Crítica: "Cherry", los hermanos Russo con antihéroe de carne y hueso

por © EscribiendoCine-NOTICINE.com
"Cherry"
"Cherry"
Basada en la novela biográfica del mismo nombre, la nueva película de los hermanos Russo, famosos por sus trabajos para la factoria Marvel, narran esta vez una historia desprovista de fantasías. Se centra en un joven exmédico del ejército con trastorno de estrés postraumático (TEPT) que se dedica a asaltar bancos con el objetivo de financiar su adicción a las drogas.

Joe y Anthony Russo se alejan del universo Marvel ("Capitán América: El Soldado de Invierno", "Civil War", "Avengers: Infinity War" y "Endgame") con un proyecto totalmente personal  y distinto a lo que venían haciendo.

Con un guion escrito por Jessica Goldberg y Angela Russo-Otstot según la novela semiautobiográfica de Nico Walker, "Cherry" (2021) está narrada en primera persona por el protagonista (Tom Holland). Pero no recurre solo a la utilización de la voz en off, sino que también rompe permanentemente la cuarta pared para interpelar al espectador sobre sus acciones.

La trama, que comienza como una fábula y que a medida que avanza se va endureciendo hasta volver a sus fuentes recién en el efectista final, se divide en un prólogo, seis capítulos y un epílogo. Cada uno con un tono y un arco dramático diferente que abarca el coming-of-age, el romance, la sátira política, la historia bélica, el drama y el thriller psicológico. "Goodfellas", "Boyhood", "Apocalypse Now", "Born to Kill", "Trainspotting", y otras... en una sola película.

"Cherry" comienza narrando la vida del protagonista en la universidad, su relación amorosa, el entrenamiento en el ejército, las experiencias en la guerra y el tortuoso regreso a casa. De esta forma, se presenta una especie de odisea, que mezcla géneros y maneja una gran variedad de temas y recursos, para exponer una gramática cinematográfica que le sirve a los realizadores para contar una historia que nada tiene que ver con sus películas anteriores. Mucho más autoral e indie, aunque teñida de una gran parafernalia estética.

Los hermanos Russo recurren a una puesta visual atractiva que juega con los planos a través de de cenitales y contrapicados que se complementan con secuencias alargadas en constante movimiento. A la vez que incorporan una variedad tipográfica sobreimpresa mientras apelan a la pantalla partida, al uso repetido de la cámara lenta y a un dispositivo fotográfico que juega con la iluminación y la utilización del color mediante el empleo de filtros cromáticos. Nos encandila al inicio, pero a medida que avanza se vuelve más oscura y caótica. Una estética que se va enviciando a la par del personaje.

El resultado es un collage postmoderno de estilos y géneros en un film oscuro y melancólico sobre la decadencia social del imperio americano. Demasiado ruido y pocas nueces.

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