Crítica: "El Sonido del Metal / Sound of Metal", ruido brutal
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Por Noemí Romero
El enorme trabajo de sonido marca mexicana que envuelve a "El Sonido del Metal / Sound of Metal" (2019) ha seducido en los Oscars y no solo le ha valido la nominación a Mejor Película, sino a otras cinco más, entre ellas a Mejor Sonido, y es que una de las características técnicas más interesantes de la cinta es el uso cuidado y eficiente que se hace de él, exponiendo al detalle la relación con los sonidos que alcanza a percibir a través de su cuerpo el protagonista, Ruben, un batería de heavy metal que se va quedando sordo, y su relación a través de su memoria auditiva con su pasado y su presente. Además, las escenas silentes no resultan frustrantes, sino que son pertinentes, y muestran una especie de juego con el sonido subjetivo y objetivo a una velocidad verosímil y atrayente.
"El Sonido del Metal / Sound of Metal", el primer largometraje del director Darius Marder ("Loot"), aborda así con gran sensibilidad la degeneración auditiva de Ruben (Riz Ahmed), y busca reflejar esa pérdida de la audición con una mezcla de silencios y distorsiones, que los propios ingenieros mexicanos nominados al Premio de la Academia buscaron retratar de la manera más auténtica posible, para que el público pudiera realmente sentir lo que el personaje atravesaba y traducir lo que escucharía una vez afectado su oído.
Un punto interesante del film es que no se llena de gestos histriónicos o situaciones exageradas, envueltas en una tragedia desmesurada para comprender el dolor del protagonista, como sí ocurre con otras películas como "Ha nacido una estrella / A Star is Born", " Amor y piedad: La historia de Brian Wilson / Amor y Compasión / Love & Mercy" o "Whiplash". "Sound of Metal" es diferente, y se aleja de la escena musical completamente, tanto para bien, como para mal. Para bien porque consigue desmarcarse y alejarse de la tan quemada manipulación emocional del terreno del drama de superación que tira al melodrama, y para mal, porque quizá no logra profundizar en un contexto que ayude a definir aún más los roles protagónicos.
No obstante, el hecho de que Ruben sea batería de rock estridente y pierda la audición, se plantea como un punto lo suficientemente irónico y atractivo como para que el drama se haga más agónico, angustioso, y real, sin necesidad de exagerar. Marder no sobrepasa las líneas de la condescendencia, y enlaza la cantidad justa entre contención y rabia, éxito y frustración, desesperación y resignación, combinándolas en un potente ejercicio narrativo de mezcla de silencios con primeros planos y ruido con planos generales.
El lenguaje del film se impregna de miradas y simples gestos gracias a las emociones desplegadas y las entregadas -aunque tampoco magistrales-
interpretaciones de los protagonistas: Ahmed (ganador de un Emmy por su papel en la miniserie de HBO "The Night Of"), para quien supone su debut protagónico en la gran pantalla, y la más experimentada Olivia Cooke ("Ready Player One"). Además, hay algo en la desorbitada mirada de Ahmed que trasciende el desconcierto y el miedo y es capaz de transmitir la odisea de una persona que debe lidiar con el desprendimiento de una parte tan importante de su vida como es el sonido.
Ese sonido reverbera en sus platillos, y se convierte en el telón de fondo que hace vibrar su arco de transformación, y expone la compleja situación que le supone la lucha contra una discapacidad auditiva repentina, frente a la que puede optar por el camino difícil, resistirse e ignorar lo que no se puede, o convivir con ella y aprender a aceptarse.
No obstante, aunque la imagen de portada de Ruben en la batería apuntaba a unas expectativas que tuvieran que ver más con el lado oscuro del rock, a lo largo de todo el film y durante su resolución acaba derivándose hacia todo lo contrario, y adoptando unas líneas de reflexión más encaminadas a un estilo europeo independiente. Sea como sea, la película logra romper los esquemas convencionales y propone una vertiente diferente, más sólida, poderosa, eficiente y realista de lo que puede llegar a convertirse un drama de superación.
Así, aunque "El Sonido del Metal / Sound of Metal" no vaya a dejar huella ni ser original para algunos, puede resultar reveladora e imprescindible para otros, y sea como sea, el sonido se convierte también en el protagonista y el antagonista, impactando con fuerza a lo largo de una cinta que fluye en su dosis justa de ligereza, naturalidad, y verdad, a la par que hace al espectador testigo no intrusivo del avance de Ruben y de sus miedos, de su duro proceso de aceptación, de su pérdida y su duelo, y en definitiva de su dolor, en silencio.
