semana pasada la séptima y última temporada de una de sus mejores series propias, "Bosch", basada en el personaje creado por el prestigioso autor de novela negra Michael Connelly. Con el siempre sólido Titus Welliver al frente, esta despedida (aparente) marca el final de la trayectoria del detective de la policía de Hollywood Harry Bosch, desencantado por los obstáculos que el sistema le imponen a la hora de resolver sus casos y en pocas palabras, a intentar hacer justicia.
Michael Connelly ha sido muy prolífico con Bosch, de manera que no falta materia prima para poder continuar con la andadura del personaje, pero Amazon debe creer que 7 años y temporadas son suficientes. No obstante, esta última se cierra con una magnífica pista de despegue para un posible "reboot", esta vez con el expolicía ejerciendo como detective privado, tras su voluntaria renuncia al cuerpo cinco minutos antes de ser expedientado por reventar una operación del FBI.
En su aparente despedida, "Bosch" arranca con una Nochevieja, durante la cual un auto se detiene ante un edificio angelino. De él desciende un individuo con un cóctel molotov en la mano, que hábilmente lanza a uno de los primeros pisos. En el incendio subsiguiente, mueren cinco personas, entre ellas una niña de 10 años, cuyo caso obsesiona al veterano detective del LAPD.
Son varias las series policiales que en los últimos años intentan desmarcarse del convencionalismo del género. De querer a poder hay un trecho no siempre fácil de atravesar. Fijémonos en otra de las que recientemente ha dado mucho que hablar, "Mare of Easttown", que pese a su espléndida creación del personaje protagonista, una policía de pueblo a la que da vida sin ningún glamour Kate Winslet, acaba cayendo en lugares comunes, giros y trampas al espectador, y un final como poco decepcionante.
En cambio, "Bosch" ha mantenido una trayectoria impecable que culmina con quizás su historia más demoledora y crítica. A nadie se le escapa que el género negro es proclive con frecuencia a la denuncia social y al reflejo descarnado de lo peor del ser humano. Este séptima temporada incide en el retrato de las contradicciones del sistema policial y de justicia, del machismo, el racismo y de la corrupción política y económica, confrontadas a la integridad de un personaje con criterio propio y dispuesto a jugarse no sólo su piel y la de su hija, sino toda su carrera para encarcelar al culpable del incendio, líder pandillero que va a librarse de todo al convertirse en informante del FBI.
Y es que por encima de una intriga policial, "Bosch" es un drama social hiperrealista, el de la desazón que produce nuestra incapacidad para poner freno a lo más oscuro del ser humano. Harry es no sólo tan duro como el personaje homónimo que hizo famoso Clint Eastwood, sino que se convierte un héroe del individualismo justiciero humanista. Lo echaremos de menos.
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Amazon Prime Video estrenaba la semana pasada la séptima y última temporada de una de sus mejores series propias, "Bosch", basada en el personaje creado por el prestigioso autor de novela negra Michael Connelly. Con el siempre sólido Titus Welliver al frente, esta despedida (aparente) marca el final de la trayectoria del detective de la policía de Hollywood Harry Bosch, desencantado por los obstáculos que el sistema le imponen a la hora de resolver sus casos y en pocas palabras, a intentar hacer justicia.
Michael Connelly ha sido muy prolífico con Bosch, de manera que no falta materia prima para poder continuar con la andadura del personaje, pero Amazon debe creer que 7 años y temporadas son suficientes. No obstante, esta última se cierra con una magnífica pista de despegue para un posible "reboot", esta vez con el expolicía ejerciendo como detective privado, tras su voluntaria renuncia al cuerpo cinco minutos antes de ser expedientado por reventar una operación del FBI.
En su aparente despedida, "Bosch" arranca con una Nochevieja, durante la cual un auto se detiene ante un edificio angelino. De él desciende un individuo con un cóctel molotov en la mano, que hábilmente lanza a uno de los primeros pisos. En el incendio subsiguiente, mueren cinco personas, entre ellas una niña de 10 años, cuyo caso obsesiona al veterano detective del LAPD.
Son varias las series policiales que en los últimos años intentan desmarcarse del convencionalismo del género. De querer a poder hay un trecho no siempre fácil de atravesar. Fijémonos en otra de las que recientemente ha dado mucho que hablar, "Mare of Easttown", que pese a su espléndida creación del personaje protagonista, una policía de pueblo a la que da vida sin ningún glamour Kate Winslet, acaba cayendo en lugares comunes, giros y trampas al espectador, y un final como poco decepcionante.
En cambio, "Bosch" ha mantenido una trayectoria impecable que culmina con quizás su historia más demoledora y crítica. A nadie se le escapa que el género negro es proclive con frecuencia a la denuncia social y al reflejo descarnado de lo peor del ser humano. Este séptima temporada incide en el retrato de las contradicciones del sistema policial y de justicia, del machismo, el racismo y de la corrupción política y económica, confrontadas a la integridad de un personaje con criterio propio y dispuesto a jugarse no sólo su piel y la de su hija, sino toda su carrera para encarcelar al culpable del incendio, líder pandillero que va a librarse de todo al convertirse en informante del FBI.
Y es que por encima de una intriga policial, "Bosch" es un drama social hiperrealista, el de la desazón que produce nuestra incapacidad para poner freno a lo más oscuro del ser humano. Harry es no sólo tan duro como el personaje homónimo que hizo famoso Clint Eastwood, sino que se convierte un héroe del individualismo justiciero humanista. Lo echaremos de menos.
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