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El enorme trabajo de sonido marca mexicana que envuelve a "El Sonido del Metal / Sound of Metal" (2019) ha seducido en los Oscars y no solo le ha valido la nominación a Mejor Película, sino a otras cinco más, entre ellas a Mejor Sonido, y es que una de las características técnicas más interesantes de la cinta es el uso cuidado y eficiente que se hace de él, exponiendo al detalle la relación con los sonidos que alcanza a percibir a través de su cuerpo el protagonista, Ruben, un batería de heavy metal que se va quedando sordo, y su relación a través de su memoria auditiva con su pasado y su presente. Además, las escenas silentes no resultan frustrantes, sino que son pertinentes, y muestran una especie de juego con el sonido subjetivo y objetivo a una velocidad verosímil y atrayente.
"El Sonido del Metal / Sound of Metal", el primer largometraje del director Darius Marder ("Loot"), aborda así con gran sensibilidad la degeneración auditiva de Ruben (Riz Ahmed), y busca reflejar esa pérdida de la audición con una mezcla de silencios y distorsiones, que los propios ingenieros mexicanos nominados al Premio de la Academia buscaron retratar de la manera más auténtica posible, para que el público pudiera realmente sentir lo que el personaje atravesaba y traducir lo que escucharía una vez afectado su oído.
Un punto interesante del film es que no se llena de gestos histriónicos o situaciones exageradas, envueltas en una tragedia desmesurada para comprender el dolor del protagonista, como sí ocurre con otras películas como "Ha nacido una estrella / A Star is Born", " Amor y piedad: La historia de Brian Wilson / Amor y Compasión / Love & Mercy" o "Whiplash". "Sound of Metal" es diferente, y se aleja de la escena musical completamente, tanto para bien, como para mal. Para bien porque consigue desmarcarse y alejarse de la tan quemada manipulación emocional del terreno del drama de superación que tira al melodrama, y para mal, porque quizá no logra profundizar en un contexto que ayude a definir aún más los roles protagónicos.
No obstante, el hecho de que Ruben sea batería de rock estridente y pierda la audición, se plantea como un punto lo suficientemente irónico y atractivo como para que el drama se haga más agónico, angustioso, y real, sin necesidad de exagerar. Marder no sobrepasa las líneas de la condescendencia, y enlaza la cantidad justa entre contención y rabia, éxito y frustración, desesperación y resignación, combinándolas en un potente ejercicio narrativo de mezcla de silencios con primeros planos y ruido con planos generales.
El lenguaje del film se impregna de miradas y simples gestos gracias a las emociones desplegadas y las entregadas -aunque tampoco magistrales-
interpretaciones de los protagonistas: Ahmed (ganador de un Emmy por su papel en la miniserie de HBO "The Night Of"), para quien supone su debut protagónico en la gran pantalla, y la más experimentada Olivia Cooke ("Ready Player One"). Además, hay algo en la desorbitada mirada de Ahmed que trasciende el desconcierto y el miedo y es capaz de transmitir la odisea de una persona que debe lidiar con el desprendimiento de una parte tan importante de su vida como es el sonido.
Ese sonido reverbera en sus platillos, y se convierte en el telón de fondo que hace vibrar su arco de transformación, y expone la compleja situación que le supone la lucha contra una discapacidad auditiva repentina, frente a la que puede optar por el camino difícil, resistirse e ignorar lo que no se puede, o convivir con ella y aprender a aceptarse.
No obstante, aunque la imagen de portada de Ruben en la batería apuntaba a unas expectativas que tuvieran que ver más con el lado oscuro del rock, a lo largo de todo el film y durante su resolución acaba derivándose hacia todo lo contrario, y adoptando unas líneas de reflexión más encaminadas a un estilo europeo independiente. Sea como sea, la película logra romper los esquemas convencionales y propone una vertiente diferente, más sólida, poderosa, eficiente y realista de lo que puede llegar a convertirse un drama de superación.
Así, aunque "El Sonido del Metal / Sound of Metal" no vaya a dejar huella ni ser original para algunos, puede resultar reveladora e imprescindible para otros, y sea como sea, el sonido se convierte también en el protagonista y el antagonista, impactando con fuerza a lo largo de una cinta que fluye en su dosis justa de ligereza, naturalidad, y verdad, a la par que hace al espectador testigo no intrusivo del avance de Ruben y de sus miedos, de su duro proceso de aceptación, de su pérdida y su duelo, y en definitiva de su dolor, en silencio.
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